El Tour de Francia se deja en casa la mascarilla y la vergüenza

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photo_camera Los aficionados se agolparon en la subida a los puertos.
Carreteras llenas de aficionados, muchos sin protección ni distancia, en la primera gran etapa 

Primero iba a ser un Tour de Francia sin público. Después se confirmó que los aficionados podrían estar en las cunetas, con restricciones. Pero la realidad no engaña. Primera gran etapa de la ronda gala y primeras imágenes de la vergüenza. Dos puertos de Primera y uno de Categoría Especial. Un reclamo muy goloso para los aficionados. Por las banderas exhibidas, muchos de ellos españoles. El Tour de toda la vida, como si el covid-19 no existiera. Mascarillas en algún caso, cara al descubierto en otros, colocada en la barbilla en alguno aficionado más y, en todos, sin ningún tipo de distancia de seguridad. Gritos de ánimo, a una cuarta de los ciclistas, que suponen un caldo de cultivo perfecto para la transmisión del virus.

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Mientras en otros deportes se las ven y se las desean para lograr que el público vuelva, la república independiente del Tour vive ajena a todo. El eco de este primer gran día marcará las medidas que tome la dirección de carrera.

En lo deportivo, el francés Nans Peters se impuso en Loudenvielle en la octava etapa del Tour de Francia, la primera en los Pirineos, al término de una larga escapada que se formó al inicio de la jornada, mientras que el británico Adam Yates conservó el liderato.

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