ENTREVISTA

Marcos Martinón:“Hubo que viajar hasta China para descubrir al primer afilador"

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photo_camera El ourensano Marcos Martinón- Torres.

"Los guerreros de Terracota de Xi'an: el cúando, el cómo y el porqué", será el tema que esta tarde, a las 20,15 horas, aborde en el Centro Cultural Marcos Valcárcel

"Los guerreros de Terracota de Xi'an: el cúando, el cómo y el porqué", será el tema que esta tarde, a las 20,15 horas, aborde en el Centro Cultural Marcos Valcárcel, dentro del Foro La Región, el ourensano Marcos Martinón-Torres.

¿Cómo llega hasta estos guerreros?
Mi primer viaje a China fue hace diez años. El impacto de verlos de cerca es inolvidable: cientos y cientos de guerreros, firmes e implacables, desafiando al tiempo y a los investigadores. Después de las negociaciones pertinentes firmamos un acuerdo exclusivo de colaboración entre mi equipo y el Museo del Primer Emperador en Xi’an, que después tuvo que aprobar el Ministerio de Cultura de China. Desde entonces he regresado todos los años, el equipo se sigue consolidando y el proyecto sigue creciendo. La experiencia no podría ser más enriquecedora, tanto en lo profesional como en lo personal.

La octava maravilla, ¿por qué?
No es un título oficial que te dé un comité, sino una percepción popular muy extendida y que desde luego comparto. El Mausoleo de Xi’an es colosal en su magnitud, no hay nada parecido en todo el mundo, y materializa los conocimientos más avanzados de un momento histórico concreto. Además es espectacular, despierta la imaginación de cualquiera.

¿Cual es la leyenda más extendida que no resultara ser cierta?
Hay muchas chorradas escritas: desde historietas de marcianos a teorías conspiratorias de que el mausoleo es una construcción moderna hecha por el gobierno chino. Pero hay una leyenda urbana más interesante y con algo más de fundamento: la idea de que bajo la pirámide en la que todavía está enterrado el emperador se encontrarán ríos de mercurio. Parte de una referencia un poco sesgada de Sima Qian, un historiador de la dinastía rival Han, y que escribió un siglo después de que se construyera el mausoleo, con lo cual no podemos creérnoslo a pies juntillas. Lo cierto es que los análisis del suelo muestran unos niveles de mercurio extrañamente altos en la zona de la pirámide. Solo sabremos si la leyenda es cierta cuando podamos excavar la pirámide.

¿Qué descubrimiento es el que más le ha sorprendido?
Me cuesta destacar solo uno, porque el lugar no deja de arrojar sorpresas. Pero como ourensano, me gusta rememorar, por inesperado y por sorprendente, el método de afilado de las decenas de miles de armas que equipaban a los guerreros: una rueda de afilar, similar a las que se veían por nuestras calles hasta hace relativamente pocos años. El análisis microscópico de los filos de espadas, lanzas y flechas nos permitió encontrar marcas diagnósticas de este método de afilado, que se documenta aquí en Xi’an por primera vez en la historia, y nos muestra que las armas son reales y letales, listas para la acción. Así que tuvo que ir un ourensano a China a descubrir al primer afilador.

¿Cuáles son las mayores dificultades para investigar?
Por una parte, los retos políticos y logísticos que suponen trabajar en un  lugar con tanta importancia patrimonial; por otra, la presión de saberse observado por todo el mundo, y que cualquier cosa que hagamos, siempre va a dar de qué hablar. Pero la fortuna y el privilegio de trabajar allí compensan cualquier dificultad. Poder caminar entre los guerreros, plantearse preguntas y tener los recursos para enfrentarse a ellas es un lujo que compensa todas las dificultades. 

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