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El BBVA, del prestigio al escándalo

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photo_camera Junta de accionistas del BBVA, el pasado viernes.

En España se terminó demonizando a las cajas de ahorros porque estaban politizadas, pero parece que no solo eran las viejas cajas las que se dedicaban a tales menesteres. Hay bancos con vicios ocultos.

Las familias de Neguri no dan crédito a lo que ven sus ojos pero su brillo en su antiguo banco –el de Bilbao, claro– se ha marchitado. Visto lo visto, han hecho un mal negocio con la expansión producto de una cadena de fusiones que, curiosamente, se había iniciado en Galicia, en 1970, cuando el Bilbao se hizo con el histórico Banco de La Coruña, creado en 1917. Después vendría, en 1989, la fusión con el Vizcaya -otro buen banco, de cultura distinta, más industrial- y, finalmente, en el 2000, la suma de Argentaria, que procedía de la esfera pública. Por eso se llama Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA). Hoy, la segunda entidad financiera española por volumen de activos. Adquisiciones posteriores, como las de Unnim Banc y Catalunya Banc, ya no alteraron su nombre.

El Bilbao, que es como se le conocía, era un banco serio, útil para familias y empresas, regido por financieros vascos, con cultura industrial, de negocio. Pero lo que no había podido capilarizar la vieja política franquista terminó haciéndolo un gobierno del PP, una vez que la entidad estaba copresidida por los dos presidentes anteriores del BBV, Emilio Ybarra, y de Argentaria, Francisco González (FG). Fue en 2001, con Aznar en la Moncloa, cuando FG se hizo con la presidencia y reforzó sus lazos con el PP. La lucha política por el banco empezaba a germinar sin que el PSOE fuese capaz de tumbar a FG. Sus intentos, tanto desde el propio entorno del banco, con el ex ministro Miguel Sebastián a la cabeza, como desde fuera, con la ayuda de importantes accionistas -léase Luis del Rivero, de Sacyr-, no fructificaron. Tuvo que esperar hasta hace poco para deshacerse de FG, quien al igual que sus antecesores hizo un importante despliegue internacional con importantes compras de bancos más pequeños, especialmente en América Latina pero también en Turquía y en otros países.

Filtraciones de documentos apuntan a que durante casi catorce años, el excomisario corrupto José Manuel Villarejo realizó trabajos de espionaje que incluían el pinchazo de teléfonos de miembros del Gobierno y altos cargos de instituciones como la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Informaciones obtenidas por ese tipo de vías terminaron, aparentemente, en manos del expresidente del BBVA, Francisco González, y parece estar acreditado el pago de algo más de 6 millones de euros a Cenyt, una sociedad mercantil propiedad de Villarejo.

El caso, ya judicializado, está en manos de la Audiencia Nacional, que abrió una investigación sobre las actividades de Villarejo. Además, están las demandas de afectados: el exministro y exdirector de Estudios del BBVA, Miguel Sebastián; el exvicepresidente de la CNMV, Carlos Arenillas; el expresidente de Sacyr, Luis del Rivero, y el exvicepresidente del BBVA, José Domingo Ampuero. Todos aparecen en los papeles de Villarejo como objetivos de sus escuchas telefónicas en 2004 y 2005, cuando la constructora Sacyr pretendía convertirse en un socio de referencia del banco y asaltar su cúpula para echar a FG.

González dice ahora que deja sus cargos –ya solo honoríficos– en el BBVA mientras dure la investigación del caso Villarejo pero tras su supuesta renuncia “temporal” solo se podría reincorporar si el consejo le vuelve a nombrar, algo que parece improbable. Su sucesor, Carlos Torres, tiene una gran oportunidad para volver a hacer banca y reconciliarse con clientes descontentos.

@J_L_Gomez

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