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La seguridad se ha convertido en una necesidad y a la vez en un gran nicho de empleo

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El conjunto de los países de la Unión Europea destinan el 1,8 % de su PIB a seguridad

La historia que todos conocemos esta plagada de guerras y destrucción,  lemas épicos como “Ala es grande”, “en nombre de Dios”, por el rey o la reina de turno, entre otros, han sido mensajes que han permitido llevar a los generales a la guerra a miles de soldados a lo largo de las distintas épocas. Esos lemas están otra vez de “moda”. Como podemos ver en los atentados en Finlandia, Francia, Alemania o en los recientes en la retina de Cataluña. Atentados donde el modus operandi es atacar puntos estratégicos de gran aglomeración de civiles. Con el objetivo de horrorizar al transeúnte y a la vez al televidente de redes sociales, televisiones, prensa u otros medios de comunicación con el fin de atemorizar y afectar al día a día de nuestras vidas.

La horda terrorista va en aumento si nos guiamos por las cifras de los ataques con victimas en Europa y a la vez por el número de detenidos que suman las fuerzas de seguridad del estado. 
En este contexto, la clase política actúa de manual, felicita a los agentes por sus esfuerzos, visitan a los heridos, consuelan a los familiares de las victimas y crea lemas como “no tenemos miedo”.  Actos que evidentemente son necesarios y exigibles a nuestras clases dirigentes (incluidos reyes y reinas). Pero en cada acto político a la vez nos recuerdan que el riesgo cero no existe y que cualquiera de nosotros podemos ser objetivo terrorista. Estas frases (que por desgracia son ciertas) son el punto de partida al desarrollo de un gran esfuerzo inversor, el de la seguridad y el orden público. 

El contexto y las circunstancias manda y la seguridad se ha convertido en un negocio a nivel global.  El gasto militar y el comercio de armas en el mundo vuelven a crecer. Se trata de una tendencia que viene registrándose desde hace ya casi tres años. Por tanto esta situación no es achacable a Trump, pero el presidente de EEUU si incentiva con sus mensajes de petición de mayores inversiones, tanto al congreso para su país como al resto de países de la OTAN. La verdad es que la geopolítica mundial anda un poco revuelta, con el resurgir de conflictos como el de Rusia con sus antiguas repúblicas de la URSS, la omnipresente Corea del Norte, ese conflicto inconcluso desde la década de los cincuenta. Además debemos sumar oriente medio y su continuo dibujo de fronteras y la sempiterna Sudamérica y sus conflictos sociales.   
También debemos sumar nuevas modalidades de peligro, los ciberataques. Se calcula que el cibercrimen mueve 280.000 millones de dólares, el equivalente al PIB de Irlanda. A ello debemos sumar la “ciberpolítica” ya que se considera que terceras partes o terceros países han estado más o menos implicados en resultados electorales como el triunfo del ‘brexit’ el pasado mes de junio o la más reciente elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. En respuesta, el gasto militar en ciberseguridad aumenta. Solo el Pentágono tiene presupuestados para, en 2017, unos 7.000 mil millones de dólares (unos 6.560 de millones de euros). En el mundo se desconoce, ya que los presupuestos son en muchos países secretos, como el caso del nuevo ciberejercito de Alemania. 

También el sector privado invierte en ciberseguridad. Según comunica Gartner la cifra del negocio alcanzará un volumen de más de 90.000 millones de dólares en 2017, lo que supone un aumento del  7,6% respecto al año pasado y una previsión de alcanzar los 113.000 millones de dólares en 2020. 

Europa, en el año 2015, destinó a esta partida un total de 258.000 millones de euros lo que representa el 1,8% del PIB del territorio. En concreto los mayores gastos se concentraron en Bulgaria (2,8%), Eslovaquia (2,4%), Rumanía (2,3%), o Croacia y Polonia (2,2%). España se sitúa en un 2% por encima de la media del conjunto europeo. 

Además de los esfuerzos públicos también debemos sumar los cada vez más cuantiosos esfuerzos privados. Según un estudio de la firma de análisis Freedonia, los servicios de seguridad privada mueven 161.000 millones de dólares en el mundo, y se estima que crecerán a un ritmo medio anual del 6% hasta 2020. En el caso de España existen 78.200 vigilantes, más que guardias civiles (74.958) o policías nacionales (65.254), repartidos en 1.534 empresas y con una facturación del sector de 3.580 millones de euros. Una reflexión, el sueldo medio del sector por convenio de un vigilante privado es de 1.122 euros brutos mensuales y el de un policía ronda los 1.500 euros. Quizá debamos reflexionar sobre si aquellos que preservan nuestras seguridad están suficientemente bien pagados y bien considerados para “animarles” a jugarse la vida cada día por nuestra seguridad y la lucha contra el terrorismo injustificado. Eso sí, si su hijo o hija les dicen que quieren ser policías, soldados, o personal de emergencia les auguro un futuro lleno de oportunidades laborales. 

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