Ruiz-Jarabo: “Hace tiempo que la exigencia fiscal superó el límite de la racionalidad”

Ignacio Ruiz-Jarabo presentó su libro “Impuestos o libertad” y desgranó la presión sobre el contribuyente en España

El Foro La Región contó con el economista Ignacio Ruiz-Jarabo (Madrid, 1956) como ponente. Fue director de la Agencia Tributaria y de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). Pero el motivo de participar en el Foro fue presentar su último libro, “Impuestos o libertad”. De la presentación de Ruiz-Jarabo en el Centro Cultural Marcos Valcárcel se encargó Pablo Lago, asesor fiscal y responsable del Área Fiscal de Casares Asesores y Abogados, quien destacó la prolongada experiencia del ponente.

El invitado comenzó su conferencia hablando de la ciudad, a la que vino por primera vez: “La he conocido hace dos horas, pero me ha entusiasmado. Me ha parecido una ciudad embrujada, con chispa”. Y arrancó explicando el título de su libro. “Son dos conceptos completamente antagónicos: o impuestos o libertad”, aseveró. Añadió que “cada impuesto que se aprueba como norma es una merma a nuestra libertad. La decisión de a dónde va un dinero que se ha ganado con sudor recae en el Estado, que no se ha esforzado”.

“Claro que tiene que haber impuestos, porque la sociedad está organizada y hace falta organizarla con dinero”, matizó, pero hizo una comparación con las normas de tráfico: “Aceptamos las que nos parecen necesarias y razonadas”. De acuerdo con su punto de vista, la exigencia fiscal “hace tiempo que superó el límite de racionalidad”. En este sentido, criticó al Gobierno: “En los últimos dos, tres años, el ritmo de crecimiento resulta abrasivo”.

El economista usó la medida de la presión fiscal para argumentar su afirmación y establecer paralelismos. Según cifró, hace cuatro años era del 36% en España. “Cuando acabé el libro era del 38% largo, ahora está próxima al 42%”, dijo: “Me parece inmoral. Socava el emprendimiento”.

Ruiz-Jarabo negó la necesidad de “tener la misma presión fiscal que la Unión Europea. Alemania tiene una presión fiscal del 42%, ya la hemos igualado. Pero la renta de los alemanes es más alta”, zanjó. El economista criticó que se pida esta proporcionalidad en algunos casos y una progresividad en otros, en referencia al cobro por tramos del IRPF, que defendió por estar en la Constitución.

El ponente expuso la problemática del fraude fiscal y su impacto en la diferencia entre tributar en ambos estados. Aquí está alrededor del 20% del PIB, según cifró, mientras que en el país germano está por debajo del 10%. “La presión fiscal de los españoles que pagamos impuestos es menor que la de los alemanes”, concluyó.

Ruiz-Jarabo negó que para cubrir los servicios básicos haya que pagar más impuestos. “¿Dirían que Felipe González dejó el Gobierno sin los servicios básicos cubiertos? La presión fiscal era del 31,6%. Existían hospitales y escuelas”. Y criticó el mal estado de las cuentas del Gobierno. “El déficit público es más alto que antes de la pandemia”, denunció, antes de abordar las mejoras en la eficiencia del gasto público. “No es verdad que a mayor gasto haya mejor servicio”, observó el economista. Al contrario, defendió que “se gaste bien”.

La segunda parte de la “hernia” fiscal, como la denomina, es “cómo se nos exige”. “Hemos llegado a una situación en la que el conjunto de potestades del Estado” es enormemente grande respecto a los contribuyentes, que están “indefensos”. Puso dos ejemplos. El primero, que mientras el Estado cobra intereses de demora por presentar tarde la declaración de la renta, no sucede a la inversa. Y otro, la presunción de veracidad de la Administración Tributaria.

Sobre lo último, contó una historia personal, sobre un cliente al que se le pedían 15 millones de euros más 37 años de cárcel tras una inspección. Era perito. “Cuatro años después, mi cliente sale absuelto”, narró. Pero mientras lo celebraban, el absuelto se preguntaba: “¿Quién me resarce?”. “Nada impide que unos inspectores elaboren una denuncia basada en nada”, alertó, a pesar de que haya “inspectores muy buenos”. Y concluyó sopesando los pros y los contra de una institución que conoce bien:  “Tenemos una Agencia Tributaria que en todas sus facetas es la mejor del mundo. Pero en control tributario… ahí fallamos”.

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