Entroido 2023

Ourense recuperó una veintena de máscaras de Entroido en una década

Follateiro de Lobios, Charrelo de A Veiga, Cabreiro de Muíños y Chocalleiro de Vilardevós.
photo_camera Follateiro de Lobios, Charrelo de A Veiga, Cabreiro de Muíños y Chocalleiro de Vilardevós.

Peteirán, Botarga, Entrudio o Maragato son los personajes del Entroido de Ourense que salen por primera vez a la calle en este 2023, después de décadas en el olvido

En la pequeña aldea de Freás (Astariz, Castrelo de Miño) residen 66 vecinos pero hay casi 100 anotados en la asociación vecinal de Castro da Santa Lucía. Los habituales y los emigrados hacen piña para recuperar, entre otras cosas, el Entroido perdido hace más de 50 años. Los Peteiráns de Freás son uno de los personajes del carnaval ourensano que saldrán, por primera vez después de medio siglo, este Domingo de Entroido. Es una figura colorida, observadora y callada. Peteirán viene de peteiro (pico), lo más característico de la máscara, y de peta (herramienta de hierro para cavar en terrenos duros). Ramón, José Manuel, Puri, Antonia, José Manuel, Isaac y Luis presumen de Peteiráns en una viña de O Ribeiro que también les conecta con la esencia de su Entroido: la naturaleza. Ellas llevan una cesta con camelias y mimosas, simbolizando el invierno y la primavera. Ellos van haciendo sonar su peta sin mango con un martillo.

El tirón del Entroido, más allá del consolidadísimo triángulo mágico, lleva a los concellos de la provincia a recuperar sus tradiciones. Y si no las tienen, las inventan. En la última década han aparecido, al menos, una veintena de personajes de Entroido ourensanos.

Las figuras del Entroido que se han recuperado

Ribadavia también recuperó este 2023 la máscara tradicional de O Ribeiro. La Botarga que dejó registrada en su diccionario Eladio Rodríguez, presidente de la Real Academia Galega hasta 1934. “Traía en la mano una vejiga de cerdo, inflada, sujeta por un cordel, y una especie de rebenque con el que ahuyentaba y perseguía a los muchachos”, señalaba el vecino de San Clodio.

En Celanova prevén salir este año con la máscara de las Gárgolas. La tradición se remonta a principios de este siglo, cuando se pensó en dar vida a las gárgolas que abrevan en las aguas del monasterio de San Salvador. Crearon siete figuras pero no llegó a cuajar la recuperación de este carnaval. Ahora vuelven a intentarlo: varios grupos trabajaban en la creación de máscaras.

También este año, A Gudiña se sube al carro para impulsar su Entrudio. La Asociación Os Torgueiros quiere revivir la tradición de aldeas como O Tameirón o Pentes, donde la figura del Entrudio saldrá el próximo 18 a la calle, después de décadas de tradición perdida.

En Vilameá resurge estos días un Entroido único en el Xurés. Los Danzantes vuelven a recorrer las aldeas después de recuperar el traje en 2020, elaborado a partir de colchas y pañuelos de colores y, en la cabeza, un gorro con flores. 

El viaje continúa este mismo año por Castrelo do Val. El Maragato volvió a correr las calles después de años sin actividad, gracias a la iniciativa de los vecinos guiados por un traje antiguo para recrear el nuevo.

En el concello de Laza coge fuerza el Entroido de Matamá. Empezaron a recuperar tradiciones en 2018 y, este año, vuelven las comparsas.

De reciente recuperación es el Carantoño de Lobeira, gracias a un vecino que en octubre de 2022 se puso manos a la obra. Los recuerdos de Julio Alonso, de 91 años, ayudaron a su hijo Juan Carlos a impulsar la máscara. Sobre el personaje del Carantoño habla el experto Federico Cocho en su libro “O Carnaval en Galicia”.

También en 2022, Buxán, en O Bolo, incorporó una novedad a su folión: recuperaron la figura del Oso después de un lustro sin salir. 

En una aldea de Xunqueira de Ambía, en Sobradelo, la poeta Rochi Nóvoa, a través de la asociación O Sobradelo do Tangaraño, promovió la recuperación de los Farrumecos hace seis años. Es un personaje con la cara tapada con un paño blanco y vestido con colores llamativos. Es traste y supersticioso y pide por las casas. Después de recuperar el traje, que dejó de salir por las aldeas hace 30 años, en 2022 han vuelto a correr las calles. 

En Muíños resurgieron en 2016 los Cabreiros, que simbolizan una cabra que bajaba al pueblo para participar en una lucha que remataba en danza. En 2004 recuperaron el traje, pero hasta hace siete no volvió a salir a las calles.

En Lobios tienen a sus Follateiros desde 2018. La tradición oral de Grou ayudó a impulsar esta figura. Un reportaje de Laura Fernández en La Región menciona un testimonio: “A miña avoa Carmen contábame que, para o Entroido, vestíanse cos farrapos vellos e tapábanse cos follatos”.

Al año siguiente se animó A Veiga, que presume de Charrelos desde 2019. En este caso, el propio Concello encargó un estudio a la UVigo para recuperar su Entroido. Los investigadores visitaron 19 núcleos del municipio para dar vida a una figura desaparecida en los sesenta. También se recuperaron otros dos personajes: el boi y la morte.

En 2020, tres mujeres recuperaron varios personajes del Entroido de Cualedro. A las mázcaras de A Xironda -las más numerosas- y al zarramoncalleiro de Cualedro se le sumaron en 2019 las Madamas de Carzoá  y en el año del covid los Galáns. “Lo importante de este personaje es ocultar la identidad. Sabemos que para vestirse, antiguamente, cogían todo lo necesario y se iba al monte donde nadie pudiera verle. Después ya volvía al pueblo”, contó una impulsora a La Región.

También en 2020, A Mezquita recuperó la figura de los Zamarreiros para inaugurar el famoso Entroido en el que se celebra la “corrida dos galos”. El zamarreiro va por las casas pidiendo el aguinaldo. En Mugares, Toén, tienen un centro de interpretación del Entroido desde el 2022. La labor de la asociación de mujeres rurales hizo recuperar en 2018 dos figuras más: el Mazaruco y la Mazaruca, que salen en desfile con los Labardeiros y las Señoritas. “Din os máis maiores que ese día simulábase como a voda dos bonecos. Saían montados nun burro ou nun carro. Un saía da cima do pobo de Mugares e o outro do Moreiro”, explicaban las impulsoras.

Justo antes del año de la pandemia, en 2019, Boborás recuperó sus Felos de Feás, después de muchos años sin participar en el Entroido. Una treintena de vecinos se sumaron a esta iniciativa, confeccionando los trajes, de gran colorido, además de sombreros altos, junto con abanicos y colchas.

Vilardevós se cuela en el listado de máscaras recuperadas en la última década. El Chocalleiro revivió en 2014 después de 40 años. Son, al menos, 22 máscaras desde el 2014. Habrá más personajes del Entroido ourensano que habitan, todavía, en la memoria de los más mayores.

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