ÁGORA ECONÓMICA

Reducción del paro frente a la temporalidad en el empleo

VUERDA

E La Encuesta de Población Activa del Tercer Trimestre de 2016 anunció, recientemente, un buen dato en relación al desempleo

Lo anterior, como ya he indicado, es una buena noticia, pero no nos debe llevar a “morir de éxito”. Que en España 4,3 millones de personas quieran trabajar, estén buscando activamente un empleo, pero no lo encuentren, sigue siendo una cifra desorbitada.

El desempleo en nuestro país sigue siendo una lacra. Desde luego España no puede, ni debe, dar lecciones a nadie en materia laboral. Solo lo podríamos hacer si tuviéramos una tasa de paro como Alemania (4,2%), Reino Unido (4,9%) o Austria (6,2%).

Nuestra situación solo es comparable con el resultado de Grecia (23,2%) y queda muy lejos de la media de la Eurozona (10,1%). España es el segundo país de la OCDE y de la UE25 con mayor tasa de desempleo, solo superado, como se ha indicado, por el caso heleno. Incluso las nuevas incorporaciones a la UE25, como Letonia, Estonia, Lituania o Rumania tienen menos de la mitad de la tasa de paro que sufrimos en España.


Unido a lo anterior, se manifiesta, como consecuencia de la reforma laboral de 2012, un cambio en las condiciones laborales. Cada vez el trabajo está más repartido (se trabajan menos horas) y las vidas laborales “tienen más hojas”. Los contratos ya no son por meses o semanas, llegan incluso a contabilizarse por días.

No es raro encontrarse con trabajadores que están trabajando de lunes a viernes, para luego darlos de baja el fin de semana y volverlos a contratar el lunes siguiente. Lo mismo pasa con muchos profesionales que son despidos durante los meses de vacaciones y luego se vuelven a contratar en septiembre. 


La inestabilidad laboral está aquí y ha venido para quedarse. Lo cierto es que siempre ha estado presente en nuestro mercado de trabajo, pero ahora parece que su intensidad es mucho mayor. Si con tasas de crecimiento interanuales del PIB del 3% el empleo que se está generando es sobre todo de naturaleza temporal ¿Se imaginan que puede pasar cuando dejemos de crecer a esta tasa? El horizonte de crecimiento europeo comienza a verse con nubarrones.

Este es un claro aviso para navegantes. Por otra parte, no hay solo que mirar el número de empleos generados, sino la calidad del empleo, cuestión que no siempre se tiene en cuenta.
De nuevo, a partir de la EPA del último trimestre publicado se comprueba como en España, a pesar de ser el país europeo con mayor crecimiento de su PIB, la tasa de temporalidad es del 26,9%, una cifra sólo superada por Polonia, lo que nos convierte en la segunda economía europea con mayor peso del empleo inestable.

Además, España se sitúa, nuevamente, a años luz en temporalidad en el empleo de los nuevos países miembros y de las últimas incorporaciones a la UE, hasta multiplicar por 8 los resultados obtenidos en estos estados.


Por sexo, son las mujeres  (27,2%) las que tienen una menor estabilidad laboral respecto a los varones (26,7%) en España, pero como se puede comprobar las diferencias son mínimas. En cuanto al empleo de naturaleza indefinida se constata como en los últimos tres años (2014-2016) y volviendo a tomar como referencia el tercer trimestre de la EPA, el porcentaje de empleos indefinidos en relación a la totalidad de contratos, se ha reducido desde el 75,4% de 2014 al 73,0% de 2016, a costa claro está, de aumentar el peso del empleo temporal que en 2014 suponía el 24,6% frente al ya comentado 26,9% de 2016. 


Es más, si realizamos un estudio más amplio y nos fijamos en el resultado del tercer trimestre de 2007 (período previo a la crisis), se comprueba como en España hay 1.690.000 personas menos trabajando, la mayor parte varones que, además, siguen siendo, por la discriminación laboral de las mujeres, los sustentadores principales de las familias. Hay todavía mucho por mejorar en el mercado de trabajo.


De nuevo, y atendiendo a esta estadística es cierto que España hace seis años era el país de la UE con una tasa de temporalidad más elevada (ahora somos el segundo). Esto que podría ser considerado como algo positivo, debe ser debidamente matizado. Nuestro aparente mejora en la tasa de temporalidad desde 2007 (en ese momento alcanzamos el 31,8% de todos los contratos), no se ha producido en beneficio de una mejora laboral de los trabajadores, sino que durante la crisis económica, muchos trabajadores temporales han sido despedidos, en vez de convertirse, como era natural, en trabajadores indefinidos. Por lo tanto durante la reciente crisis claro que se ha mejorado en temporalidad, pero a costa de expulsar a los temporales del mercado de trabajo. 


