ANIVERSARIO DE LA PROCLAMACIóN

La brújula, el búho y la alabarda de Felipe VI

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photo_camera Fotografía facilitada por la Casa de S.M. el Rey que muestra al rey Felipe VI en el avión oficial preparando un discurso en su viaje oficial a París.

Las imágenes difundidas por Zarzuela sobre momentos inéditos de la vida cotidiana del Rey reflejan muchos rasgos de su personalidad

Las imágenes difundidas por Zarzuela sobre momentos inéditos de la vida cotidiana de Felipe VI reflejan muchos rasgos de su personalidad, no sólo por sus gestos y su manera de desenvolverse en los actos oficiales, sino también por detalles más desapercibidos, como los objetos que decoran su despacho oficial.

Se trata de la misma estancia que utilizaba su padre, el Rey Juan Carlos I, una sala de modestas dimensiones con un gran ventanal por donde entra luz natural desde los jardines del Palacio de la Zarzuela, y en la que el nuevo Rey ha mantenido en su lugar "El atleta cósmico", un óleo de gran tamaño firmado por Salvador Dalí.

El cambio más significativo es el retrato que cuelga a espaldas de la mesa del jefe del Estado; si don Juan Carlos tenía detrás al joven infante Felipe de Borbón, fundador de la dinastía Borbón-Parma, su hijo ha preferido acompañarse de Carlos III, el Rey ilustrado, en una tela pintada por Mengs donde aparece con armadura.

La mesa de despacho es la misma, con el cuero que la recubre desgastado por los años.

Pero los objetos que durante el último año el Monarca ha ido colocando sobre ella no son iguales, como su propio ejemplar de la Constitución de 1978.

Felipe VI tiene, en perfecto orden de revista, dos fotos familiares, ocho plumas cuidadosamente alineadas, un tintero, una lupa, tres abrecartas, un transportador de ángulos metálico, un secante, un pisapapeles con forma de barco, una cajita con un icono bizantino, un pequeño crucifijo, monedas conmemorativas, un reloj de sobremesa, un búho de cerámica y una antigua brújula náutica.

Los lapiceros y rotuladores descansan en un portalápices con el anagrama de las cumbres iberoamericanas, a la última de las cuales asistió en diciembre pasado, por vez primera como Rey, en Veracruz (México).

También reposan en su mesa, según puede observarse en el vídeo y las fotografías de la Casa del Rey, numerosos papeles, revistas y archivadores, una Constitución y una figura que le regalaron en uno de los congresos de víctimas del terrorismo que ha presidido acompañado de doña Letizia, junto a una pequeña reproducción de la Copa del Mundo de Fútbol que "la Roja" ganó en Sudáfrica.

No es el único trofeo deportivo de la sala, porque bajo una mesa situada a su derecha Felipe VI ha colocado las réplicas en miniatura de cinco copas obtenidas por el Atlético de Madrid que los jugadores le regalaron en 2013 cuando aún era Príncipe de Asturias.

Además de su familia -con varias fotografías junto la Reina Letizia y sus hijas, así como de sus padres, una dedicada por don Juan Carlos- en el pequeño universo del despacho, presidido por las banderas nacional y europea, se nota su condición de militar jefe supremo de los Ejércitos y también la pasión de los Borbones por el mar.

Una mesa baja sujeta un marco en cuyo interior figura, doblada, una bandera procedente de un ejercicio táctico de las Fuerzas Armadas, con fotos de buques de guerra a ambos lados y, delante, un mando "joystick" de un caza; en otra puede apreciarse uno de los Premios Príncipe de Asturias -ahora Princesa de Asturias- que don Felipe entrega cada año en el Teatro Campoamor de Oviedo.

Felipe VI ha movido de sitio, hacia la estantería de su derecha, la gran esfera terráquea que Juan Carlos I tenía junto a la ventana, y si levanta la vista cuando está sentado, en el mismo sillón de cuero marrón de su predecesor, también ve sobre la chimenea de enfrente un retrato de Alfonso XIII con casco y uniforme militar, al que ha añadido un pequeño busto de Don Juan Carlos.

El arte contemporáneo está presente con una escultura del artista toledano Rafael Canogar, a cuyo flanco destaca un mapa colocado sobre un caballete que reproduce la Península Ibérica en la época romana y que ya lucía en su despacho de Príncipe de Asturias.

En conjunto, la estancia presenta un aspecto menos abigarrado que en la etapa de Juan Carlos I, quien guardaba muchas más piezas decorativas, como ceniceros de plata ahora desaparecidos, acumulados durante los 39 años que la utilizó a diario.

Ahora, las estanterías están más despejadas, sin que falten pequeños recuerdos junto a los libros, objetos sin identificar y algunos de los barcos de plata de su padre cuyos reflejos antes se repetían por los anaqueles de madera.

Se trata de un despacho de corte clásico, alfombrado y con mesa redonda para las reuniones, pero que también guarda artefactos contemporáneos -el ordenador portátil en el que trabaja don Felipe, un reproductor digital de música- y símbolos ancestrales del poder -una alabarda de la Guardia Real en cuya hoja está grabado el nombre del Monarca, y un bastón de mando, ambos en un rincón-.

En las imágenes de Zarzuela se puede ver al Rey escribir en su portátil, enviar mensajes de texto desde su teléfono móvil, leer documentos, dedicar fotografías, despachar con el presidente del Gobierno o recibir al primer ministro marroquí, Abdelilah Benkirán, como si más que un año llevara toda una vida en ese despacho.

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