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El civismo como elemento económico de la sociedad y motor de progreso

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La educación esta reconocida como un motor del desarrollo de una sociedad moderna 

La Real Academia de la Lengua  define civismo como “celo por las instituciones e intereses de la patria” y también como “comportamiento respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública”. Este vocablo define una forma de comportamiento pero también es un reflejo de las relaciones socioeconómicas en cada país. 

Los tiempos de que los acuerdos entre vecinos o negocios se sellaban con un apretón de manos o un acuerdo de palabra han pasado, y actualmente ya los acuerdos con papel y rúbrica oficial han perdido valor y símbolo. Un buen ejemplo es el incremento de asuntos judiciales por incumplimiento de contrato, debido a acuerdos que se quedan en el aire. 

La realidad actual es la que es, quizá fruto de los efectos de la crisis, donde una de cada cuatro empresas tuvo problemas o llegó a la quiebra. Y por tanto en aras de la supervivencia, un elemento inherente al ser humano, se actúa de forma inadecuada, escudándose cada vez más en los defectos de la sociedad y en los efectos de la crisis. 

El resultado es un claro estado de inseguridad que se refleja en exigencias de avales cada vez más gravosos, en operaciones empresariales, y también en relaciones entre ciudadanos (en alquileres, operaciones de venta, etc). 

El pago, a la entrega de producto, ha quedado relegado en un contexto de inseguridad financiera y económica. Y este es un factor clave para la recuperación económica de un país. Nadie puede negar que la mentalidad conjunta de un país, llamado cultura, tradición o folklore son elementos fundamentales de la tradición y del desarrollo económico de cada país o territorio. Y a la vez es fuente de distintas modalidades de desarrollo empresarial. Un ejemplo habitual es la presencia en la economía del País Vasco de distintas empresas de renombre internacional, que han elegido la forma jurídica de cooperativa y cooperación activa en el clúster o asociaciones para la mejora conjunta. Este efecto, salvo honrosas e importantes excepciones, no ocurre de forma generalizada en la economía gallega.

Aun así, los resultados son plausibles, medibles y notorios cuando los actos nos llevan a la consecución de resultados sostenibles en el tiempo y en el tejido socioeconómico. En este ámbito nace el definido como   “civismo empresarial”, el cual, es cuando la empresa se ocupa de atender a la sociedad a mayores de sus cuentas de resultados. 


PAPEL SOCIAL


Al margen de cuestiones políticas, este término pretende resaltar el papel social que una empresa puede asumir en la sociedad. Considerando la empresa como un agente social que puede dar respuesta por su capacidad económica, sus nexos comerciales y posiblemente sus relaciones con el gobierno, a cuestiones de necesidad social que las autoridades no pueden atender. 

En este acto las empresas pueden comprometerse a evitar la corrupción y mejorar sus actos de filantropía en coordinación con el bien común y las autoridades públicas. Galicia cuenta con un buen ejemplo, la Fundación Amancio Ortega y sus distintos planes de desarrollo de guarderías, centros de mayores y espacios de convivencia pública, así como sus distintas donaciones tecnológicas al sector de la salud a lo largo de España, que han sido en algunos casos criticadas pero que actúan como beneficiario de la sociedad. 

Al final, una sociedad es lo que su gente quiere ser o como su gente se comporta, y ese comportamiento se trasmite a cada generación y a cada acto de la misma económico o sociedad. Todos los lunes desayunamos con las repetidas noticias de los desperfectos de bienes públicos provocados como divertimento en el ocio de algunos, y a lo que debemos sumar los distintos accidentes provocados por gente con exceso de alcohol o drogas en un hábito de ocio cada vez más costoso y con mayores riesgos para todos los ciudadanos. 

Una vez más, debemos pensar dos cuestiones: todos tenemos en nuestra mano cumplir con nuestras obligaciones sociales; y todos podemos ayudar a crear una sociedad de la que nuestros hijos se sientan orgullosos. Suena a mitin, pero si usted le pregunta a su hijo le dirá que el mundo es más complicado ahora que antes, algo en lo que no estoy de acuerdo, pero que cala en el día a día de las decisiones de sus descendientes. 

El civismo o el mero apto de respetar a nuestros vecinos, clientes o proveedores es en sí mismo un acto de mejora de la economía presente pero también futura. Esta semana les cuento este tema, de vigor en el mundo científico, porque me ha sucedido una cuestión personal donde he perdido la cartera tras acudir al cajero, y la cartera volvió a mi con el importe integro retirado del banco. Todavía desconozco quien fue mi ciudadano /a cívico/a pero agradecido estoy. Ya ven la economía la cambiamos con cada acto y cada día, a menos la mía en este caso. 

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