El gasto en prestaciones farmacéuticas, ¿hacia dónde vamos?

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Hace tres semanas, el Colegio Oficial de Médicos de Ourense celebró el II Foro Auriense sobre Bioética Sanitaria y Derecho, donde entre otras cuestiones se plantearon reflexiones sobre el valor de la vida y el precio de la salud.

Aprovechando este evento y observando las tendencias en este ámbito, resulta evidente que el gasto en sanidad en general y en materia farmacéutica en particular, es una de las preocupaciones de los gestores públicos. Entre otras variables que inciden en la demanda de fármacos se pueden señalar el aumento de la renta por habitante, el escaso tiempo de consulta dedicado a los pacientes en los centros de atención primaria por la masificación, el fomento de nuevos hábitos de vida asociados a un mayor consumo de medicamentos, la semigratuidad de los fármacos y la introducción de nuevos medicamentos de mayor precio.

CULTURA DEL MEDICAMENTO Y EVOLUCIÓN DE LA DEMANDA

En los países mediterráneos, como es el caso de España, el modelo de prestación farmacéutica permitía hasta las últimas reformas, un  acceso universal y gratuito a una parte importante de la población (por ejemplo, en nuestro país a los pensionistas). Además, en España tenemos una cultura del medicamento muy arraigada que nos lleva a consumir (y almacenar) un importante volumen de fármacos. La automedicación, además de ser una práctica muy peligrosa, tampoco ayuda a reducir el consumo de fármacos.

Los precios más elevados de los nuevos productos provocan un mayor gasto en fármacos, a pesar de las cada vez más frecuentes medidas públicas tendentes a reducir el margen de beneficio de las farmacias y del sector farmacéutico. Este aumento de los precios también encuentra su justificación en el tipo de producto que se fabrica, ya que la mayor parte de los fármacos que se comercializan son medicamentos con un solo principio activo. Asimismo, se comprueba como de todas las nuevas especialidades, únicamente el 10% contienen nuevos principios activos y de éstas, únicamente la mitad son calificadas por el Ministerio de Sanidad como innovadoras.    

El consumo de medicamentos también se ve condicionado por el número de farmacias por habitante. Hay estudios empíricos que señalan que la proximidad geográfica entre las viviendas y las farmacias (y el número de ellas) puede favorecer el aumento del consumo de medicamentos. Así, el mayor número de farmacias por habitante se encuentra en los países mediterráneos, que es precisamente donde más se gasta por habitante.

POLÍTICA DE GENÉRICOS Y PRECIOS DE REFERENCIA 

La introducción de nuevos medicamentos ha venido acompañado de un aumento de los precios, en parte por las mayores exigencias de Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i) en la industria farmacéutica, que han repercutido estos importes sobre los costes de producción. Algunas actuaciones públicas han tratado de frenar esta situación, en especial, la introducción de los medicamentos genéricos y los precios de referencia, pero su éxito, como se desarrollará a continuación ha sido limitado.

Así, si realmente se quiere apostar por los genéricos, es necesario que la industria farmacéutica incluya en la publicidad de los fármacos su denominación genérica, para facilitar la sustitución por una opción más económica. Además, es preciso garantizar que la publicidad de un fármaco no conlleve el resultado de que un medicamento genérico sea, necesariamente, de menor calidad que uno de marca. Así, es recomendable establecer procedimientos para demostrar la bioequivalencia entre los medicamentos genéricos y los de marca, y desarrollar, de este modo, listas sustituibles de fármacos. Además, se puede apostar por ciertas medidas de promoción industrial. Un ejemplo en este sentido sería, por ejemplo,una menor presión fiscal a aquellas empresas que produzcan medicamentos genéricos.

Respecto a los farmacéuticos resulta recomendable, si se quiere potenciar los medicamentos genéricos, potenciar actuaciones tendentes a la sustitución de fármacos con el mismo principio activo. 

En relación a los médicos, uno de los puntos clave para conseguir un consumo mayor de genéricos es concienciar a las asociaciones profesionales de la necesidad de recetarlos. Hay que tener en cuenta que la demanda de medicamentos por parte de los usuarios no es directa, sino que es una demanda inducida por el colegiado médico.
En cuanto a los pacientes debe ser necesaria una mayor inversión en campañas de concienciación sobre el uso del genérico. Con esta medida se trata de informar sobre el uso racional de los medicamentos. De esta forma los pacientes podrían reducir su gasto en fármacos.

