Mariano Rajoy experimentó por primera vez el protagonismo absoluto en la Cámara. Desde ahora le quedan cuatro años de dramas y comedias diciendo la verdad y 'llamándole al pan, pan y al vino, vino'

El Congreso se vistió de color azul

Elvira Rodríguez, mujer de Rajoy, entre Cospedal y Aguirre. (Foto: JAVIER LIZÓN)
Después de casi ocho años como jefe de la oposición, con dos derrotas electorales y aislado durante años por el resto de partidos en el Congreso, ayer fue el día en el que Mariano Rajoy probó por primera vez el sabor de tener mayoría absoluta y escuchar decenas de aplausos mientras hablaba. Tras la sesión constitutiva de las Cortes celebrada la semana pasada, Rajoy explicó a sus señorías su proyecto para los cuatro próximos años, lo que provocó que el Congreso colgara el cartel de 'no hay más entradas'.
De hecho, minutos antes de que Rajoy comenzase a pronunciar su discurso, el personal de la Cámara Baja terminaba de colocar sillones en cualquier esquina del hemiciclo para que, ante la afluencia de senadores, todos los parlamentarios pudieran seguir en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo al futuro presidente. A pesar de los esfuerzos, algunos tuvieron que sentarse en las escaleras de la Cámara Baja, que será el escenario del debate de investidura.

Y el Congreso se vistió de azul para escuchar al futuro presidente del Gobierno. El 'uniforme popular' de camisa y corbata de ese color hizo furor entre los ministrables: Alberto Ruiz-Gallardón, Esteban González Pons, Miguel Arias Cañete y Federico Trillo, entre otros. La bancada popular estaba animada y no dudó en apoyar en decenas de ocasiones a su líder, además de ovacionar en pie cada vez que finalizaba sus intervenciones.

Precisamente Pons y Ruiz-Gallardón protagonizaban una animada charla en sus escaños minutos antes de la entrada de Rajoy, a la que se unieron otros pesos pesados del partido como Ana Pastor, Celia Villalobos o el nuevo portavoz popular en el Senado, José Manuel Barreiro.

Atentamente, desde el lugar reservado para los invitados, siguió el discurso por la mañana su esposa, Elvira Rodríguez, flanqueada por las presidentas de Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, y de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. En la tribuna de invitados también se dejaron ver los jefes de los gobiernos de Extremadura, José Antonio Monago; de Aragón, Luisa Fernanda Rudi; y de la Comunidad Valenciana, Alberto Fabra. En los sillones de al lado se encontraban representantes del Senado, con Pío García Escudero como cabeza visible, además de los alcaldes de Valencia, Rita Barberá, y de Sevilla, Juan Ignacio Zoido.

Pero no sólo parte del poder nacional quería oír las primeras palabras de Rajoy en el Parlamento tras el 20N, sino que en la barrera también estaban los embajadores de Estados Unidos, Alan D. Solomont, y de Francia, Bruno Delaye. Frente a la bancada popular, los socialistas. En primera fila, el Gobierno en funciones, con José Luis Rodríguez Zapatero a la cabeza, que esta vez ya no tenía que pedir la confianza de la cámara y siguió muy atento y en silencio las intervenciones.

A Alfredo Pérez Rubalcaba, presidente del grupo parlamentario socialista, le tocó dar la réplica a Rajoy, y por primera vez en mucho tiempo tuvo que pedir al presidente del Congreso, Jesús Posada, que le diera más tiempo para intervenir.

El enfrentamiento entre Rubalcaba y Rajoy a primera hora de la tarde era el momento más esperado para muchos. En tono cortés, Rubalcaba felicitó al futuro presidente y le ofreció algunos acuerdos, que fueron recibidos con aplausos por los socialistas. Aunque en la primera intervención de Rubalcaba los socialistas no se levantaron cuando finalizaba su representante, en la réplica se animaron y lo hicieron, además de apoyar con fervor algunas cuestiones como la petición de retirada del recurso contra la ley de matrimonio homosexual o el cierre de las centrales nucleares. Muy activos se mostraron algunos dirigentes del PP mientras hablaba Rubalcaba, y con gestos rebatían algunas de sus críticas Álvaro Nadal, Jorge Moragas y María Dolores de Cospedal, que negaba con la cabeza sus afirmaciones sobre la falta de apoyo del PP al pacto por la educación que intentó en la pasada legislatura el Gobierno.

Pero no siempre sus señorías tenían la mirada en el orador. El furor por las tabletas electrónicas llegó también a los diputados, que consultaban la prensa a través de sus iPads. No obstante, hay algunos que compatibilizan ambos soportes y sobre su mesa tenían también el periódico en papel, como los ministros en funciones Antonio Camacho y Ángeles González-Sinde. A pesar del dominio de la informática, todavía los equipos políticos siguen haciendo llegar a los líderes notas en papel con los datos necesarios para las réplicas. En este 'circuito de notas' se puede identificar a las personas que integrarán el núcleo duro de Rajoy en esta legislatura, que va desde el nuevo portavoz en el Congreso, Alfonso Alonso, hasta la diputada por Huelva Fátima Báñez.

Precisamente, Rajoy comió en el despacho de Alonso en el Congreso, con Cospedal, Soraya Sáenz de Santamaría, José Luis Ayllón y Álvaro Nadal. Rajoy experimentó ayer por primera vez el protagonismo absoluto en la Cámara. Desde ayer, le quedan cuatro años de dramas y comedias.

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