DESAFIO SECESIONISTA

Los testigos de Junqueras: "Ni rastro de violencia el 20-S y el 1-O"

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photo_camera Imagen tomada de la señal institucional de Tribunal Supremo con la declaración de Antonio Millet (i), que escucha al fiscal Fidel Cadena.

Los testimonios que ha escuchado este jueves el tribunal del "procés" han dibujado un escenario completamente diferente al que estaba acostumbrado a oír de la mano de los testigos de las acusaciones

Varios testigos de Oriol Junqueras y Raül Romeva han coincido en proyectar una imagen de pacifismo y festividad el 20-S y el 1-O en Cataluña, donde reinó la "desobediencia civil" sin violencia organizada, a excepción de algún altercado, que fue más bien "espontáneo, marginal y reactivo".

Una versión que se sitúa en las antípodas de las tesis acusatorias, que sostienen que aquellos días hubo una violencia conocida y asumida por la cúpula del "procés" para conseguir la independencia de Cataluña.

Frente al relato de insultos y agresiones que ofrecieron hace semanas los agentes que intervinieron el 1-O, los primeros testigos de las defensas han aportado otro: el del ambiente festivo, con "comidas populares" y gente que cantaba y estaba "contenta por ir a votar".

Versiones que han aportado diputados y senadores, sobre todo de ERC, pero también el exdiputado autonómico de la CUP David Fernández o la sustituta de Junqueras en la alcaldía de Sant Vicenç dels Horts (Barcelona), Maite Aymerich, algunos de los cuales han destacado la vocación pacífica de los dos acusados por los que han declarado.

636917925717690780wFernández ha sido el más prolijo a la hora de resaltar el ambiente de "serenidad pacifista prácticamente absoluta" tanto del 20-S en la Conselleria de Economía, como del cerco a la CUP por la Policía -que ha calificado como "la situación mas arbitraria" que ha vivido-, y del 1-O.

El día del referéndum hubo "murallas" humanas para impedir entrar a la Policía en los colegios y quizá pudo darse algún incidente "puntual y metonímico" en "un contexto de excepcionalidad" pero "ni una sola estrategia de planificación violenta" porque "si 2,3 millones de personas hubieran desplegado una actitud violenta, no estaríamos hablando de lo que pasó".

Algunas de esas técnicas de "resistencia pasiva", que a veces consistían en entrelazarse y esperar a los agentes, se impartieron en cursos organizados por la plataforma En peu de pau (En pie de paz) e impartidos también a los CDR, que enseñaban "cómo resistir a situaciones de tensión y represión policial", y que ofrecían un decálogo con títulos como "Cómo cuidarnos en tiempos de revuelta".

Normalidad hubo también, según los testigos, en la concentración masiva del 20-S por la que la secretaria judicial tuvo que salir por la azotea.

En línea con las declaraciones de los acusados, el senador de ERC Joaquim Ayats ha subrayado el ambiente "lúdico" de aquella jornada en la que se repartieron "claveles", mientras que la jefa de secretaría de Junqueras ha puesto en valor la cordialidad y tranquilidad que se vivió dentro durante el registro: "Las cosas fluían con normalidad".

No hubo ni increpaciones a la Guardia Civil ni insultos, a juicio del diputado autonómico y candidato a la alcaldía de Lloret de Mar, Jordi Orobitg, sino más bien "un rumor, un abucheo" y, según ha explicado la exdiputada republicana de JxSí Teresa Vallverdú, el cordón montado por la ANC "era muy fácil transitar".

La gente aplaudía a todos los que pasaban por el cordón e incluso puede ser que también a "trabajadores o Guardia Civil de paisano o gente de la comitiva judicial", ha dicho Vallverdú, una de las testigos que más empeño ha puesto en defender las convicciones democráticas y pacíficas de Junqueras.

También lo ha hecho Maite Aymerich, la alcaldesa de Sant Vicenç dels Horts, la ciudad donde reside la familia de Junqueras, que ha puesto en valor que el exvicepresident siempre consideró el referéndum como el "mandato democrático necesario para iniciar el diálogo".

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Las discrepancias de los testigos con la Fiscalía también han tocado de lleno al Diplocat, un consorcio participado mayoritariamente por la Generalitat, que según los comparecientes era "una entidad neutral" que no actuó para internacionalizar el "procés". De hecho, ni el ayuntamiento de Barcelona, según su primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, detectó un "desvío desleal de funciones".

Eso sí, ninguno ha dicho saber si desde el Diplocat se financiaron viajes de visitantes internacionales el 1-O, que la Fiscalía considera observadores que trataron de validar el referéndum ilegal y que constituyen una de las bases de la acusación por malversación.

Ha sido con las extensas explicaciones y "disertaciones académicas" de los testigos (alguno se ha remontado a Manuel Azaña) cuando el juez Manuel Marchena ha tenido más trabajo, con constantes advertencias a los abogados hasta el punto de considerar "un insulto" que el juicio se estuviese convirtiendo en "una lección de un constitucionalista a los magistrados del Tribunal Supremo".

Y la anécdota del día ha venido de la mano de Albert Boada, un exconcejal de la CUP en Sabadell (Barcelona), que ha sido conminado a abandonar el Supremo por llevar una camiseta en la que se podía leer en catalán "Libertad presos políticos", un lema no admitido por el tribunal. 

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