CON PRIMA DE RIESGO

El rural: una apuesta de futuro, sin complejos, ni límites pero con muchos pasos a dar

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En los últimos 40 años en el rural hemos pasado de vivir el 53% a solo el 21% de los españoles

España y Galicia lleva décadas preocupados por el deterioro de la situación del rural, y la verdad es que los datos son para tomarlos en serio. En sus pueblos se puede ver claramente el efecto del invierno demográfico donde la población disminuye a pasos agigantados y la juventud es tan escasa que hasta es noticia de titulares de prensa el nacimiento de un niño en cualquier pueblo de España.

A los problemas de la edad, debemos sumar que con las jubilaciones se cierran los negocios sin relevo y con la consecuencia para el rural de la pérdida de potencia económica y de servicios básicos, como venta de alimentos o de servicios farmacéuticos. 

También el cierre general de las explotaciones rurales dificulta la recuperación económica del territorio. Los datos son desalentadores ya que solo en Ourense, y según el Registro de Ganado de Bovino de la Xunta de Galicia, se percibe con claridad el claro retroceso de este sector al haber cerrado más de la mitad de las explotaciones en la última década. Datos: en la provincia ourensana había en el año 2014 (el último con los resultados públicos) algo más de 2.000 instalaciones de vacuno. En contra, en el 2002 esa cifra llegaba a las 5.492 granjas, perdiendo más de la mitad de la cabaña ganadera.

A esta situación, debemos sumar la pérdida de factores estratégicos como la distancia con las ofertas comerciales de las grandes ciudades situándose fuera de los ejes de desarrollo y de los polos de concentración del tejido empresarial que, a su vez, siguen acumulando población y actividad económica. El resultado de este proceso es evidente. Casi el 25% del rural de Galicia se abandona, con efectos de largo alcance. Esos efectos, por ejemplo, los vemos las informaciones que aluden a los graves problemas de gestión del monte que se refleja en los graves incendios que se generan todos los años en Galicia, y en Ourense particularmente, y que convierte a la tierra en polo de problemas ambientales y de efectos trágicos para los ecosistemas y el cambio climático.

Sin empresas y sin agricultores el futuro del campo es desalentador y con él se pierde una de las grandes riquezas del país, la disponibilidad de territorio. De una tierra que ha mostrado sus capacidades como generador de riqueza durante décadas y que ahora tiene en el rural un espacio sin capacidad de progreso.


POSIBILIDADES DE FUTURO


Los expertos, los políticos, y la sociedad en general hablan de las oportunidades del rural y sus posibilidades futuras en documentos, mítines, jornadas o eventos de exaltación del rural, pero los resultados hasta ahora no han sido visibles. 

Si hablan con los vecinos, quizá el resumen sea resignación; es decir, que el progreso del rural no se ve ni se le espera. Pero el crecimiento del rural, sin duda, debe ser endógeno, aprovechando sus recursos de forma local. Esa es la receta universal, pero la pregunta a la vista de los datos es: ¿Esta receta funciona?

Por lo visto, no. Al menos, no como desearíamos, ya que  los resultados cuentan con alguna “alegría” como puede ser la llegada de nuevos ganaderos al rural, jóvenes; el incremento de la agricultura ecológica; o la mejora en las cifras del turismo rural pero en general la tendencia actual es desalentadora. Sin duda, apostar por una agricultura y una ganadería sostenible es adecuado para mantener el equilibrio del rural pero se muestra insuficiente para mantener y generar economía para vecinos y atraer nuevos habitantes. 

Ejemplos de desarrollo del rural en Europa encontramos en Holanda o Dinamarca, países de fuerte apuesta por la economía sostenible, pero que han determinado que el desarrollo del rural pasa por apostar de forma clara por la ganadería extensiva tanto de producción láctea como cárnica. Países que apenas han sido productores se han convertido en líderes europeos de producción láctea, de porcino u otros en pocos años. Otro ejemplo de recuperación del rural es la explotación minera. Suecia, país con buenas costumbres ambientales, apuesta a la vez por su desarrollo minero, siendo líder europeo en producción de minería de hierro (92% de la producción total de hierro de Europa) y apostando por la puesta en valor de nuevos proyectos mineros como Kaunisvaara, de Northland Resources, que comenzó a producir en 2013. 

Esta apuesta de país por la minería genera una riqueza actual de unos 7.000 millones de dólares (44.470 millones de coronas suecas) y esperan triplicar la industria en 2025. Otro ejemplo es la puesta en valor del monte finlandés donde se une una planificación ordenada bajo máximas económicas y a la vez ambientales que es capaz de generar riqueza hasta alcanzar el 20% de los procesos industriales del país. Como ven el futuro del rural pasa por aprovechar oportunidades actuales y desarrollar usos con capacidad creadora de riqueza local.

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