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De un buen año a otro con incertidumbre

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photo_camera Nadia Calviño y Pedro Sánchez
Profesores de las tres universidades de Galicia y de la Universidade do Minho configuran el Anuario 2019 del Foro Económico de Galicia, donde también escribe el empresario ourensano Emilio Pérez Nieto.

El Anuario 2019, del que soy coeditor junto con el profesor Albino Prada, constata que la economía española creció en 2018 un 2,6%, el menor incremento en cuatro años: 3,6% en 2015, 3,2% en 2016, y 3,0% en 2017. En Galicia, el PIB cerró 2018 con un crecimiento del 2,8%, cuatro décimas menos que en el año precedente. Como sostienen Emilio Pérez Nieto y Santiago Lago Peñas, presidente y director del Foro Económico de Galicia, respectivamente, 2018 fue un buen año para la economía gallega, y 2019 se desarrolla como un ejercicio de mayor incertidumbre y más deberes pendientes.

Galicia superó por primera vez en su historia el 90% del PIB per cápita, un dato poco conocido, pero relevante. Hoy está por delante de Asturias, Comunidad Valenciana o Canarias. Es décima en la clasificación autonómica: Extremadura y Andalucía, los colistas, quedan ya muy atrás, pero aún están lejos las más ricas: Madrid y el País Vasco.

¿Por qué se ralentizó el crecimiento? Hay al menos tres factores: el peor comportamiento de las exportaciones, el menor gasto público y la moderación del consumo de los hogares. Con las inversiones, una de cal y otra de arena: mejoraron en la primera mitad del año pero retrocedieron un 0,2% trimestral entre octubre y diciembre. De la falta de confianza empresarial en España puede ser reveladora la inversión de bienes de equipo y maquinaria, que se desplomó un 2,7% trimestral justo en el cierre del año. Ya en este ejercicio 2019, la economía se ralentizó y tras crecer hasta marzo un 0,7%, aumentó solo un 0,5% entre abril y junio. El avance interanual se sitúa en el 2,3%.

Al Gobierno le aguarda un país con importantes problemas económicos -deuda, déficit, paro, desigualdad, precariedad, ...-, donde el debate político se centra en otros asuntos, de menor importancia, y lo que es peor, en insultos y denuncias, que podrán amenizar las sucesivas campañas electorales -parece que siempre es tiempo de elecciones-, pero que no ayudan a resolver los problemas de la gente.

El crecimiento interanual se sitúa ahora en el 2,3%. Al futuro Gobierno le aguarda un país con importantes problemas económicos

Los grandes debates –antes y después de votar– solo sirvieron para escenificar la división de los dos bloques políticos en materias como el empleo, las pensiones, la fiscalidad y la vivienda. Como diría el ex ministro Jordi Sevilla, en España se pasó del bipartidismo PSOE-PP “al bibloquismo” de izquierdas y derechas, sin que esos dos bloques quieran avanzar hacia la transversalidad para resolver los problemas del país, lejos de enfrentamientos estériles. No solo no se pacta sino que se cuestiona la centralidad. Así cuando se escuchan propuestas para reducir el gasto público de manera exagerada, procede desconfiar, puesto que España ya tiene el menor gasto público de los cuatro países más grandes de la eurozona. La misma desconfianza puede aplicarse a las promesas de elevar el gasto público prácticamente sin límite, ya que, entre otras cosas, no será posible mientras España esté en el euro.

El problema de España no es su porcentaje de gasto público en función del PIB, bajo en el contexto europeo, sino la eficiencia del Estado. Alemania, Francia e Italia, las tres primeras economías de la eurozona, tienen porcentajes de gasto público sobre PIB superiores a España. Por tanto, hay margen para aumentar el gasto público, si se quiere, pero también lo hay para reducir la economía sumergida y evitar las ineficiencias de su economía y de sus presupuestos. 

@J_L_Gomez

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