CON PRIMA DE RIESGO

El sector gallego de la automoción produce la misma riqueza que hace veinte años

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Un informe del profesor Prada chequea un sector mimado durante años por las administraciones 

El sector gallego de la automoción es un conglomerado industrial que alcanza en términos anuales alrededor de 8.000 millones de euros de volumen de negocio, integrado por marcas y plantas ensambladoras y más de un centenar de empresas de componentes desde tapicerías y plásticos, a equipos eléctricos o mecánicos. A trazo grueso, los rasgos del primer sector manufacturero de la comunidad; con una aportación al valor añadido bruto de la industria de más del 17%, por encima de los productos metálicos, la maquinaria y los equipamientos. 

Los números avalan la presión que la industria ejerce sobre las Administraciones para obtener  ayudas públicas millonarias  con las que conseguir sus objetivos de rentabilidad y no perder carga de trabajo. Y pese a que desde el año 2009, en Galicia, destruyó un 20 por ciento del empleo.  

No parece que sea oro todo lo que reluce. Un informe de Albino Prada, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Vigo ha chequeado al sector en el marco de los informes de coyuntura socioeconómica del Foro Económico de Galicia y en él apunta que producimos la misma riqueza material en términos reales que a finales de la pasada centuria.   En lo que llevamos de siglo la riqueza generada por el sector de la automoción fue creciente hasta 2007, ejercicio  de inicio de la crisis; y a partir de ahí, comienza un declive de su valor añadido. Un escarpe que alcanzaría en 2012, unos veinte puntos porcentuales sobre el valor inicial, en una caída que supone retroceder a los niveles de casi veinte años situándose en valores de 1995.  Por lo que  recuperar el nivel de riqueza generada previo a la crisis, supondrá incrementar la producción en un veinte por ciento. 

Con todo, lo sucedido con las horas de trabajo incorporadas por el sector presenta una tendencia lineal y constante a la baja desde comienzos de siglo, con un ajuste que suma un cincuenta por ciento del total del empleo incorporado. Se trabajaron en el año 2000, 457.000 horas y doce años más tarde solo 231.000 horas.  Si hasta el año 2007 la competitividad de los productos del sector avanzaba en una combinación de mayor valor añadido y menor trabajo humano directo definiéndose así en el cruce entre ambas tendencias un aumento de la productividad; a partir de la años de la crisis, ambos vectores tienen una caída paralela, a pesar de que las horas trabajadas parecen disminuir en mayor medida.  Producimos así la misma riqueza material en términos reales en 2012 que en 1995 con un tercio menos del empleo.  

Lo que ocurre en cualquier casa. Lo cual es compatible con un volumen de producción y de exportaciones en posible recuperación, aunque en detrimento de la redención de la cuota de mercado interno. 

Si durante las últimas décadas nuestra presencia en el mercado mundial se había situado por encima de las cuotas que tenemos en otras manufacturas, llama la atención el informe sobre un  aspecto de interés respecto a la dinámica de las exportaciones: Si en el conjunto del país se ha observado un comportamiento ascendente hasta el año 2007 y una caída posterior que se recupera en 2014, en el caso de Galicia, la situación es distinta, y nuestra progresión hasta los años 2007 y 2008 fue espectacular,  como también lo fue la caída exportadora posterior hasta el año 2012. 

Para conformar ese dinamismo en relación al desempeño del sector en el conjunto de España,  Albino Prada cruza los datos de producción y de horas trabajadas y observa que en los años iniciales a la crisis, de 2007 a 2009, el sector gallego habría alcanzado un máximo de participación en el total español, con un peso en la producción de un 16,5% en 2009, porcentaje que superaba la cuota gallega de horas trabajadas por el sector que ascendía a un 13,7%.  

Con datos de 2012 la situación torna y se vuelve doblemente  preocupante: por un retroceso en la cuota de producción, pero además por que iguala a la de horas trabajadas,  lo que conduce a que el diferencial de productividad se haya volatilizado. Lo que quiere decir en definitiva que otras zonas productoras de España  ganan en competitividad un aspecto en absoluto ajeno  a un mejor desempeño exportador de la economía española.  Se cuestiona si supone que se anote un éxito competitivo el sector del pais similar en el mercado interno y para ello  nada más que, evaluar que parte de las matriculaciones de vehículos se hacen con automóviles fabricados en plantas españolas y cuales a través de la importación. Y los datos reflejan una crisis aguda del mercado interno que solo en 2013 parece frenar su declive, al tiempo que  vuelven los brotes verdes. El estudio deja en el aire  un análisis de  las características de los turismos que vendemos, con los que arrojar luz sobre nuestra especialización competitiva y si nuestras ganancias en productividad van en la buena dirección.

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