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La locomotora española pierde fuelle

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photo_camera Fachada principal de la sede de la Generalitat, en Barcelona.

Madrid le pisa los talones y Cataluña ve como no solo Madrid sino también el País Vasco y Navarra le aventajan en PIB per cápita. El problema, focalizado en las sedes de empresas, es más profundo. Algo va mal. 

Cataluña lleva ya mucho tiempo debatiéndose entre la independencia y su pertenencia a España, lo cual repercute en muchos aspectos de su vida política, pero también económica, social y cultural. De entrada, la impresión que da es que Cataluña pierde fuelle económico, lo cual es una mala señal para sus ciudadanos pero también para España, al tratarse de su locomotora.

Cataluña sigue creciendo, es verdad, pero pierde posiciones. Ha llegado un momento en el que, situada en tierra de nadie –sin independencia y sin respetar su pertenencia a España–, podría terminar por pagar un alto precio económico, además de político –sus instituciones no funcionan– y social, con los catalanes divididos en su propia casa. Sea lo que sea, esta situación no será sostenible.

Estos días, la atención de los empresarios catalanes –y españoles– estuvo centrada en torno al Círculo de Economía de Barcelona, reunido en su cumbre anual de Sitges, desde donde Foment, la patronal catalana, reclamó al Govern de la Generalitat –bajo control independentista– que haga una “declaración de que no romperá la legalidad” española para que vuelvan las sedes de los bancos y de las empresas que se fueron a raíz del procés, pero el problema es más de fondo.

Que vuelvan las empresas es importante, pero no es lo más importante. El mensaje de la patronal catalana tiene en cuenta que algo va mal y que lo que hasta ahora se fue capeando mejor o peor, exige mover ficha. Sucede que el calendario económico convive mal con la agenda política, pendiente del juicio del procés en Madrid y con el independentismo bloqueado. Lo más probable es que hasta que haya elecciones en Cataluña no pasará nada relevante, lo cual ralentiza todo, de ahí la llamada de atención de los empresarios.

Basada principalmente en los sectores industrial y de servicios, la economía de Cataluña constituye alrededor de un 19 % de la economía de España, con un PIB per cápita por encima de la media de Unión Europea. Pero Madrid, que le aventaja en PIB per cápita, ya le pisa los talones con un 18,9 del PIB de España.

Si bien en población –7.516.544 habitantes– es la segunda comunidad autónoma española, por detrás de Andalucía, Cataluña es la primera economía de España por volumen de PIB y la cuarta en PIB per cápita (30.064 euros), tras Madrid, País Vasco y Navarra. Andalucía, que es la más poblada, no pasa del tercer puesto en términos de PIB y se ve relegada al puesto 17 en PIB per cápita, con solo 18.557 euros. Galicia, que es la quinta comunidad por nivel de PIB –aporta el 5,2%–, cae también mucho en PIB per cápita, hasta el puesto 10, con 22.404 euros.

Aunque son economías similares en términos de PIB, Cataluña y Madrid son distintas en muchos aspectos, que van desde los más obvios –superficie, número de provincias– hasta otros menos conocidos, pero más relevantes. Cataluña es una economía mucho más exportadora que Madrid –le dobla con creces– y también más importadora, si bien en este caso la diferencia es mucho menor. Ambas coinciden en tener balanzas comerciales negativas, con Cataluña muy endeudada y Madrid en una situación mucho más favorable.

Si no pasa nada, las contradicciones de un empresariado catalán donde hay independentistas y españolistas terminarán por romper sus cada vez más difíciles equilibrios internos. Cataluña exige una salida.

@J_L_Gomez

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