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"Estamos ya ante una desaceleración suave"

Alex Ruiz, economista de Caixabank.
photo_camera Alex Ruiz, economista de Caixabank.

Alex Ruiz es economista del Área de Planificación Estratégica y Estudios de Caixabank

Alex Ruiz, que forma parte del Área de Planificación Estratégica y Estudios de Cixabank, ha ofrecido ante ochenta empresarios ourensanos una visión del escenario económico internacional. Los indicadores manejados por este economista llegan a una conclusión: hay una desaceleración. No es traumática, pero el crecimiento se ralentiza. Las dudas son muchas, pero parece que no habrá excesivos costes sociales. Eso sí, tiene claro que estamos ante una época incluso de cambio cultural. 

¿Cuáles son los datos que manejan para llegar a la conclusión de que hay desaceleración? 

La verdad es que este escenario de desaceleración lo vemos porque las economías avanzadas van a crecer menos, particularmente Estados Unidos. Ahí se acaba el estímulo fiscal que ha hecho Donald Trump en los últimos años y ahí van a crecer un 1,7% en un año o año y medio y también algo menos en Europa, aunque aquí la situación es un poco diferente, estamos en el medio de un bache y vamos a ir saliendo. 

En el caso concreto de Europa, ¿dónde están las amenazas?

Europa está atravesando un bache suave y temporal, y deriva de tres factores principales. En primer lugar, hay mucha incertidumbre política por amenazas como el brexit, la situación italiana, las protestas en Francia, el antieuropeismo que podría entrar en el Parlamento Europeo, etcétera. En segundo lugar, está la incertidumbre sobre la guerra comercial ya que está muy expuesta al comercio mundial. Países como Alemania son motores exportadores y por lo tanto sufren la incertidumbre. Y en tercero, hay un debilitamiento industrial más fuerte de lo que se esperaba, sobre todo derivado de la situación de la automoción, que está ahí recibiendo sus shocks. 

¿Esa desaceleración va a tener costes sociales sobre las empresas y el empleo? 

Nosotros vemos una desaceleración suave que, para que te sitúes, en la magnitud del crecimiento mundial pasará del 3,6% del año pasado al 3,4%. ¿Eso qué quiere decir? Que es una desaceleración suave pero no dramática. La mejora del bienestar del consumidor y del mercado del trabajo va a seguir. Estos son ritmos de crecimiento que permiten seguir creciendo en empleo y reduciendo la tasa de paro, por lo tanto lo que vamos a ver es continuidad de la mejora.

¿Se enmarca esto en el cambio de paradigma, nuevos modelos de producción y consumo a los que necesariamente nos debemos acostumbrar?

Aquí se ha cruzado el corto y el largo plazo. A corto, lo que comentaba: desaceleración y ciclo más maduro; a largo estamos sufriendo muchos cambios simultáneamente: uno es el cambio tecnológico, que ya lleva una década y media, y el otro es la maduración de la globalización, que sigue ahí operando a pesar de los cambios que vienen de Estados Unidos. También hay un reto demográfico y todo eso va a impactar a medio o largo plazo, con una economía que va a crecer menos, pero va a seguir creciendo. 

¿Cree que debe haber un urgente cambio de mentalidad social ante el nuevo escenario económico y laboral?

Esto es un cambio cultural. Los cambios culturales siempre van antes que los cambios económicos. Tenemos que cambiar de chip y eso se tiene que ver acompañado de unas políticas públicas diferentes. El ejemplo más claro son las políticas públicas de empleo. Vamos a seguir creciendo, va a seguir bajando el paro pero hay bolsas de personas a las que hay que aplicar políticas de formación y de reinserción en el mercado de trabajo. Esto es inevitable y además urgente. 

¿Qué sectores o actividades están en riesgos en ese escenario de desaceleración?

La automoción es uno de los sectores que está sufriendo varios shocks al mismo tiempo. Hay dudas sobre la demanda futura, hay cambios en la regulación y en las políticas de emisiones y por lo tanto hay cambios de oferta. En ese sentido, los sectores abiertos a la competencia internacional son más susceptibles de tener que cambiar más cosas. 

¿Estamos envejeciendo bien económicamente?

Los retos del envejecimiento son de los más interesantes que puede haber en estos momentos en Europa. Tenemos que cambiar, tenemos que ver ese cambio cultural, pero el envejecimiento también abre posibilidades no exploradas hasta la fecha. Debemos analizar cómo utilizamos los años de vida adicionales, cómo garantizas los servicios públicos y demás. Seguramente es el reto más importante junto a la adaptación tecnológica que tiene Europa y por extensión España y Galicia. 

Dicen los empresarios que necesitan escenarios políticos de certidumbre. En ese contexto ¿cree que hay escenarios para el optimismo o para la preocupación?

Creo que nos vamos a quedar en el medio de la portería. Una baja incertidumbre es necesaria para la inversión y el consumo. Vemos que algunos sectores se frenan porque con la incertidumbre es difícil ver cómo van las cosas. En el caso de Europa se están reduciendo algunas dudas, aunque se mantienen otras abiertas como el brexit, y hay otras que han llegado para quedarse, como la fragmentación política que estamos viendo en muchos electorados de muchos países. Habrá que lidiar con todo esto porque la economía necesita un marco estable y de referencia. Ese es el reto. 

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