Mariano Rajoy se puede ir hoy a la cumbre europea más tranquilo, porque no lleva la maleta llena de reproches de la oposición y porque tiene en Alfredo Pérez Rubalcaba un aliado para la batalla que le espera en Bruselas

El ring está en Bruselas

El secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba y el presidente del Gobierno Mariano Rajoy. (Foto: ÁNGEL DÍAZ)
Mariano Rajoy se puede ir hoy a la cumbre europea más tranquilo, porque esta vez no lleva la maleta llena de reproches de la oposición y, sobre todo, porque tiene en Alfredo Pérez Rubalcaba un aliado para la batalla que le espera en Bruselas. El 'cara a cara' semanal entre el presidente del Gobierno y el líder socialista estuvo exento de confrontación y ambos escenificaron en la sesión de control del Congreso el consenso con el que se quieren presentar ante Europa.
Rajoy se guarda así los guantes de boxeo para la cumbre, porque como reconoció tiene mucho por lo que pelear y hay que conseguirlo cuanto antes: España no puede seguir financiándose a un coste tan alto por mucho tiempo. A un día de la cita clave, el presidente se centró en mandar a Europa todos los mensajes que puede, consciente de que España necesita, como el aire, que la UE ponga en marcha todos los instrumentos con los que cuenta para ayudar a calmar los mercados.

Rubalcaba cumplió con Rajoy y no ha querido hacer sangre en su intervención. Eso sí, no perdió la ocasión de volver a pedir al presidente que consiga que se amplíe el calendario de reducción del déficit público sin que nos pongan nuevas y más duras condiciones. Y mandó a Rajoy a Bruselas a 'pelear' para conseguir la fórmula más beneficiosa posible -si es que la hay- del rescate bancario.

Tampoco el portavoz del PNV, Josu Erkoreka, estuvo duro con el jefe del Ejecutivo, aunque sí le reprochó que hable tanto del 'binomio crecimiento y empleo' sin terminar de tomar medidas. Así que a 'dejar de hablar del binomio para ponerse a trabajar por él', dijo Erkoreka, a lo que Rajoy replicó con el recuerdo de la obligada austeridad y una de sus frases más manidas: 'gastamos lo que no teníamos'.

Después de estos debates de guante blanco se preveía una sesión de control calmada, pero eso nunca pasa en el Congreso. Encendido fue el debate entre el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, y la diputada socialista María González Veracruz sobre el matrimonio homosexual.

Mientras González le pidió que retire el 'recurso de la vergüenza', el que el PP interpuso en el Tribunal Constitucional contra la unión de personas del mismo sexo, Gallardón se vino arriba asegurando que los populares no sólo respetan, sino que además defienden los derechos de los homosexuales, y acusó a la socialista de hacer 'política barata'. Jaleado sobremanera por la bancada popular, Gallardón también provocó otra de las polémicas de la mañana, cuando sugirió que Pérez Rubalcaba cambió de posición en política antiterrorista.

Hubo un embrollado debate que empezó Rubalcaba pidiendo explicaciones y en el que intervinieron el portavoz del PP, Alfonso Alonso, el secretario general del grupo socialista, Eduardo Madina, y el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz-. Todo para nada: cada uno se mantuvo en sus trece.

Y encima, no quedó claro si el presidente de la Cámara, Jesús Posada, defendía las tesis de Pérez Rubalcaba o quería apaciguar los ánimos, en este día que comenzó calmado para algunos 'púgiles' del Congreso y acabó mucho más acalorado para otros.

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