SOCIEDAD

Chus Lago alcanza 300 km en Siberia tras 11 días de marcha

Las participantes en la expedición de Chus Lago preparan la acampada para hacer noche en el lago siberiano Baikal. Chus Lago
photo_camera Las participantes en la expedición de Chus Lago preparan la acampada para hacer noche en el lago siberiano Baikal.

Su equipo femenino recorrerá en un mes el lago Baikal para alertar del cambio climático en el deshielo

“Verde como el corazón del jade, así es el Baikal en las orillas de Kulkut. Verde que se funde a cada paso en la orcuridad más insondable mar adentro”. Esta es la primera sensación que provocó a Chus Lago la visión del lago helado y que recogió en su diario de expedición. El equipo que capiteanea la alpinista viguesa, integrado por Verónica Romero y Rocío García, logró ayer alcanzar los 300 kilómetros de los casi 700 que tienen que recorrer. Fue la jornada número once de la primera expedición integrada exclusivamente por mujeres sobre el mayor depósito de agua dulce del planeta, el llamado “perla de Asia”, Patrimonio de la humanidad por la Unesco.

La marcha de sur a norte del lago comenzó a principios de este mes por ser en el que toda la superficie permanece helada. Pretende cumplir un reto deportivo y ser una llamada de atención sobre los efectos que el cambio climático tiene para los ecosistemas de las regiones polares en la campaña Compromiso con la Tierra. Estas tres mujeres  dan así la voz de alarma ya que en los últimos 100 años, la temperatura del Baikal aumentó 1,2 grados y se congela durante 18 días menos al año. 

Las condiciones con las que se encontraron son peores a las que esperaban. Tal y como hicieron saber a su gabinete y la propia Chus Lago lo recogió en su diario: “La noche provoca además un cambio brusco de temperaturas que hace que el hielo se rompa de manera brusca, provocando temblores bajo nuestros sacos. Estallidos que se prolongan durante segundos interminables a veces moviéndose lado adentro, pero otros creciendo en dirección a nosotras”. Las dos primeras jornadas tuvieron que enfrentar temperaturas de  -40º, diez grados menos de los que esperaban. Cuando mejoraron las condiciones atmosféricas, surgieron los problemas en la superficie del hielo, con brechas de hasta cuatro metros de ancho, que les obligaron a modificar su trayectoria buscando protección en la costa.

La travesía recorrerá un total de 700 km, repartidos en aproximadamente 30 días, durante los que las deportistas no realizan paradas de avituallamiento, cargan trineos de 85 kilos de peso y duermen acampadas sobre el propio lago helado, tal y como lo explica la capitana: “Instalamos la tienda sujeta con unos tornillos al puro hielo cristalino. Hacemos acopio de lajas de hielo que sobresalen del suelo para fundir agua y la noche empieza a caer, los cristales brillan de repente como lámparas de mesilla recién encendidas hasta el horizonte. Y aunque parezca mentira, la temperatura cae diez grados más tras el último rescollo de luz solar”. Solo pueden caminar con la luz solar, de 9 a 18 horas, por lo que el avance resulta un poco más lento de lo que habían calculado en un principio. Por delante aún les queda un par de jornadas para alcanzar el ecuador de la expedición.

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