RUGBY

Munster, el legendario equipo irlandés que venció a los All Blacks

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photo_camera Instante del encuentro entre Munster y los All Blacks, en 1978.

El 31 de octubre de 1978 en Thomand Park, un grupo de jóvenes consiguieron hacer lo que no había logrado antes selecciones tan potentes como Inglaterra o Escocia: derrotar al mítico combinado neozelandés

1879, nace el Munster, uno de los cuatro grandes equipos de Rugby irlandeses, Leinster, Ulster y Connacht completan el cuarteto. Munster está formado por jugadores de Limerick y Cork, que hasta el momento de compartir vestuario y camiseta lo más bonito que habían hecho juntos era reunirse en algún prado para tirarse piedras y comprobar su resistencia a los puñetazos del vecino, eso sí, después de haber asaltado todas las bodegas y tabernas de camino. Poco se podían imaginar estos magníficos encajadores de pedradas lo que sucedería noventa y nueve años después ante doce mil irlandeses en Thomond Park.

Los All Blacks anuncian una gira por las islas británicas de 1978 en la cual está incluida una visita a Thomond Park para medirse a Munster. Tom Kiernan, ex capitán de la selección de Irlanda y de los Irish & British Lions, ahora entrenador de Munster, comienza su trabajo. Tom, que se había enfrentado como jugador de la selección de Irlanda y Lions en dos ocasiones a los All Blacks (1963 y 1973), sabía lo importante que era la unión como equipo y el estado físico necesario para enfrentarse a semejante conjunto de jugadores con piernas de atleta, una destreza magnífica con el balón y una determinación inigualable en el contacto.

Los “kiwis” desarrollaban su gira sumando victorias por partidos, sin embargo Kiernan tenía un plan. A un mes del encuentro ideó su propia gira de preparación, acordaron dos partidos, el primero contra Middlesex que se resolvió con un 7-33 para Munster y el segundo, contra London Irish que terminó con un 15-15. Durante la gira se entrenaba todos los días, reservando para el sábado los entrenamientos más duros, lo curioso es que el propio Kiernan invitaba a las primeras rondas del viernes y motivaba a sus chicos a seguir bebiendo, parece una locura (y no digo yo que no lo sea) pero tenía una explicación, unir a los chicos, que en aquella época anterior a la profesionalización provenían esencialmente de pueblos o ciudades rivales, rivalidad basada en razonamientos de la talla de “los de allí son idiotas”, “los de allá son unos cobardes” y que de vez en cuando, los días de fiesta se reunían para honrar la memoria de sus abuelos intentando arrojar algo de luz sobre el histórico misterio de a ver quien aguanta más puñetazos ebrio. Todos sabemos lo mucho que une una noche de cerveza, pero mucho más une el sufrimiento compartido, los sábados con una buena resaca encima, se corría más que nunca y se golpeaban más que nunca, con el paso de los días aquellos chicos, estudiantes, mecánicos...se estaban haciendo más que compañeros de camiseta.

El otro punto clave del plan son los resultados de los partidos de preparación, por indicación del propio Kiernan ninguno de esos partidos fue jugado al máximo rendimiento. Así, los “kiwis” viendo estos resultados contra equipos de mucho menos nivel llegarían al encuentro creyéndose ganadores antes de bajarse del autobús. Las semanas que restan hasta el encuentro se entrenará todos los días, algo poco habitual e incluso mal visto por los más puristas de época, nadie se escondía en los entrenamientos, la motivación y el compromiso son absolutos. Su capitán, el gran Donal Canniffe, lideró aquel equipo como si fueran a la última batalla de una guerra.

31 de Octubre de 1978, Thomond Park, en el vestuario se bromea, se grita, canturrean...los nervios se respiran, Kiernan entra en el vestuario, arrima una silla y se sienta frente a sus chicos totalmente en silencio. Los jugadores esperan una charla pero él sigue ahí sin dar una palabra, poco a poco todos se van quedando en silencio mientras acaban de uniformarse, vendajes, medias, botas...concentrándose, alguno permanece con los ojos cerrados con esa mezcla de nervios y deseo de salir al campo a librar la que será una de las mayores batallas en las que participará. Ninguno ha salido al campo todavía pero todos han olido la hierba, han placado y han corrido en este partido, solo se escucha el rugido de doce mil almas llamando a su equipo al encuentro. Kiernan se levanta, unas pocas palabras de ánimo e invita a sus jugadores a salir al campo a hacer historia.

El partido se convierte en un recital de Munster, los delanteros irlandeses ridiculizan en cada maul y en cada melé al pack neozelandés, todos los ataques fueron extinguidos con dureza. Estaban logrando lo que no habían conseguido en esta visita de 1978 las selecciones de Inglaterra, Escocia, Irlanda y Gales...vencer a los All Blacks.

El asunto se cierra cuando treinta años después, en 2008, Munster, ahora uno de los grandes de Europa, uno de los equipos más fuertes del rugby continental, le ofrece la revancha con motivo de la inauguración del nuevo Thomond Stadium. Casi se repite la historia, tras 76 minutos de juego el marcador indica un 16-13 favorable a los irlandeses y sólo gracias a un ensayo del legendario Joe Rokocoko se evita una segunda derrota frente a Munster. La revancha se consuma por un ajustadísimo 16-18.

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