Desde adelfas a belladonas, plantas tóxicas en la historia

Bayas de la planta belladona (Foto: Hans Braxmeier).
photo_camera Bayas de la planta belladona (Foto: Hans Braxmeier).
Estas plantas, a pesar de ser venenosas, fueron muy importantes para el avance de la medicina

A lo largo de los siglos han existido plantas tóxicas para el ser humano que han sido utilizadas por su propia toxicidad o por otras cualidades. Existen muchas plantas tóxicas en la naturaleza, plantas con cualidades que les permiten defenderse, la mayoría de las veces cumplen dicha función, pero en ocasiones, el ser humano puede ir más allá y utilizar dichas propiedades a su favor.

A principios del siglo XIX, en la comarca malagueña de Ronda, se reunió un batallón de franceses dispuestos a acabar con los campesinos de la serranía. Los lugareños, que no se dejaban amilanar con facilidad, decidieron agasajar a los gabachos con una opulenta cena a base de conejos a la brasa. Mientras los hombres salieron al monte a cazar los conejos, las mujeres recolectaron las ramas más vigorosas de adelfa y las despojaron de sus hojas. También recogieron romero, tomillo, mejorana, hierbabuena y romero.

Un banquete "mortal"

Los soldados devoraron la carne y bebieron a placer el vino de la comarca. Después del opíparo banquete bailaron al son del cante andaluz a la luz de las hogueras. Poco a poco el sopor se adueñó de ellos y la sombra del sueño se extendió por el campamento. A la mañana siguiente la mayor parte del batallón estaba muerto, el resto intoxicado.

La adelfa es de porte arbustivo, de floración aromática y de rápido crecimiento, que apenas necesita agua para su mantenimiento, y que se emplea para poblar las medianas de las carreteras de nuestro país. Sus flores son grandes, con cinco pétalos, de simetría girada y unidos por la base. Lo más destacable de esta planta, no son sus flores, si no las toxinas que se encuentran en todo el conjunto. Entre las cuatro y las doce horas después de la ingesta de adelfas aparecen vómitos, diarrea, que puede estar acompañada de sangre, alteraciones del ritmo cardiaco y sensación de vértigo. En los casos más severos la sintomatología termina en parada cardiorrespiratoria. Se piensa que las adelfas más tóxicas son las que tienen flores rojas.

También cabe destacar la historia de la belladona, se trata de una planta de metro y medio de altura con hojas redondas y bayas oscuras. Sus flores forman campanas pintadas de verde y púrpura, colores poco vistosos que le ayudan a ocultarse en la penumbra. La belladona (Atropa belladonna) crece en prácticamente todo el hemisferio norte en zonas oscuras y húmedas, entre la maleza y bajo frondosos árboles. No parece gran cosa, una hierba más en el bosque, sin embargo, la historia de la belladona y la humanidad han caminado a la par desde antes de las primeras civilizaciones hasta nuestros días. Ha pasado de ser usada como sustancia recreativa a dar a luz algunos de los fármacos más relevantes de nuestro tiempo.

Normalmente, las bayas de la belladona se han adaptado a ser devoradas por pájaros. Se trata de un mensajero perfecto, capaz de enviarlas lejos sin masticarlas ni dañarlas. De hecho, los jugos gástricos de los pájaros las ayudan a germinar, debilitando el duro exterior de las semillas.

Se popularizaron sus infusiones como cosmético entre las mujeres en el siglo XVI. La atropina, uno de los principios activos de la belladona, dilata las pupilas y sonroja la piel, produciendo coloretes naturales. El origen del nombre es precisamente este, del italiano “mujer hermosa”. Hasta entonces se la llamaba atropa, por Átropos, una de las tres Morias que en la mitología griega tejían y cortaban la vida de las personas. Átropos era la última en actuar, la que segaba el hilo, poniéndole fin a la vida de su propietario. Una analogía que nos da pistas sobre el siguiente paso que esta droga dio en la civilización. A pesar de este uso, también se utilizó para avanzar en las vías de la medicina.

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