ESPAÑA

Tolerancia cero para Cifuentes

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photo_camera Cristina Cifuentes, en el último pleno de la Asamblea de Madrid

El caso Cifuentes empieza a sumar cadáveres. En el gobierno madrileño son docenas los altos cargos que se encuentran en vilo pues si sale Cifuentes tienen muchas papeletas para ser sustituidos.

Contaban por la sede de la calle Génova que Mariano Rajoy está muy molesto por decirlo suavemente- por la forma en la que Cristina Cifuentes ha abordado todo lo relacionado con su máster, trasladando la decisión al presidente de gobierno en lugar de hacer ella misma lo que era obligado: presentar su renuncia para no dañar más de lo que ha hecho la imagen del PP y la imagen de una universidad pública que hasta ahora tenía un historial impecable aunque siempre se la tachó excesivamente cercana al PP de igual manera que la Carlos III siempre ha tenido un claro tinte socialista.

Contaban por la sede de la calle Génova que Rajoy habría preferido que la reacción inicial de la presidenta madrileña hubiera sido alegar que consideraba que su actuación había sido la correcta, y que si existía alguna duda sobre su actuación, renunciaba a título de forma inmediata y pedía perdón por las irregularidades que podría haber cometido.

Con esos comentarios, era fácil deducir que a Cristina Cifuentes le quedaba poco tiempo al frente del gobierno madrileño, pero en política, y más aún cuando está por medio Mariano Rajoy, nunca se puede dar nada por seguro. Eel viernes, sorpresivamente, contra todo pronóstico, Rajoy anunciaba que Cifuentes no tenía por qué dimitir por ahora.

La única buena nueva de estos días aciagos, el balón de oxígeno, le llegó a Cristina Cifuentes de manos de su principal adversario, el secretario general de los socialistas madrileños, José Manuel Franco.

El jueves, cuando Cifuentes iniciaba una dura sesión en el parlamento autonómico, donde siguió con su misma línea de defensa llegaba a la cámara la noticia de que Franco, el hombre que había firmado la moción de censura contra Cifuentes, durante dos legislaturas mantuvo en el curriculum que envió al parlamento madrileño que era licenciado en Matemáticas. No lo era. Profesor sí, pero no licenciado.

Cifuentes y los suyos se agarraron a esa información como a un clavo ardiendo, pero el destino de la presidenta madrileña aparentemente ya estaba escrito, o al menos así lo cree todavía gran parte de los miembros de la dirección del PP: no se va a producir la moción de censura porque antes Cifuentes presentará su dimisión.

No se sabe qué piensa exactamente Mariano Rajoy, pero se sabe en cambio que la apoyaba incondicionalmente María Dolores de Cospedal, aunque a medida que pasan los días Cospedal se está quedando muy sola en su posición.

En el pleno del Congreso del miércoles, sesión de control al gobierno, no hubo un solo ministro que hiciera declaraciones en favor de la presidenta madrileña. Al día siguiente el titular de Justicia ahondaba más en el distanciamiento al decir que esperaba que Cifuentes “tome las decisiones que corresponda para que esto se resuelva”.

Mientras, la Universidad Rey Juan Carlos anunciaba medidas que indicaban su contrariedad por la forma en que se había planteado el máster, con excesivas facilidades para ciertos alumnos.

Resiste, pero el caso Cifuentes empieza a sumar cadáveres. En el gobierno madrileño son docenas los altos cargos que se encuentran en vilo pues si sale Cifuentes tienen muchas papeletas para ser sustituidos.

El caso Cifuentes llegó en un mal momento para el PP, con Ciudadanos comiéndole el terreno con la lucha contra la corrupción como principal bandera. Cifuentes, que a su vez era la principal abanderada del partido en esa lucha, queda descalificada como la principal adalid de la “tolerancia cero”.

El órdago de Ciudadanos, de apoyar la moción de censura de PSOE y Podemos si no se sustituye a Cifuentes en la presidencia coloca en una situación imposible al PP, porque aunque dicen en público que Ciudadanos no apoyará la moción ya que sumarse a una iniciativa con Podemos dentro le hará perder muchos puntos en su electorado, en privado sí confiesan los populares que están convencidos de que Cs cumplirá su amenaza.

Y se duelen de que el equipo parlamentario de Cifuentes sea tan inconsistente; un reconocimiento, ese dolor, de que dan por hecho que en las alturas ya se está buscando un nombre que proponer a Ciudadanos para sustituir a Cifuentes.

Por otra parte el caso ha sacado a la luz tensiones internas que se viven en el PP. Fernando Maíllo es quien lleva el día a día en el partido, pero no deja de ser el número dos de Cospedal, que ha apoyado a Cifuentes con un tuit que ha levantado ampollas en el partido porque le consideraban imprudente, ya que debía haber esperado a que se conocieran más datos sobre lo ocurrido: “No todo vale en política -decía- las actuaciones de estos días contra Cifuentes son mezquinas, machistas y miserables.

Parece que a algunos les gustaría conseguir lo que no consiguió un accidente de tráfico mortal. Retomando sus palabras de ayer: a seguir todavía con más fuerza. En los últimos días se ha mantenido más cauta, pero se ha transmitido la sensación de que en el partido hay poli bueno-poli malo, Cospedal es la buena para Cifuentes pero Maillo es la persona a la que Rajoy ha encargado todo lo relacionado con el asunto, y el vicesecretario general, que habla constantemente con Rajoy incluso cuando se encontraba en Argentina, se ha guardado muy mucho de dar apoyo incondicional a la presidenta madrileña y se remite a esperar el resultado de las investigaciones de la Universidad.

Que no son buenas para Cifuentes desde el momento en que se suspende al director del Instituto de Derecho Público, que es quien dirigía el mÁster de Cifuentes, se ha abierto expediente a la funcionaria implicada en la posible falsificación de los documentos acreditativos de que Cifuentes realizó el master y se anuncia que si la Fiscalía sentencia firme reconociendo los hechos denunciados, se iniciarán los trámites para la anulación del título de master a la presidenta madrileña.

El PP, y sobre todo Cristina Cifuentes, están a la espera de los acontecimientos. Rajoy no quiere perder la presidencia del gobierno madrileño a ningún precio, de ahí que cuando menos se esperaba advirtiera que Cifuentes no tenía por qué dimitir mientras no se llegara al final de la investigación.

Sin embargo, en el PP son conscientes de que la situación no se puede prolongar en el tiempo: es difícil que Cifuentes pueda continuar con sus responsabilidades de gobierno durante el año que queda hasta las elecciones.

Cada vez que anunciara una iniciativa, cogiera un micrófono y tratara de descalificar a la oposición, encontraría alguien que le preguntaría por el polémico master. Como decía el jueves un ministro que se considera amigo personal de Cifuentes, y no oculta su tristeza por lo ocurrido, “Está sentenciada”.

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