Primer aviso del BCE a España por su deuda

Crisis imprevistas como la de la pandemia sobrevenida contribuyen a que el cortoplacismo domine el debate político: lo urgente se vuelve de manera repentina en lo único importante. Es comprensible. Sin embargo, España está en una situación que requiere mirar un poco al futuro, con el 2023 –un año de reajustes en la política europea– a la vuelta de la esquina. Vivir tan al día puede tener consecuencias para la economía española, ahora ya avisada formalmente de que el Banco Central Europeo (BCE), si bien no subirá los tipos de interés de inmediato, sí reducirá las compras de deuda en 2022. Christine Lagarde pondrá así fin al programa vinculado a la pandemia y como paño caliente promete que será flexible ante la incertidumbre que impone la covid-19. Una de cal y otra de arena, pero el toque de atención ya está dado a un país como España habituado en los últimos años a vivir a crédito. El aumento de la deuda pública es de tal calado que se han batido récords históricos, y si no ha pasado nada no es porque haya un mago en la Moncloa, sino porque el BCE ha desplegado su paraguas para proteger a España bajo la tormenta. Compró la deuda española prácticamente sin límite alguno y ahora anuncia que retirará la protección, a fin de que España interiorice que en 2023 volverá la disciplina fiscal, sin apenas concesiones a las alegrías. La deuda pública española no es un frente complicado solo a raíz de la pandemia, sino que también se deriva de problemas acumulados anteriormente. Conscientes de ello, académicos de izquierdas han apelado –sin éxito– a su auto condonación. Es cierto que las condonaciones de deuda se han sucedido a lo largo de la historia, desde el Nuevo Testamento, pero no parece probable que los seguidores del economista Thomas Piketty se salgan esta vez con la suya. Incluso Nadia Calviño, vicepresidenta del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital –la supuesta beneficiaria–, pide que no se abran debates “artificiales y estériles” como la propuesta de Piketty para que el BCE condone la deuda pública a España, una vez que en 2021 llegó al 122,8% del PIB, el mayor nivel desde la guerra de Cuba. Pero Thomas Piketty insiste: “(Hay que) anular la deuda pública mantenida por el BCE para que nuestro destino vuelva a estar en nuestras manos”. Es un debate coral, con opiniones para todos los gustos. “Al igual que en 2008 los bancos centrales han tenido un papel relevante. Las medidas tomadas por los gobiernos, la UE y los bancos centrales, entre ellos el BCE, han ayudado a mantener la liquidez. Y en esta crisis han conseguido que las primas de riesgo no se disparen y eso es muy importante”, opina desde una posición realista Ana José Varela, directora financiera de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Los números también hablan claro: el coste de la deuda ya es el principal gasto del Estado. Los sueldos de todos los funcionarios en un año suman menos que la inmensa bola de la deuda. O España se pone las pilas o lo pasará mal. Para ello es –casi– indispensable que los planes de recuperación funcionen, ya que si la economía española no se restablece y genera suficientes ingresos públicos –vía impuestos–, su castillo de naipes se vendrá literalmente abajo. Y en un escenario así, España ya no podrá tirar de la línea de crédito ilimitado del BCE. @J_L_Gomez