EMIGRACIÓN

Bélgica aumenta la tensión con expulsiones

Los emigrantes gallegos detectan "ciertos roces" en algunos países.

¿Es el proceder de Suiza realmente una nota suelta en el continente europeo? ¿O tal vez si no existiera eso llamado Unión Europea más países tendrían la tentación de unirse a una política de cuotas para la entrada de extranjeros? Bélgica acaba de anunciar que expulsará del país a los ciudadanos europeos (323 españoles en el primer "turno") que no tengan un trabajo, porque el Estado los considera "una carga excesiva para el sistema social". Es una decisión legal, que ya ha sido tomada en otras ocasiones, pero que se ha visto endurecida en los últimos tiempos por la crisis económica.

Y esa es precisamente una de las grandes diferencias que existen entre esta emigración y la que tuvo lugar en los años 60. La crisis económica, aunque con distinto alcance, ha afectado a todos los países. Los paraísos ya no existen y el acceso a las prestaciones sociales y ayudas no se entregan nada más aterrizar en el país.

"Programas como 'Españoles por el Mundo' u otros parecidos han hecho bastante daño, porque muestran una realidad distorsionada, que poco tiene que ver con la que se encuentran los que deciden venir sin ningún tipo de contrato. Y algunos de los que vienen con contrato ni siquiera saben qué procentaje tendrán que pagar de impuestos, cuánto cuesta una casa, la comida... y luego se encuentran con muchos problemas". Así de rotunda se muestra Josefina Alvarez, emigrante en Bruselas desde hace casi 40 años y natural de Vigo.

Pero también en Alemania las cosas comienzan a complicarse. Es cierto que el Gobierno alemán hizo llamamientos para buscar trabajadores, pero en la población alemana comienza a darse un cierto malestar con lo que han llamado "emigración del sur" y exigen a Merkel que deje de dar dinero a los emigrantes y se los de a "opa und oma" (al abuelo y la abuela).

Según indica Diego Sáez, de 40 años y segunda generación gallega en Hannover, Alemania, "se están empezando a notar ciertos roces en algunas ciudades. No con nosotros que llevamos aquí toda la vida y donde la convivencia es muy buena, sino con algunos de los recién llegados. Muchos vienen sin conocer el idioma, y eso es vital, aunque a muchos les digan en España que no importa y hacen trabajos por menos salario que el que cobraría un alemán. Muchos jubilados alemanes tienen que aceptar un minijob para subsistir y eso hace que se genere mucho cabreo por las ayudas que el gobierno da a otros países". Los gallegos emigrados insisten en que "nadie regala nada, no existe ningún país perfecto y todos hemos notado la crisis económica. En sueldos, en impuestos y en pensiones". n

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