No más techos que el talento y el público

Balón en disputa entre la egipcia Elghobashy y la alemana Walkenhorst en Río 2016.
photo_camera Balón en disputa entre la egipcia Elghobashy y la alemana Walkenhorst en Río 2016.
También yo gano menos que J.K.Rowling. No por ello me considero discriminado, ni es culpa del "matriarcado"

Desde hace años discrepo con el discurso feminista sobre el deporte en nuestro país.

Por mucho que se empeñen algunas, tan radicales como poco informadas, la mujer goza de plena autonomía en España para practicar o competir en el deporte que quiera.

No existe ninguna discriminación. Entre otras cosas porque sería un delito y, además, está repudiado por la aplastante mayoría de nuestra sociedad.

¿Que una deportista gana menos dinero que Rafa Nadal? Ya, también cualquier judoka -ámbito que conozco- gana menos dinero que Garbiñe Muguruza.

También yo gano menos que J.K.Rowling. No por ello me considero discriminado, ni es culpa del "matriarcado", ni hay un "techo de cristal". Ni es necesaria una "discriminación positiva" que me incluya con calzador en un puesto, en detrimento de quien se lo merezca por sus méritos.

El deporte femenino crece y mejora cada año, le guste o no a algunos. Otra cosa es disfrutar de la atención de público y de los medios. Eso hay que ganárselo, en el campo y en las redes sociales. Es el reto al que todos los deportes se enfrentan cada día.

Fuera de España y de Occidente la cosa cambia. En otros países y culturas la mujer tiene menos derechos que el hombre o, simplemente, no los tiene.

Por ellas, quienes más lo necesitan, no protestamos. Incluso premiamos a esos países con Juegos Olímpicos y Campeonatos Mundiales, aceptando sus humillantes imposiciones en el vestuario y costumbres.

En España, nuestras hijas disfrutan hoy de unas facilidades para practicar deporte y realizarse que, ni nosotros ni nuestras madres o abuelas, soñaron. 

Facilidades, imposibles para millones de habitantes de este fallido planeta.

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