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La factura de la prolongada sequía

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photo_camera Vacas pastando en el lecho del Guadiana, junto al puente de Ajuda que conecta Olivenza en España con Elvas en Portugal.

La falta de agua ya supone  esta campaña cambio en  cultivos de secano y riesgos de deslocalización de otros en el futuro

La ausencia de agua durante los últimos meses para el conjunto de las producciones de secano y para los pastos utilizados por las cabañas ganaderas extensivas de norte a sur y la no disponibilidad de recursos embalsados en zonas de riego, han pasado una elevada factura al campo con una reducción del valor de la Producción Final Agraria cercana al 10%.Esta factura ha tenido básicamente tres impactos: una reducción de las producciones, un incremento de los costes de producción y finalmente un cambio de cultivos en esta campaña y el riesgo de que una serie de producciones de regadío, fundamentalmente en tierras de Levante sin agua suficiente, se deslocalicen en busca de otras zonas donde se les asegure el abastecimiento.

Al margen de los datos sobre indemnizaciones manejados por Agroseguro, 220 en los cereales y unos 730 en total, que siempre responden solamente al volumen de superficies o capital asegurados, las organizaciones agrarias no han hecho muchas evaluaciones sobre daños donde cabe señalar la estimación de Upa de 3.600 millones de pérdidas. Cifras aparte, siempre discutibles, el debate fundamental que abre la sequia es analizar que producciones serán o no rentables en el futuro de acuerdo con el volumen de agua necesario para la mismas.

En cereales, el sector sufrió un recorte en sus producciones del 36% sobre la campaña anterior y de un 25% sobre la media de las tres campañas precedentes, lo cual no fue suficiente para subir los precios ante la presión de las importaciones baratas. La sementera de unos seis millones de hectáreas de cereales de invierno se desarrolla en condiciones extremas en todas las zonas. Sembrar ha supuesto para los agricultores asumir el riesgo de perder trabajo y semillas, aunque ello no implica la imposibilidad de que haya una buena cosecha si cambian las condiciones climatológicas. Muchos agricultores en la zona sur han decidido no plantar cereal en secano y optar por la siembra en los próximos meses de girasol.

Las futuras siembras de maíz o remolacha se hallan entre interrogantes por temor a que no haya agua embalsada y por el coste que supone el uso del agua subterránea por el precio de la energía, en medio de la indiferencia de la Administración.

En el caso de la remolacha, hace un año, en zonas de Castilla y León se tuvo que aplazar la recogida por estar los campos inundados. Hoy, por la sequia, los agricultores se han visto obligados en muchos casos a regar la tierra para sacar una remolacha con menos rendimientos en volumen y en riqueza. En la zona sur falta agua para la sementera.

El sector de frutas y hortalizas es el que más ha sufrido y, sobre todo, tiene pánico al futuro por la falta de agua embalsada, lo que ya ha supuesto esta campaña un incremento en los costes de producción ante la necesidad de utilizar agua desalada en la zona mediterránea con un coste tres veces superior, menos producción y un aumento de los precios en origen. En Murcia, unos 15.000 agricultores habrían decidido reducir por ese motivo entre un 30% y un 40% nuevas plantaciones, lo que afectará básicamente en una primera fase a la oferta de productos de hoja como lechuga, coliflor o brócoli, que ya está afectando a los cítricos y que en una segunda fase también se reflejaría en otras producciones de frutos como tomate, pimientos etc.. Ante esta situación, reclama una nueva política para una mejor y más justa distribución y eficiencia en el uso del agua.

En el caso de fruta dulce, de hueso o de pepita, melocotones, peras manzanas, el sector mantiene actualmente un debate sobre la relación entre el coste y volumen de agua utilizada y el precio del producto ante la posibilidad de reducir o limitar superficies de cultivo.

El conjunto de las cabañas ganadas extensivas, fundamentalmente vacuno ovino y caprino son las más duramente afectadas por la falta de lluvias con la consiguiente inexistencia de pastos desde la primavera pasada. Los ganaderos se han visto obligados a utilizar más piensos y, sobre todo más paja para el vacuno desde Galicia a Andalucía. En el caso de los piensos, afortunadamente para los ganaderos, tienen bajos precios en los cereales, mientras en la paja, según datos de Europaja, los precios puesta en explotación se han disparado hasta una media de entre nueve céntimos kilo si es de trigo y de 11 si es de cebada. Para dar una idea del precio.

La patronal del vacuno Asoprovac estima el incremento de costes en 1,5 euros por animal y día en alimentación, pienso y paja y de 0,50 por agua. En el caso del ovino, y una tercera parte. Desde Asoprovac se destaca la entrada de menos animales para cebo de engorde, lo que podría reducir la oferta a medio plazo.

En el olivar, la falta de agua en los secanos se ha reflejado en un recorte de la cosecha en un 15% sobre la campaña anterior para elevarse a solo 1.100 toneladas. La caída no sido superior por la existencia de unas 770.000 hectáreas de olivar en regadío que dispuso de agua. Los precios siguen fuertes por lo que algunos grandes grupos industriales tratan de bajarlos para mantener las ventas al consumo interior y en las exportaciones.

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