Un equipo de investigadores gallegos busca fórmulas para anticipar cuál sería la respuesta de los pacientes a un tratamiento

Antidepresivos a la carta

Sesión de risoterapia, aplicada para prevenir la depresión en tiempos de crisis. (Foto: Archivo)
La depresión frena la producción y maduración de nuevas neuronas. Esta merma coincide con la disminución de los niveles de reelina, la proteína responsable de la plasticidad del cerebro. El diseño de medicamentos adecuados para la recuperación de los niveles normales mejoraría la eficacia de los tratamientos. Investigadores de la Universidad de Santiago avanzan en el desarrollo de una prueba que permita prever si los pacientes con depresión responderán satisfactoriamente a un determinado fármaco. Los últimos estudios confirman que un elevado porcentaje de afectados no mejora con la medicación que le recetan los psiquiatras.
La esquizofrenia puso sobre la pista al grupo de investigación Biofarma. Los científicos de la Universidad de Santiago comprobaron que esta patología estaba vinculada a niveles bajos de reelina y, al mismo tiempo, abrieron nuevas posibilidades de estudio en biología celular. Las pruebas asociadas a esquizofrénicos ofrecían resultados trasladables al estudio de enfermos con depresión mayor; el grupo de Biología Celular amplió sus pruebas con animales, análisis de sangre de pacientes con esta patología y muestras post mortem enviadas desde diferentes centros de investigación internacionales.

El equipo coordinado por Héctor Caruncho Michinel sabía que los niveles bajos de greelina se concentran en el hipocampo, zona del cerebro asociada a procesos de memoria y aprendizaje. ‘Teníamos que confirmar la relación entre enfermedad y proteína porque un simple análisis de la reelina facilitaría el diagnóstico de la depresión mayor y su tratamiento con fármacos más efectivos; los actuales deben ser mejorados porque sólo actúan en los síntomas y no modifican las causas biológicas de la dolencia’.

Nuevos fármacos

Los esfuerzos se concentraron en el diseño nuevos medicamentos para recuperar los niveles de expresión de esta proteína y, al mismo tiempo, crear nuevas neuronas en las zonas deficitarias. Estudiaron exhaustivamente la producción en el giro dentado del hipocampo, una de las pocas zonas del cerebro donde las neu ronas se crean en edad adulta. Las alteraciones en la plasticidad de esta área que presentaban los afectados reducen su capacidad de adaptación al entorno.

En su afán por lograr avances significativos en el diseño de biomarcadores terapéuticos en depresión mayor, el grupo Biofarma buscó la colaboración del equipo de la doctora Lisa Kalychuk (Universidad Saskatchewan de Canadá) y el psiquiatra José Manuel Olivares, del Complejo Hospitalario Universitario de Vigo (CHUVI). Su objetivo es conseguir que un análisis médico baste para predecir con fiabilidad los efectos de un determinado fármaco en una persona afectada por depresión mayor, una enfermedad mental grave caracterizada por una alteración importante del estado de ánimo y otros síntomas.

El diagnóstico de esta patología se realiza, en la mayoría de los casos, a partir de la información aportada por los pacientes en la consulta del psiquiatra, que suele combinar la psicoterapia con la administración de fármacos. ‘Un elevado porcentaje de los enfermos no responde bien a los medicamentos que les recetan los especialistas’, explica el profesor Héctor Caruncho, que lleva más de quince años trabajando en el ámbito de la neurobiología de dolencias mentales. ‘Los antidepresivos tardan varias semanas en hacer efecto y, aunque sepamos cuales son los más efectivos, desconocemos a priori como van a actuar en cada paciente’.

Si los psiquiatras pudiesen conocer con antelación que un determinado tipo de pacientes van a responder de manera positiva a una medicación concreta, podrían plantear un tratamiento más adecuado para cada caso.

La efectividad de la terapia depende de la colaboración entre científicos y psiquiatras. La investigación sortea fronteras y en este proyecto, apoyado por la Xunta, participan equipos gallegos y otros centros de regencia en el panorama internacional: la Fundación Stanley, el Centro de Investigación den Psiquiatría de Maryland, la Universidad de Illinois y la Universidad Saskatchewan de Canadá.

Los científicos buscan pistas para los psiquiatras

La eficacia del diagnóstico depende, en condiciones normales, de la información objetiva obtenida en la fase de evaluación y control previo. La neurobiología, pese a las dificultades añadidas para objetivar la dolencia, no es una excepción. Los psiquiatras podrán ayudar más a los enfermos si disponen de signos que faciliten el análisis ‘más neutro y menos subjetivo’; necesitan unas pautas de apoyo para el mejorar la terapia y esas herramientas sólo pueden proporcionársela quienes investigan en el laboratorio la evolución de estas dolencias.

Los científicos tratan de avanzar en el diseño de biomarcadores terapéuticos, intentan determinar el parámetro biológico que muestra una determinada correlación con un parámetro clínico. Las enfermedades mentales, hasta ahora, no pueden diagnosticarse mediante ninguna prueba médica y ahí debería haber mucho espacio para la investigación.

El trabajo conjunto del grupo Biofarma y un equipo de investigadores de la Universidad de Illinois (Chicago) ha arrojado resultados interesantes en los últimos meses. La reducción de la reelina, la proteína que regula la migración de las neuronas y las conexiones entre ellas, disminuye la plasticidad neuronal y diluye la percepción de los estímulos.

Esa presencia residual de reelina es generalizada en enfermos con esquizofrenia o trastornos del estado de ánimo; interviene, según varios estudios, en el agrupamiento de proteínas en las membranas de las neuronas y el equipo coordinado por Caruncho Michinel intenta comprobar si existen alteraciones que puedan relacionarse con la depresión.

Los análisis en células sanguíneas de proteínas comunes con el sistema nervioso concluyen que en personas con depresión existen desviaciones en la transportadora de serotonina, sobre la que actúan la mayoría de los antidepresivos. Los investigadores mantienen que los pacientes con estas alteraciones podrían ser detectados mediante una prueba y, como consecuencia, sería posible establecer los fármacos más eficaces para cada caso.

Establecida la diana, el campo de tiro se minimiza. Además de evitar palos de ciego, este avance en el diagnóstico fortalece la terapia y rebaja el gasto farmacéutico. ‘Son enfermedades tratables y que afectan a mucha gente’, explica Héctor Caruncho, investigador de la Universidad de Santiago. ‘Los biomarcadores para trastornos depresivos representarían un ahorro importante porque el coste económico de estas dolencias mentales es elevadísimo’.


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