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El campo, sin relevo generacional

Los resultados ponen en evidencia que se ha cosechado un fracaso, si se tiene en cuenta que entre 2007 y 2013 los jóvenes rurales habían disminuido en un 26%

El despoblamiento y la falta de relevo generacional en la actividad agraria son dos de los problemas más importantes que en la actualidad afectan al mundo rural en medio de la indiferencia de la mayor parte de las administraciones públicas, desde donde no se acaba de atajar el problema de manera decidida. Partidos políticos de la oposición y el Gobierno, con el impulso de una Estrategia Nacional contra el despoblamiento, han hecho un intento para acercarse a un problema al que escasamente han prestado oídos en el pasado, a medida que el medio rural perdía peso en las confrontaciones electorales.

El Ministerio de Agricultura tenía entre las propuestas de su programa para esta legislatura el desarrollo de la Estrategia para la Modernización y la Diversificación del Medio Rural, donde se incluyen medidas desde la investigación y el desarrollo, el internet hasta el turismo. Aunque todas las iniciativas y actividades son importantes para apoyar el mantenimiento vivo del medio rural que supone casi el 80% del territorio, la realidad es que la actividad agrícola y ganadera han sido y se mantienen como los principales motores de ese medio y en ello, los jóvenes y la política del relevo generacional juegan un papel básico.

Cifras alarmantes

Las cifras sobre la evolución del territorio rural en cuanto a su despoblamiento son alarmantes, aunque no se pueden ver como una sorpresa. Algunos de los muchos datos que se manejan sobre el sector agrario y de ese territorio son alarmantes. Desde el año 2000, la población en España creció un 15%, mientras en el territorio rural descendió un 8,1%. De los aproximadamente 8.000 municipios existentes en España, el 50% se hallan en riesgo de extinción, 1.250 tiene menos de 100 habitantes y otro 2.650 con menos de 500 habitantes. Bajando a los activos agrarios, sobre una población activa de 1.065.000 personas, el 4,7% del total del país, un 7,3% tiene  ene 16 y 2 años, el 3,3% entre los 25 y los 39 años, el 60% entre 40 y 64 años y el 1,4% con más de 65 años. Con los datos de la PAC, de los 787.000 perceptores de ayudas, solo 1.768 tienen menos de 25 años, 52.501 entre 25 Y 40 años, 392.459 entre 41 y 65 años y 340.830 más de 65 años.

Frente a este escenario, con todos los respetos para el turismo como futuro para el mundo rural, el relevo generacional en sector agrario constituye la pieza clave para mantener la actividad, razón por la cual ha sido una de las medidas que se han repetido en todos los programas adoptados por parte todos los partidos en las últimas décadas. Los resultados ponen en evidencia que se ha cosechado un fracaso, si se tiene en cuenta que entre 2007 y 2013 los jóvenes rurales habían disminuido en un 26%. La política para la instalación de jóvenes en ese medio entre 2007 y 2014 supuso la incorporación de 16.000 personas frente a unas previsiones de 20.000 con una inversión de 824 millones de euros, con una media por joven de casi 53.000 euros y con una media de ayuda pro joven de 37.400 euros. 

Oficialmente, entre las razones de esa escasa respuesta se señalaban los graves efectos de la crisis económica, la complejidad de la gestión de exigencias como los planes empresariales, la falta de formación de los jóvenes y de los gestores, dificultad para acceder a la tierra o a derechos de reserva y, además las políticas de ofertas aplicadas en cada comunidad autónoma para el mismo objetivo. En la actualidad, para el periodo de 2014 a 2020 el Ministerio de Agricultura contempla la primera instalación como jóvenes agricultores de 20.000 personas con unos fondos procedentes de los Fondos de Desarrollo Rural de 576 millones de euros, a los que se suman otros fondos nacionales hasta un volumen total de unos 790 millones de euros.
Para apoyar la aplicación de ese objetivo el propio Ministerio de Agricultura está elaborando el denominado “Paquete Joven” compuesto por un total de 38 medidas que van desde la I+D a la formación, las políticas de los créditos, subvenciones e impuestos, a la instauración del programa Erasmus para que los jóvenes pueden pasar una temporada en explotaciones de  otros agricultores en otros países. Es algo que ya hacían las Escuelas Familiares Agrarias.

Unos de los objetivos más importantes de ese “Paquete Joven” o plan de apoyo es lograr una mayor coordinación y armonización. En esta línea de acciones se ve indispensable  establecer una definición única para considera a una persona como joven agricultor, actualmente considerado a quien no supere los 40 años, con capacitación y competencia para esa actividad y que se instale por primera vez como titular una explotación. En ese objetivo de armonización, se pretende que las ayudas no tengan tantas diferencias según comunidades autónomas. Existe el techo de los 70.000 euros por nueva instalación, pero en unos casos lo fondos de los Planes de Desarrollo para este fin solo suponen el 3,4%, mientras en otros superan el 11%. Agricultura quiere que haya más convergencia en cuanto a los requisitos exigidos en materias como la formación lectiva o fechas de inicio de la actividad. En muchos casos, los Planes exigidos para desarrollar la actividad en la explotación se estima que se deberían simplificar mucho más. Y, además, si no se llegan a cumplir las expectativas iniciales contempladas en los planes, que exista la posibilidad de modificar los mismos sin que ello suponga ninguna penalización. Las tutorías se ven como algo muy importante para apuntalar la gestión de cada joven recién instalado y se considera necesaria su potenciación.

En lo que se refiere a las medidas de apoyo, el “Paquete Joven” plantea una mayor flexibilidad a la hora de los reintegros de las ayudas. Se ve necesaria la eliminación de los peajes del 20% en la compra de derechos sin tierra. Se apunta la necesidad de articular beneficios fiscales en la compra de tierras, en modificar el actual sistema de cobro del IRPF de las ayudas antes de que haya percibido las mismas el joven agricultor, más apoyos en la contratación de los seguros agrarios, prioridad a la hora de recibir subvenciones, avales o créditos, o la puesta en marcha de un contrato de instalación
En materia de formación, se aboga por más fondos para impartir cursos y la puesta en marcha de un programa Erasmus para los jóvenes con el fin de potenciar sus conocimientos sobre la actividad agraria en otras latitudes.

Impulso femenino
Este plan de medidas reclamando mayar apoyo para la instalación de los jóvenes, se extiende  también a la mujer si se tiene en cuenta que en la actualidad, de las incorporaciones habidas, tres cuartas partes eran varones. Por ese motivo, también se quiere dar un nuevo impulso a la Ley de Titularidad Compartida si se tiene en cuenta que las mujeres suponen una tercera parta de quienes trabajan en el campo sin que exista ese reconocimiento legal y social.

Al margen de todas esas medidas, desde el Ministerio de Agricultura se aboga por un mayor impulso al turismo rural y, básicamente, al desarrollo de todo tipo de infraestructuras y servicios para hacer más atractiva la incorporación a la actividad agraria y, sobre todo, a su apuesta por vivir en ese medio rural en desbandada, a pesar de la llegada o imagen que puedan dar los neorurales. No se aborda la delicada cuestión de la tierra y los jubilados activos.

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