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Por detrás en PIB y por delante en inflación

Sede del Banco Central Europeo, en la ciudad alemana de Fráncfort.
photo_camera Sede del Banco Central Europeo, en la ciudad alemana de Fráncfort.
España se recupera peor en crecimiento que sus grandes socios europeos, pero su inflación va por delante, hasta alcanzar en diciembre de 2021 el mayor nivel desde mayo de 1992. Toca remar fuerte y unidos.

Como dice el premio Nobel Paul Krugman, la recesión de la covid-19 ha causado un daño “sorprendentemente pequeño”, considerándolo todo (PIB, empleo, inflación, etcétera). Se refiere básicamente a EEUU, pero su lección es, en buena medida, extrapolable al conjunto de Europa; máxime cuando habla del gasto público “a gran escala”. Puede haber más dudas si la extrapolación se hace a España, ya que su recuperación del PIB previo a la pandemia dista de parecerse a los niveles alcanzados en EE UU o en Alemania, en parte debido al fuerte peso que aquí tiene el turismo.

Krugman es alentador incluso al abordar la inflación –“devolver EE UU al pleno empleo lo más rápidamente posible era urgente, y valía la pena incluso si el precio era hacernos pasar por, digamos, dos años de inflación elevada”–, que sitúa en un período más largo del que se maneja habitualmente en Europa, con la mirada puesta en esta primavera como referencia.

El dato definitivo del IPC en España de diciembre se quedó en el 6,5%, su nivel más alto en décadas, pero sin llegar al 7% de EE UU. Es un problema grave, pero generalizado, lo cual no arregla nada –“mal de muchos, consuelo de tontos, dice el refranero–, aunque al menos contiene las tentaciones populistas de convertir este caso en arma arrojadiza.

Habrá una inflación alta mientras no se contengan los precios de la energía y de los productos no elaborados, ya que el resto de las cosas –léase la inflación subyacente– han subido, pero no tanto. Desde el Banco Central Europeo (BCE), que es el que gestiona la política monetaria en la eurozona, con atención preferente a la inflación, de momento se confía en la moderación de los precios energéticos en primavera, una buena expectativa sin duda. Ahora bien, si la inflación persiste, su presidenta, Christine Lagarde no podrá distanciarse de lo que están haciendo otros grandes bancos centrales, empezando por la Reserva Federal de EE UU. Lo más normal es que se generalice la retirada de estímulos y que después se ajusten al alza los tipos de interés.

En España sucede que con el problema del IPC pasa un poco lo mismo que con la recuperación de la propia economía: está peor. Va por detrás de sus principales socios europeos en PIB y sigue por delante en inflación, cuando en la eurozona ya hay indicios de que el índice de precios ha podido tocar techo. “De cara al 2022, esperamos que la inflación continúe en tasas elevadas por encima del objetivo del BCE del 2%, pero por debajo de 2021”, avanza Nieves Benito, responsable de Fundamental Research de Santander AM.

En ese contexto, se abren paso los llamamientos a un “reparto equitativo” de las pérdidas que provocará la inflación, como sugiere el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. Pero la gran clave de fondo sigue estando en el modelo económico –llevará años cambiarlo– y en la recuperación del crecimiento.

A diferencia de lo que sucede en los grandes países industrializados, el PIB español sigue estando por debajo –el sector turístico cerró 2021 con una facturación un 42% inferior a antes del estallido de la pandemia– y se requieren tanto reformas estructurales –faltan, por ejemplo, las de pensiones y de impuestos–, como una gestión eficiente de los fondos europeos de recuperación. El nivel del debate político no siempre está a la altura y se enreda en asuntos que, aún siendo llamativos, son menores.

@J_L_Gomez

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