El acusado afirma durante el juicio que se volvió loco y la apuñaló al creerla un fantasma

Dice que mató a su tía-abuela porque golpeaba a unos gatos

El joven José Manuel G.P., autor confeso de la muerte en 2008 de su tía-abuela en su domicilio de Basquiños, en Santiago, aseguró ayer que, después de creerla muerta tras desplomarse al asestarle dos "pinchazos" en el cuello con un cuchillo y seguidamente aparecer con un palo ante él, la acuchilló al pensar que "era un fantasma. Me volví loco". José Manuel, de 31 años, declaró en la Audiencia Provincial en Santiago ante un tribunal del jurado, tras permanecer casi dos años en la cárcel de Teixeiro donde, aseguró, no ha consumido alcohol, y cambió "un poco en lo físico", al ganar unos kilos, y "en lo mental".
La Fiscalía pidió una pena de cárcel de 17 años por un delito de asesinato con atenuante de confesión, mientras que la defensa alega que se trató de un homicidio y solicitará la eximente completa o incompleta porque el acusado sufre una patología esquizoide "agravada por un consumo masivo e incontrolado de alcohol", al que se añade ocasionalmente el de cocaína, como reconoció el joven.

En su relato, José Manuel manifestó haber consumido whisky y brandy durante su estancia en la casa de su tía-abuela, de 83 años, a quien visitó el 29 de junio de 2008, como hacía con frecuencia, pues fue ella quien "lo crio" hasta los 10 años, y se enervó cuando, tras alertar de que había gatitos recién nacidos en la parte de atrás de la vivienda, ella cogió un palo y empezó a golpearlos. En ese momento, continuó, él le instó a que parase, pero "en ningún momento paró", por lo que cogió un cuchillo que había al lado y le dio un "pinchazo" del que "ni se enteró". "A mí me pareció una locura que golpeara a los gatos y los matara así. No me lo podía creer. Me volví loco. No era yo en ese momento", indicó.

Como la mujer seguía golpeando a los gatitos, alegó el acusado, le propinó otro "pinchazo" en el cuello y se cayó "en medio de un charco de sangre", lo que lo asustó y le motivó a dirigirse al salón, ubicado en la parte delantera del domicilio, donde había un mini-bar y empezó a beber el brandy.


"Xosé, eu mátote"

"¿Qué he hecho, Dios mío?", se preguntó el joven, quien en ese instante dijo ver a su tía-abuela con un palo en la mano "gritando Xosé, eu mátote", por lo que cogió un cuchillo y "se lo volví a clavar en el cuello". "En ese momento un fantasma se me apareció allí. No sé lo que sentí, venía hacia mí, 'Xosé matote', sólo veía a la persona que había matado a los gatos, los oía maullar en mi cabeza", insistió.

Los tres agentes de policía encargados de la prueba pericial aseguraron durante su comparecencia que "no había absolutamente nada de gatos" en el escenario del crimen, pero también añadieron que el primer día de inspección no fueron informados de la confesión del joven, por lo que volvieron al día siguiente para examinar más lugares en busca de rastros de gato, que tampoco encontraron.

El juicio continuará hoy con informes de la autopsia y psiquiátricos.

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