Pequeños y mayores participaron en la jornada festiva, primera del calendario de Entroido del barrio ourensano
En Eiroás, el sonido de las olas rotas contra el suelo marcó este domingo el inicio del Entroido. El Domingo Oleiro atrajo hasta la plaza central del barrio de la ciudad a numerosos vecinos, pequeños y mayores, que quisieron participar de la celebración y probar suerte en el lanzamiento de los cántaros.
Para las pitas, la de este domingo fue una tarde muy especial. "Hoxe -por el domingo- é o primeiro día do Entroido que saímos co traxe, é a inauguración oficial", apunta José Luis López, uno de los organizadores. Así, el centro social de Eiroás se convertía desde las cuatro de la tarde en el "backstage" de la fiesta. Después de vestirse con el traje -para su colocación tardan sobre veinte minutos-, las pitas añaden una nueva cinta a su vestimenta, este año, de color azul "Unión Europea". "Cada Entroido de Pita é unha nova cinta á espalda", explican los protagonistas. Tanto las mayores como las pequeñas lucen una nutrida ristra: "A maioría dos nosos fillos xa vestiu a Pita ao pouquiño de nacer, algúns con tres meses de vida". No obstante, los más jóvenes todavía no visten la "carauta" -careta-: "Como nos enxesamos a cabeza para facer o molde aínda non llo facemos por si se agobian, queda para cando sexan máis grandes".
Después de colocarse el traje, las "pitas" revisaron lo más importante: las olas. En un carro decorado con flores de mimosas guardaron las coloridas vasijas para transportarlas hasta la plaza. "La decoración la hacen los niños, tanto los nuestros como sus amigos o vecinos, siempre invitamos a todo el mundo para que participe", explica Montse Santiago. Aquellas olas que resisten el Domingo Oleiro -o aquellas que son "indultadas" por las pitas- se devuelven a sus artitas.
Los huevos, que no falten
La música de la charanga Alambique abrio el paso al grupo, que tiró huevos a los vecinos a modo de saludo e inauguración del Entroido 2019. Entre el público, aplausos, bailes, conversación y mucha alegría, además del sonido de las chocas de las pitas, que no dejó de escucharse durante toda la tarde, así como el ruido de las olas rompiéndose. "Para o barrio é moi positivo que recuperasen a tradición, aínda que agora sexa distinta, tamén é máis bonita", explican varias vecinas de Eiroás.
