El Celta ya cambió de entrenador a estas alturas de temporada cuando descendió a Segunda B hace treinta años

El pasado se alía con Eusebio

Eusebio realiza gestos desde la banda de Balaídos en un partido de esta temporada. Foto: Archivo
El equipo está en una situación peligrosa y a ver si marchándome yo se salva. Lo deseo de corazón’. Con estas palabras se despidió Carmelo Cedrún del Celta en abril de 1980 tras perder ante el Sabadell (1-2).
Las cosas no marchaban bien y el técnico vasco se vio obligado a dimitir a ocho jornadas para el final. Su sustituto fue Juanito Arza, que se convertía en el tercer técnico del curso (había comenzado la temporada Pedrito), y el Celta acabó con sus huesos en Segunda B. El cambio de entrenador, por lo tanto, no fue suficiente revulsivo. Pues bien, treinta años después, podría repetirse la misma historia. Quedan ahora también ocho jornadas para que acabe la Liga y si los celestes no logran ganar al Cádiz, Eusebio tendrá sus días contados en el banquillo. Esta coincidencia provoca que las similitudes entre aquella nefasta campaña y la actual adquieran tintes un tanto macabros. En 1980, el conjunto celeste también sorprendió en Copa (llegó a cuartos y lo eliminó, como este año, el Atlético) y, contra todo pronóstico, naufragó en Liga. Amenazó con el despegue en más de una ocasión, pero se encontró en el último tramo en el fango. El capitán de aquel equipo, el mítico Manolo, define así la trayectoria del Celta en la 1979/80: ‘Teníamos una plantilla de Primera y las diferencias entre los de arriba y los de abajo eran muy pequeñas. Creíamos que si ganábamos un par de partidos nos engancharíamos a la zona alta’. ¿Les suena de algo?. Arza se hizo cargo del Celta cuando era cuarto por la cola. Ganó en sus dos primeros partidos –al Recreativo (0-2) y al Nástic (5-0)–, pero una derrota ante el Deportivo (2-1) y un empate frente al Castilla (1-1) volvió a situar a los vigueses en descenso, de donde ya no saldrían. En la última jornada, el Celta hizo los deberes al ganar al Oviedo (3-0). Sin embargo, los de arriba no fallaron.

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