El Celta maquilla su juego y mejora su actitud para vencer a un Cádiz limitado y alejarse a seis puntos del descenso

El triunfo del Celta aleja el descenso (2-1)

Michu y López Garai celebran el gol del asturiano ante la presencia de Hugo Mallo, ayer en Balaídos. Foto: j.v. landín
El Celta ganó ayer porque Oriol Riera va bien de cabeza y Dani Abalo se lució con la zurda. Ganó el Celta por el arrojo de López Garai y su sangre fría dentro del área. El Celta ganó porque Michu es el mejor de la plantilla al primer toque. Ganó el Celta porque Yoel realizó una parada providencial en el tiempo de prolongación. El Celta ganó porque el Cádiz no da para mucho más.
Pero, sobre todo, el Celta ganó porque su actitud fue la apropiada. Con ciertas lagunas y alguna excepción (lamentable Botelho), pero lejos del paupérrimo espectáculo ofrecido en Castellón y Villarreal, sin ir más lejos. Tres puntos son un mundo a estas alturas del campeonato, pero su relevancia se dispara si se tiene en cuenta que el Cádiz –rival directo– queda muy tocado y que ninguno de los cuatro equipos que ahora mismo suceden al Celta en la tabla consiguieron ganar ayer. Por si fuera poco, el público respondió y Balaídos registró la mejor entrada de la temporada en Liga, aunque lejos (muy lejos) del casi lleno de la Copa ante el Atlético. Sólo un borrón: la bochornosa actitud de Pedro Botelho. El brasileño no se conformó con completar un pésimo partido y hacer apología de la desidia, sino que encima se enfrentó a Eusebio Sacristán cuando éste decidió sustituirlo. ¿Buen ambiente en el vestuario? A los tres minutos de partido, el Celta mandaba en el marcador. Los jugadores querían dar más y, además, querían que se notase. Justo antes del pitido inicial, los once se abrazan en el círculo central. No habían pasado dos minutos y ya habían lanzado un córner y un tiro a puerta. A los tres, Oriol Riera peinó un saque de puerta de Yoel, Abalo controló con la derecha y sorprendió al portero por alto con una volea con la izquierda. Manos en alto, el arousano pidió disculpas a la afición. ¿Por qué? Habría que revisar unos cuantos vídeos... El gol bastó para hundir a un Cádiz que se sabe moribundo y no ofreció nada a lo largo de los primeros cuarenta y cinco minutos. El Celta no brilló, pero si controló el partido con cierta comodidad y pudo aumentar su ventaja en un contraataque en el que Botelho no llegó a un buen pase de Oriol Riera y Trashorras, con el portero fuera del arco, pecó de individualismo. Parecía imposible, pero los pupilos de Víctor Espárrago reaccionaron tras el paso por vestuarios. El Celta se fue del partido y se dejó empatar. Ogbeche perdonó lo imperdonable en un saque de esquina (min. 47), pero De la Cuesta no lo hizo cinco minutos después. Con la permisividad, cómo no, de un Pedro Botelho que poco después sería sustituido. La afición lo despidió con una sonora pitada y a él no se le ocurrió otra cosa que enfrentarse a Eusebio. Pobre. Eran los mejores minutos del Cádiz, mucho más agresivo que en el primer tiempo. Pero fue el Celta el que marcó. Trashorras centró al área, López Garai controló con el pecho y se la dejó de cara a Michu, que superó a Dani de primeras. A partir de ahí, los celestes tiraron de casta para mantener el resultado, aunque Yoel tuvo mucho que ver en que no se moviera el marcador con una excepcional parada en el descuento. De villano a héroe. Cosas del fútbol.

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