Además, una buena parte de los mismos ha decidido abandonar el mercado de trabajo y muchos otros han tenido que emigrar para conseguir un trabajo. A poco que nos detengamos en analizar el comportamiento de la temporalidad y el aumento del desempleo, se comprueba cómo durante la crisis económica, coincide la reducción de la tasa de temporalidad con el aumento del desempleo. Como es natural, esto es imposible verlo únicamente con una foto estática de la tasa de desempleo. Como apunta el sabio refranero español “los árboles no dejan ver el bosque”.


No obstante, hay que tener en cuenta que la temporalidad laboral no siempre es mala. Lo que no es conveniente es tener una tasa como la española, y lo que es peor, que a pesar del crecimiento económico y aumento del número de contratos, que siga aumentando. La temporalidad laboral puede ser buena, tanto para el empleador como para el trabajador. Así, en primer lugar, permite reducir los costes, lo que puede mejorar la productividad empresarial.

En segundo lugar, garantiza una mayor flexibilidad en la contratación, pudiendo ser algo muy positivo para atender los picos de carga de trabajo. En tercer lugar, permite una mejor sustitución laboral por situaciones de bajas, tanto previstas como imprevistas. En cuarto lugar, posibilita un acceso mucho más rápido a mano de obra cualificada, lo que evita tener que formar al trabajador por parte de la empresa, reduciendo costes.

En quinto lugar, mejora la capacidad de cobertura temporal ante cambios en la demanda de bienes y servicios. En sexto lugar, permite solucionar de forma rápida y efectiva, situaciones puntuales de necesidades y, finalmente, evita la sobredimensión de la plantilla. 


La temporalidad también puede ser algo bueno para el empleado, ya que le supone el primer empleo al que puede acceder. La mayor parte de los nuevos contratos son de naturaleza temporal, siendo la puerta más habitual de acceso al mercado de trabajo. En segundo lugar, la temporalidad supone una oportunidad para adquirir experiencia, siendo esto algo fundamental para aspirar a un empleo en mejores condiciones, por ejemplo, de naturaleza indefinida.

En tercer lugar, la temporalidad laboral es una salida para abandonar el desempleo. Como es poco corriente encontrar de primeras un puesto de trabajo indefinido, la primera vía de salida del desempleo es el empleo de naturaleza temporal. 


Pero no todo es positivo ni mucho menos en materia de temporalidad laboral. Los empleos temporales vienen asociados a precariedad en las condiciones de contratación. En segundo lugar, la inestabilidad laboral de los trabajadores temporales es mucho mayor que la que padecen los trabajadores indefinidos, aunque hoy en día ni tan siquiera estos son trabajos de por vida. En tercer lugar, los empleos temporales pueden generar desmotivación en el trabajo o una desconfianza en sus capacidades. Así, los trabajadores temporales, debido a esta condición pueden esforzarse menos si ven que su relación laboral tiene los días contados.

En cuarto lugar, los trabajos temporales suelen ser tener una escasa especialización, abundando sobre todo en cierto tipo de actividades que no necesitan una excesiva formación. Este sería por ejemplo, los subsectores de la construcción, restauración o del turismo. Y, finalmente, los empleos temporales no suelen tener beneficios salariales y no salariales por el trabajo realizado, como primas, productividad, a lo que hay que añadir el escaso interés de los empleadores por darles formación, ya que a corto y medio plazo serán reemplazados por otros.
Como se ha podido comprobar, hay pros y contras en relación a la temporalidad laboral.

Estoy seguro que algunos dirán que es mejor un empleo temporal que ningún empleo. Yo estoy más por la argumentación que es mejor un empleo indefinido que uno temporal.

No debemos contentarnos con un “second best” o un segundo óptimo. Debemos aspirar a la mejor situación laboral posible para todos. Por lo tanto, cuando “saquemos pecho” de lo “bien” que lo estamos haciendo, sería muy recomendable que tuviéramos en cuenta todas estas consideraciones. 


No nos creamos, ni hagamos creer, lo que no somos. Yo como académico e investigador suelo, además de utilizar las estadísticas para justificar mis argumentaciones, preguntar cómo va la economía a aquellos que día a día tienen que luchar por mantener su empleo o por continuar con su negocio. Créanme si les digo que se aprende mucho preguntando a los empleadores y trabajadores, ejercicio que recomiendo a todos los gestores públicos.


Resumiendo, España nunca ha estado en la “champion league” en materia laboral. Nuestro país nunca ha sido y a no ser que cambien mucho el funcionamiento del mercado de trabajo, nunca será un ejemplo a seguir en materia laboral.

Siguiendo con el símil deportivo, y con todos mis respetos a las categorías deportivas inferiores, como mucho, el “milagro español” en materia laboral puede ser considerado de tercera división, si vamos más allá del buen dato de la reducción del desempleo, que repito es una buena noticia, pero que no es lo único que deberíamos considerar para conocer el estado de salud de nuestro mercado de trabajo.
 

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