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España va a crecer pero no acaba de crecer

Calviño, en la visita que realizó a la planta viguesa de  Stellantis.
photo_camera Calviño, en la visita que realizó a la planta viguesa de Stellantis.

La rebaja de Estadística sobre el crecimiento del segundo trimestre supuso todo un jarro de agua fría para el Gobierno, que ve como el ansiado crecimiento sigue haciéndose de rogar. ¿Llegará tarde?

Las condiciones para el crecimiento suelen depender de una serie de factores económicos, sociales, demográficos y políticos. Por supuesto, también sanitarios, como se ve con la pandemia. Todos estos frentes, además, no solo se evalúan ahora en clave doméstica, dada la influencia del entorno europeo e incluso del marco global. Semejante complejidad dispara la cautela de los analistas, del mismo modo que sus premisas y condicionantes, redundando todo ello en frecuentes errores de cálculo en las previsiones económicas.

Esta semana se ha dado en España un episodio de este tipo que invita a la reflexión. Resulta que el PIB creció un 1,1% trimestral, bastante por debajo del 2,8% que había estimado el Instituto Nacional de Estadística (INE) en el avance de finales de julio. Si bien se trata de algo que la actual hiperinflación de noticias deja un tanto al margen, da una idea de lo difícil que es hablar de la recuperación económica y de dar crédito a las previsiones, ya sean de instituciones oficiales o de entidades privadas.

Si fallan las estadísticas, cómo no van a fallar los pronósticos. Pero tanto las administraciones como las empresas y las familias tienen que seguir pedaleando con sus propias predicciones sobre la economía, ya que por malos que sean los presupuestos, son necesarios. No tenerlos sería todavía peor.

Tanta incertidumbre es aprovechada a menudo por la clase política para soltar lo primero que se le ocurre a cada cual, algo que bien cocinado en las redes sociales da lugar a veces a verdaderos disparates. Al jugar al ‘todo vale’, porque nadie sabe todo, se alimentan de paso los populismos –de derechas y de izquierdas–, otra característica de esta nueva era.

Entre las principales condiciones para el crecimiento económico que deben darse en una economía están el capital humano, la inversión y el ahorro, los mercados financieros y la libre circulación de capitales –garantizan la liquidez–, el libre comercio, la estabilidad política y el estado de derecho –vitales para la confianza–, los impuestos y las regulaciones.

Cualquiera de estas condiciones podría dar pie para un gran debate de fondo en España, pero vemos que este tipo de cosas se eluden, al tiempo que emergen asuntillos efímeros, del género del chascarrillo. Es como si no hiciera falta hacer un gran esfuerzo intelectual para saber en qué condiciones cojea España, necesitada como está de crecer para volver al menos a donde estaba antes de la pandemia.

El error de Estadística ha permitido ver algo que cuesta admitir: la economía española es la más rezagada de la UE en la recuperación de la pandemia. Y con las cifras revisadas, España está a ocho puntos porcentuales de recuperar el nivel económico previo a la crisis desatada por la pandemia, mientras que Alemania y Francia se sitúan solo a tres.

España lleva tanto tiempo pregonando que va a crecer que corre el riesgo de protagonizar ‘¡Que viene el lobo!’, el popular cuento también conocido como ‘El pastor mentiroso’ o ‘Pedro y el lobo’ –dicho sin segundas–, que narra la historia de un joven pastor que disfrutaba bromeando con los vecinos de su aldea sobre el inminente ataque de un lobo. Una sencilla fábula, fácil de entender, que pone en valor la sinceridad y la confianza y que transmite una enseñanza a los niños: no mentir porque si no cuando digan la verdad nadie les creerá.

@J_L_Gomez

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