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El turismo, en cifras récord de visitas y gastos

Asistentes a la feria internacional en la jornada de ayer. (FERNANDO VILLAR)
photo_camera Asistentes a la feria internacional en la jornada de ayer. (FERNANDO VILLAR)
Este año, el turismo español está llamado a batir todos los récords en plena recuperación del sector, pero las crisis recientes han puesto de manifiesto que España no solo debe volcarse en el turismo

Esta semana se celebra la 43ª edición de Fitur, la feria de turismo que acoge a 131 países y 8.500 empresas y a la que se espera que asistan más de 200.000 personas hasta este domingo, que será cuando se clausure. Todos tenemos conocidos que se han ido a Fitur. El país entero ha vuelto la vista al turismo. Como dijo el presidente Sánchez, el sector volverá a cifras récord de turistas y gasto.

En España ya se habla más del turismo que de cambiar su modelo productivo. Y razones para ello no faltan: el turismo está llamado a batir todos los récords en 2023, en plena recuperación del sector, que ya rozó el año pasado al nivel prepandemia. No así el conjunto de la economía.

No es que sea mala tanta euforia –sin duda es buena–, lo que no es bueno es que España se olvide de cambiar, simultáneamente, la estructura de su PIB, de modo que la industria pese más. Por tanto, no se trata de resituar el turismo, sino de hacer compatible su empuje con otras bonanzas en otros sectores, más rezagados. Las últimas dos grandes crisis –2008 y 2020-2022–han puesto de manifiesto que el gran peso relativo del turismo y el exceso minifundismo empresarial eran un lastre.

España debe fortalecer su tejido económico y entender que no solo de turismo debe vivir. Hay una lección bien reciente. Cuando se asomó a esta última crisis, el turismo suponía en España más del 12% del PIB y del empleo, el 16% de los ingresos por exportaciones y un 50% de los ingresos por exportaciones de servicios. Por eso la frenada en seco del turismo internacional en 2020 –más del 75% de abril de 2020 a marzo de 2021– pasó una factura tremenda a la economía.

El problema no es solo un peso relativo del turismo excesivamente alto –significó el 60% de la recuperación en 2022–, sino que su modelo económico es incapaz de crecer y absorber el paro estructural y el juvenil. Digitalización y transición verde es la doble vía por la que han de peregrinar todas las administraciones.

Un escenario de futuro puede ser compatible con que España se mantenga como una potencia global en turismo, aunque de otro modo. A riesgo de rebajar la cantidad, puede aumentar la calidad como el mejor camino para elevar la competitividad del sector y mejorar la oferta cultural.

El sector recuperó, primero, el turismo interior y poco a poco fue consolidándose la vuelta de los visitantes extranjeros, básicamente británicos y alemanes, ya que juntos representan una tercera parte de todos los turistas de otros países.

El sol y la playa constituyen una fórmula de éxito más que contrastada, pero –sin renunciar a la sostenibilidad medioambiental– hay margen de mejora en la buena gestión los atractivos históricos, culturales, artísticos o gastronómicos del conjunto de España –no solo del Mediterráneo o las Canarias–, lo que daría pie a viajeros con demandas más selectivas y mayor poder adquisitivo.

Es en este contexto en el que Galicia puede jugar sus bazas, al tiempo que llega una novedad importante: el tren de alta velocidad. “El AVE a Galicia supondrá un nuevo impulso para que Ourense pueda alcanzar una mayor cuota de nuevos turistas”, sostiene Paula Sánchez, técnica en turismo. Su receta: los viajes centrados en el termalismo –Ourense, Laias, Lobios, Arnoia o Ribadavia cuentan con una excelente oferta termal–, la naturaleza, la cultura y la gastronomía de este “increíble destino”. 

Esta semana se celebra la 43ª edición de Fitur, la feria de turismo que acoge a 131 países y 8.500 empresas y a la que se espera que asistan más de 200.000 personas hasta este domingo, que será cuando se clausure. Todos tenemos conocidos que se han ido a Fitur. El país entero ha vuelto la vista al turismo. Como dijo el presidente Sánchez, el sector volverá a cifras récord de turistas y gasto.

En España ya se habla más del turismo que de cambiar su modelo productivo. Y razones para ello no faltan: el turismo está llamado a batir todos los récords en 2023, en plena recuperación del sector, que ya rozó el año pasado al nivel prepandemia. No así el conjunto de la economía.

No es que sea mala tanta euforia –sin duda es buena–, lo que no es bueno es que España se olvide de cambiar, simultáneamente, la estructura de su PIB, de modo que la industria pese más. Por tanto, no se trata de resituar el turismo, sino de hacer compatible su empuje con otras bonanzas en otros sectores, más rezagados. Las últimas dos grandes crisis –2008 y 2020-2022–han puesto de manifiesto que el gran peso relativo del turismo y el exceso minifundismo empresarial eran un lastre.

España debe fortalecer su tejido económico y entender que no solo de turismo debe vivir. Hay una lección bien reciente. Cuando se asomó a esta última crisis, el turismo suponía en España más del 12% del PIB y del empleo, el 16% de los ingresos por exportaciones y un 50% de los ingresos por exportaciones de servicios. Por eso la frenada en seco del turismo internacional en 2020 –más del 75% de abril de 2020 a marzo de 2021– pasó una factura tremenda a la economía.

El problema no es solo un peso relativo del turismo excesivamente alto –significó el 60% de la recuperación en 2022–, sino que su modelo económico es incapaz de crecer y absorber el paro estructural y el juvenil. Digitalización y transición verde es la doble vía por la que han de peregrinar todas las administraciones.

Un escenario de futuro puede ser compatible con que España se mantenga como una potencia global en turismo, aunque de otro modo. A riesgo de rebajar la cantidad, puede aumentar la calidad como el mejor camino para elevar la competitividad del sector y mejorar la oferta cultural.

El sector recuperó, primero, el turismo interior y poco a poco fue consolidándose la vuelta de los visitantes extranjeros, básicamente británicos y alemanes, ya que juntos representan una tercera parte de todos los turistas de otros países.

El sol y la playa constituyen una fórmula de éxito más que contrastada, pero –sin renunciar a la sostenibilidad medioambiental– hay margen de mejora en la buena gestión los atractivos históricos, culturales, artísticos o gastronómicos del conjunto de España –no solo del Mediterráneo o las Canarias–, lo que daría pie a viajeros con demandas más selectivas y mayor poder adquisitivo.

Es en este contexto en el que Galicia puede jugar sus bazas, al tiempo que llega una novedad importante: el tren de alta velocidad. “El AVE a Galicia supondrá un nuevo impulso para que Ourense pueda alcanzar una mayor cuota de nuevos turistas”, sostiene Paula Sánchez, técnica en turismo. Su receta: los viajes centrados en el termalismo –Ourense, Laias, Lobios, Arnoia o Ribadavia cuentan con una excelente oferta termal–, la naturaleza, la cultura y la gastronomía de este “increíble destino”.

@J_L_Gomez

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