Entre los últimos departamentos creados está el de internacionalización para asesorar en los mercados exteriores.
José Manuel Díaz Barreiros es hoy la cara visible de una empresa de servicios ourensana que cumple 60 años de apoyo a los pequeños empresarios y autónomos. La gestoría Marcelino Díaz, ubicada en la calle Ramón Cabanillas, es el ejemplo del empeño que puso su fundador, que le da nombre a la oficina, y que hoy está en manos de la segunda generación. Su actual responsable comenzó a trabajar en el despacho de su padre en 1992 cuando entonces la plantilla la componían 13 personas y hoy son 25. Innovación y competitividad son los pilares sobre los que se quiere afianzar la empresa de cara al futuro. En el 2015 se creó el departamento de internacionalización de empresas para orientar a las compañías que quieren ganar cuota de mercado en el exterior, que está dirigido por Rosa García y dos técnicos de la oficina.
Atrás queda aquel diciembre de 1956 cuando Marcelino Díaz aprueba los exámenes de gestor administrativo y decide abrir su propio despacho. Por el camino, muchos esfuerzos para encauzar una tarea que su hijo José Manuel narra para el programa Las Cuentas Claras de Telemiño. Recuerda que entonces era lo fuerte trabajar tráfico y transportes o tramitaciones de DNI y otros documentos. En 1963 la cartera de servicios incorpora los seguros y en 1992 pasa a ser una correduría de seguros. Está especializada en asesoría de empresas, señaladamente pymes y autónomos.
“En este momento el asesoramiento es integral porque abarcamos todos los aspectos, tanto jurídicos como fiscales de las empresas”, aclara el actual responsable de la oficina. Hace tres años también se incorporó la asesoría financiera. Han tenido que acompañar a muchas mercantiles en los duros años de la crisis, gestionando sus dificultades, como recuerda Díaz Barreiros. Ahora la situación ha mejorado sustancialmente, lo que les hace ser más optimistas. Por lo que respecta al futuro de la gestoría, José Manuel Díaz Barreiros hace votos porque siga adelante al menos otros 60 años, sin descartar que una tercera generación pueda recoger el testigo.
