El copárroco celanovés Benito Gómez festejará este domingo el 50 aniversario de su ordenación sacerdotal con una misa y posterior comida que cuenta ya con 230 comensales anotados.
¿Cómo se siente?
Contento de recorrer una etapa a la que no muchos llegan, hoy sólo hay cuatro con parroquia en la provincia. Además, estoy muy emocionado por el cariño de la gente. En Celanova, donde llevo ya 25 años, me siento muy a gusto y la parroquia tiene tal cantidad de actividades que uno no tiene tiempo para aburrirse.
¿Qué guarda con más cariño de estos 50 años de vocación?
La familia, que siempre estuvo conmigo y yo con ella, y los compañeros. Tanto de las parroquias como en las etapas que estuve como delegado de Enseñanza religiosa en los colegios, como capellán en el hospital. Un trabajo duro, pero muy gratificante.
¿Qué ha cambiado en estos años?
La iglesia se ha abierto muchísimo, aunque otros dirán que tendría que abrirse más, y el Papa Francisco anima a seguir esa línea de salir a la periferia.
Como párroco rural, ¿cuál es la solución a la falta de fieles?
El problema del rural es que no hay gente. Si hiciéramos una estadística, nos daríamos cuenta de que entre el 70 y el 90% de la población acude a la iglesia. La agrupación podría ser una solución, escuchando y respetando las decisiones de los fieles. En Celanova, por ejemplo, ya lo aplicamos con la Vigilia Pascual desde el año pasado y está dando buenos resultados. n
Contento de recorrer una etapa a la que no muchos llegan, hoy sólo hay cuatro con parroquia en la provincia. Además, estoy muy emocionado por el cariño de la gente. En Celanova, donde llevo ya 25 años, me siento muy a gusto y la parroquia tiene tal cantidad de actividades que uno no tiene tiempo para aburrirse.
¿Qué guarda con más cariño de estos 50 años de vocación?
La familia, que siempre estuvo conmigo y yo con ella, y los compañeros. Tanto de las parroquias como en las etapas que estuve como delegado de Enseñanza religiosa en los colegios, como capellán en el hospital. Un trabajo duro, pero muy gratificante.
¿Qué ha cambiado en estos años?
La iglesia se ha abierto muchísimo, aunque otros dirán que tendría que abrirse más, y el Papa Francisco anima a seguir esa línea de salir a la periferia.
Como párroco rural, ¿cuál es la solución a la falta de fieles?
El problema del rural es que no hay gente. Si hiciéramos una estadística, nos daríamos cuenta de que entre el 70 y el 90% de la población acude a la iglesia. La agrupación podría ser una solución, escuchando y respetando las decisiones de los fieles. En Celanova, por ejemplo, ya lo aplicamos con la Vigilia Pascual desde el año pasado y está dando buenos resultados. n
