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Expectativas económicas bajo nubarrones

El Banco de España.
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La salida de esta crisis irá por barrios y no parece que vaya a ser general, de ahí el temor –fundado– al aumento de la desigualdad. El Estado ha respondido pero la etapa del endeudamiento toca a su fin.

A su paso por Galicia, el gobernador del Banco de España observó nubarrones sobre la economía española. Los nubarrones, según los académicos, son nubes grandes, oscuras y densas, separadas de las otras. Para Oxford Languages, los nubarrones también son un gran problema o complicación que amenaza un desastre. No parece difícil imaginar en qué estaba pensando Pablo Hernández de Cos. Pero en honor a la verdad, el gobernador también dio alas a un cierto optimismo, eso sí, tan condicionado por la pandemia, la inflación y la dura transición energética que por momentos también parecía pesimista. Digamos que es un hombre cauteloso. No vaya a ser que le pase como a su antecesor con la crisis financiera.

¿Qué teme realmente el Gobernador del Banco de España? Sobre todo, que la inflación asociada a la energía y a los desajustes entre la oferta y la demanda se traslade a los salarios y a los productos que venden las empresas. Si no es así, no pasará nada grave. Pero para ello tendría que ser algo transitorio, lo cual nadie puede asegurar. Ni siquiera él, que tiene un buen servicio de estudios a su disposición e hilo directo con el Banco Central Europeo. Su optimismo –si se le puede llamar así– se fundamenta en que fue tan fuerte el impacto de la pandemia en la economía que podríamos estar peor. Pero de ahí a que esto sea un camino de rosas hay mucha diferencia.

Es verdad que las economías de las grandes democracias industrializadas están creciendo, que los mercados están respondiendo y que si la pandemia no rebota todo indica que esto pinta más o menos bien. ¿Y ese más o menos? La recuperación es heterogénea: no es la misma en todos los sectores, ni en todos los territorios y ni siquiera en todos los segmentos de población, de ahí que incluso cuando las cosas pintan bien esté aumentando la desigualdad. Hay gente que se está quedando atrás.

Tal vez cuando culmine la transición energética y el modelo económico haya cambiado todo vaya mejor, pero eso no se consigue dándole a un botón: en el mejor de los casos requiere tiempo, puede que años. Otra cosa es que haya empresas que estén enriqueciéndose ya: basta ver la curva del índice Nasdaq, que sube sin parar, al constatar los progresos de muchas compañías tecnológicas, sobre todo de EE UU.

El problema es que España no es California. Ni siquiera Europa es EE UU. Ni China. Aquí hay un bajo nivel de industrialización, empresas de poco tamaño y, como resultado, una productividad más baja. Hay economistas que están viendo un problema en la recuperación del empleo en España, cuando lo normal es que fuese un motivo de alegría para todo el mundo. Su preocupación está en que si aumenta más la creación de empleo que la propia economía –léase el PIB– estaría descendiendo la productividad, lo cual terminará por desatar tensiones.

Si alguna lección se puede extraer del actual panorama económico es que la incertidumbre es acusada y que no caben las generalizaciones. Por tanto, cada uno puede ir echando sus propias cuentas. En esta crisis, el Estado ha estado a la altura de las circunstancias –a base de endeudarse, claro– y ahora toca remar para sacar el país adelante para restablecer la producción y el consumo, sin perder de vista que habrá que pagar más impuestos para que haya menos déficit y la deuda pública, lejos de seguir subiendo, se reduzca a medio plazo. Veremos…

@J_L_Gomez

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