CON PRIMA DE RIESGO

¿Los gallegos estamos preparados para la nueva economía colaborativa mundial y sus cambios?

Imagen de archivo de un taxi

El sector marca unos niveles potenciales de 300.000 millones en Europa, pero Galicia no está presente.

Esta semana hemos visto como los taxistas se ponían en huelga para luchar contra las nuevas tendencias de mercado lideradas por Uber u otras empresas que asaltan el mercado con precios especiales y favorecidos por los desarrollos tecnológicos y un fuerte cuerpo de inversores internacionales que financian y presionan para abrir los mercados a este perfil de empresas.

Lo mismo pasa con modelos de negocio en los sectores del transporte por carretera, donde compartir los coches, viajes y gastos entre particulares supera poco a poco al mercado tradicional del autobús.

Otro caso lo podemos encontrar en el servicio de alquiler de habitaciones en viviendas particulares frente a los hoteles tradicionales. 

Todo este tipo de modelos de negocio configuran la llamada economía colaborativa. Fruto de Internet y las nuevas tecnologías que han impulsado modelos de consumo alternativo en los últimos años. La relación entre quien ofrece un producto y quien tiene una necesidad concreta está cambiando de manera significativa. 

La Comisión Europea en 2016 define la economía colaborativa de la siguiente forma: “Son modelos de negocio en los que se facilitan actividades mediante plataformas colaborativas que crean un mercado abierto para el uso temporal de mercancías o servicios ofrecidos a menudo por particulares. Implica a tres categorías de agentes: prestadores de servicios, usuarios e intermediarios, que a través de una plataforma en línea conectan a los anteriores agentes y facilitan las transacciones entre ellos”. Es actualmente uno de los modelos que más adeptos gana día tras día. La economía colaborativa, el cual se basa en prestar, alquilar, comprar o vender productos en función de necesidades específicas y no tanto en beneficios económicos. De hecho, en este sistema es posible que el dinero no sea el único valor de cambio para las transacciones.

Actualmente se calcula que más de 500 empresas ejercen sus servicios en España. En un mercado que se calcula,según la Comisión Europea, en mas de 28.000 millones de euros, datos del año 2015, último conocido.

Eso sí, las previsiones de los gobernantes europeos hablan de más de 160.000 a 572.000 millones de euros de incremento en el mercado para el año 2020. 

A su vez la consultora PWC estimó en 2016 que el mercado para este tipo de negocios ofrecía una oportunidad potencial de 335.000 millones de dólares para 2025. En nuestra vida ya dependemos de este tipo de perfiles de empresas como BlaBlaCar (1.400 millones de valor de mercado) o Airbnb (30.000 millones de euros de valor de mercado), que nos ayudan a viajar o a dormir en diferentes lugares del mundo Además es una buen medio de que cada gallego se gane unos euros vendiendo aquello que ya no usa, o que no es de su agrado (regalos inadecuados), o compartiendo viviendas o coches y viajes para sacarse unos euros. Este modelo se expande a cada vez más sectores de la economía como la prensa o la banca o a nuevas innovaciones del sector TIC. Sin duda el progreso no se para —si me permiten recordar mi infancia— en la calle, núcleo de mi vida. Allí existían lecherías, tiendas de todo tipo de productos, o negocios de  venta de productos como la gaseosa local. Así como la sucursal de bancos como el Hispanoamericano, Argentaría... Ah! Y dos cabinas de teléfonos. 

Ya ven, el futuro es imparable y o te adaptas o te lleva por delante o te convierte en vintage. La economía colaborativa viene para quedarse porque las cifras actuales y futuras así lo indican, y las necesidades de cada cliente, que ahora a la vez es el productor, crecen y se incorporan a este mercado mil millonario.

La cuestión es qué papel juega Galicia en este mercado. Una Galicia que no siempre ha dado lecciones de colaboración, véase el fracaso, una y otra vez, de empresas cooperativas de sectores claves del tejido gallego, como la leche y su producción, o derivados de la misma. O en otros sectores como el industrial, carrocero o agroindustrial, donde salvo  notorias excepciones, la figura de la cooperativa no acaba de cuajar en la economía gallega. Más si nos fijamos en territorios cercanos como el Pais Vasco, donde las cooperativas alcanzan tamaño de grandes empresas. 

La nueva versión de relación de cooperación, la de abrir el móvil y compartir nuestra vida, en forma de pequeños negocios, como viajes , habitaciones, ropa u accesorios viene para quedarse y alcanza una rápida versión a nivel global. 

La verdad es que el lechero ya no volverá abrir su negocio en mi calle, es más, mi calle ya no se parece en casi nada  a la que recuerdo en mi infancia. Pero eso sí, aquella calle y esta sigue teniendo una cuestión en común, los vecinos, son los mismos y tienen las mismas necesidades,  por eso la farmacia sigue abierta. Pequeñas necesidades cambian, las grandes nunca.

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