PERSPECTIVAS

El devenir del comercio a merced de los intereses de determinados sectores

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A pesar de la oleada proteccionista que asola al escenario económico internacional, en buena parte del planeta los países siguen apoyando y fortaleciendo los intercambios comerciales en busca de una mayor prosperidad económica

A pesar de la oleada proteccionista que asola al escenario económico internacional, en buena parte del planeta los países siguen apoyando y fortaleciendo los intercambios comerciales en busca de una mayor prosperidad económica. El comercio mundial volvió a registrar, según la Organización Mundial del Comercio (OMC), un importante incremento en 2017 en cuanto al volumen de mercancías y servicios negociados en el exterior, concretamente un aumento del 4,7% con respecto al año anterior y se prevé que crezca un 4,4% en 2018. 

Curiosamente, las economías con mayor grado de apertura exterior, entre las que se encuentran Holanda, Corea del Sur, Singapur, Hong Kong, etc.… son las que más se han beneficiado de esa aceleración en el flujo comercial, al haber mejorado sus niveles de rating -calificación crediticia- en sus respectivas economías.

El número de medidas proteccionistas registradas en el mundo durante el año 2017 sumaron un total de 283, frente a las 374 instauradas en el 2016. Aunque se han reducido en relación al año anterior, la inercia que se podría establecer en el ámbito internacional podría desencadenar la aparición de barreras y graves distorsiones, al condicionar el desvío de mercancías de unas zonas hacia otras. Por poner un ejemplo, la restricción que ha impuesto EEUU a las importaciones de acero, en términos de aranceles, entorpecerá la entrada de multitud de envíos de esta aleación de hierro dentro de sus fronteras, por lo que dichas expediciones podrían acabar en Europa, provocando una sobreoferta en dicho territorio y generar una elevada presión de mercado en dicho espacio económico.


Cuestión de confianza


A pesar de que la confianza empresarial comienza a verse afectada, en cuanto al riesgo latente ante una posible guerra comercial, y el hecho de que estén apareciendo señales conforme las economías avanzadas estarían aproximándose al fin del ciclo económico expansivo, especialmente en EEUU, la producción mundial habría crecido en el año 2017 un 3,8%, esperando que se mantenga, según el FMI, en el 3,9% para el 2018. Sin ir más lejos, hemos observado cómo han emergido en los últimos años, de manera importante, los intercambios comerciales en determinadas zonas del planeta, como el sudeste asiático que acumuló, en el año 2017, más de un tercio del comercio exterior en el mundo. A su vez, asistimos a una cierta revitalización del negocio interregional en otras partes, como el espacio europeo junto al Mediterráneo, a pesar de haber aumentado en 381 el número de medidas proteccionistas en este espacio desde el año 2012.

Las relaciones comerciales entre los países de la Unión Europea y los del norte de África se han sustentando, en los últimos años, en acuerdos comerciales bilaterales, una tipología contractual que ha regulado el intercambio comercial entre estas economías y que seguramente vendrá a caracterizar el comercio internacional en los próximos años, una vez que organismos multilaterales, como la OMC, vayan perdiendo progresivamente su influencia y las aéreas económicas integradas comercialmente dejen de estar cohesionadas como hasta ahora, en el caso de que EEUU, el eje principal sobre el que se sustenta un buen porcentaje de los intercambios globales, emprenda definitivamente su particular cruzada contra el libre comercio internacional. 


Rivalidad tecnológica


Aunque la verdadera rivalidad comercial que se está desarrollando a nivel global se ha focalizado principalmente en el ámbito de la tecnología, en el que las grandes corporaciones basan su competitividad en la innovación, tanto de producto como de procesos, dentro de su estrategia corporativa. Nos estamos refiriendo a diferentes sectores entre los que se encuentra el bio-farmaceutico, el de servicios digitales e incluso el de la automoción. Los mercados referidos a dichos sectores están experimentando una elevada concentración en muy pocas empresas, autenticas abanderadas de las principales potencias económicas y, es precisamente aquí, donde se está librando la autentica batalla comercial a nivel global.

Se espera que la guerra comercial entre las grandes potencias se centre en dichos sectores, en los que las empresas obtienen sus mayores ganancias de productividad gracias a las ambiciosas políticas de I+D puestas en marcha. Sectores que se caracterizan por la dominancia de determinadas corporaciones industriales muy internacionalizadas y enfrentadas por hacerse con la mayor cuota posible en el jugoso nicho de mercado que representan las nuevas tecnologías.

Puede que el más relevante, en estos momentos, sea el de servicios digitales que, además de concentrar en un número reducido de empresas la mayor parte de los recursos que destina el sector a actividades de I+D, está escenificando un progresivo desplazamiento de los centros de innovación de occidente hacia el continente asiático, especialmente a China. La lucha por el control de la tecnología y su posterior desarrollo está siendo uno de los principales motivos que explicarían el enfrentamiento abierto que está dispuesto a librar EEUU frente al gigante asiático, junto a los derechos de propiedad intelectual que condicionarán de forma clara, en un futuro próximo, la hegemonía en dicho sector.

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