El mercado de los genéricos se mueve en función de la caducidad de las patentes. Lo normal es que en España una patente tenga una vigencia de 10 años, de forma que una vez transcurrido ese plazo, cualquier otra empresa puede comercializar el producto bajo su nombre químico. Esto se traduce en un significativo ahorro de costes, especialmente de I+D+i, lo que permite que el precio del medicamento genérico sea mucho menor que el comercializado bajo una determinada marca. Sin embargo, a veces, ese plazo es insuficiente para poder recuperar toda la inversión efectuada, lo que a la larga puede provocar un menor interés por crear medicamentos innovadores.

En relación a otras alternativas, como las listas de exclusión, los genéricos permiten la completa libertad de prescripción al colegiado, ya que no excluyen a ningún producto de la financiación pública. Sin embargo, el uso de genéricos también presenta algunas limitaciones. Por ejemplo, no siempre es posible la contención de los costes y aunque esto se produzca, su efecto suele ser durante un breve espacio de tiempo. Así, este instrumento suele aplicarse solo sobre una parte del mercado (los consumidores)y no siempre puede frenar el crecimiento del número de medicamentos prescriptos o la estructura del consumo. Además, a medio plazo los incentivos a la entrada de genéricos (que son más baratos) se pueden ver afectados si el precio de referencia fijado por la administración farmacéutica actúa como límite del precio que se puede cobrar por el fármaco.

Además, y a pesar de las medidas llevadas a cabo para reducir el precio de los medicamentos, el Ministerio de Sanidad viene señalando un encarecimiento continuo en el precio de los fármacos, siguiendo la tendencia registrada en los últimos años. Los mayores aumentos se registran en el grupo de más importe (entre 6 y 30 euros), mientras que los más económicos (inferior a los 3 euros) han reducido su crecimiento.
Aunque el objetivo de reducir los costes de fabricación de los medicamentos es algo aceptado por los gobiernos, fabricantes y farmacéuticos, la utilización de los fármacos genéricos sigue siendo inferior al consumo que se observa en los países de nuestro entono. La cuota de participación de los genéricos en 2014 en España sobre el total de medicamentos no superó el 38%, frente al 55% de la media europea. Además, si bien el 80% de los españoles conocen lo que es un genérico, al menos la tercera parte no lo consume habitualmente. 

ENVEJECIMIENTO, NECESIDADES  Y GESTIÓN DEL GASTO

El envejecimiento de la población es otra variable que está provocando dificultades para controlar el gasto farmacéutico, especialmente si tenemos en cuenta las proyecciones futuras realizadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE). España será el país desarrollado de la UE con una población más anciana en los próximos años. Se espera que en 2050 el 43% de la población en España tenga más de 60 años frente al 35% de Alemania o el 31% de Francia.

Lo anterior repercute notablemente en el gasto farmacéutico total. Teniendo en cuenta las proyecciones futuras de población resulta complicado establecer mecanismos de contención del gasto farmacéutico total, especialmente cuando es el principal beneficiario del servicio de asistencia farmacéutica es el colectivo que más va a aumentar. 

Lo que sí es evidente es la reducción de gasto público en medicamentos en España desde 2010, al pasar de los 11.135 millones de euros a los 9.362 millones en 2014, a partir del estudio de la EAE Business School de 2015. Siguiendo con esta fuente, en Galicia durante ese mismo período se ha registrado una variación desde los 931 millones a los 681 millones, y todo esto teniendo en cuenta el incremento de la población mayor en Galicia. 

Para nuestra Comunidad Autónoma el gasto público por habitante pasó de los 340 a los 248 euros (92 euros de reducción), frente a la media nacional que pasó de los 265 euros a los 201 euros (64 euros menos). Por otra parte, el gasto farmacéutico privado experimentó un aumento desde los 146 euros de 2010 a los 159 euros de 2014 (13 euros más). Por edades, cada vez más la personas mayores deben sufragar más gasto de su bolsillo, al pasar de los 211 euros de media en 2010 a los 259 euros en 2014 (48 euros más). 
 

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