Investigaciones de las universidades de Santiago y Vigo han logrado avances en la conservación

Los envases activos se presentan como mejor garantía para la seguridad de los productos

Los alimentos destinados al consumo humano en el futuro han de ser más seguros, nutritivos, convenientes e inteligentes. Los consumidores lo exigen y las empresas se esfuerzan para mejorar el servicio sin perder calidad. Los investigadores han desarrollado en los últimos años alternativas a los tratamientos térmicos de conservación convencionales. Los envases activos, que aplican una tecnología específica para cada producto, ponen a disposición de la industria una opción acertada para avalar la seguridad y salubridad de los alimentos, superando todas las exigencias.
Los antioxidantes incorporados en films pueden usarse para prevenir la oxidación de grasas y aceites que conducen al deterioro de los alimentos. La oxidación espontánea de lípidos, un fenómeno natural en sistemas biológicos y alimentos, es la causa principal de desarrollo de malos olores y rancidez, así como de otras reacciones que reducen la vida comercial y el valor nutritivo.

El proyecto coordinado por Julio Maroto, del Centro Tecnológico del Mar, concluye que la ‘liberación controlada de antioxidantes incorporados de origen natural en los alimentos, vía migración desde los materiales de envase, puede ser conseguida incorporando antioxidantes en el material polimérico del envase’.

Un grupo de investigadores de la facultad de Farmacia de la Universidad de Santiago colaboran, en el marco del proyecto Futural, con otros equipos científicos para darle respuesta a los encargos de varios centros tecnológicos y 24 empresas del sector agroalimentario. ‘Aprovechando el exceso de polifenoles presentes en la cerveza, que se retiran antes del envasado, pretendemos conseguir envases que prolonguen la vida útil de productos cárnicos refrigerados o platos precocinados con carne’, indica José Manuel Cruz.

La seguridad y salubridad de los alimentos depende, en buena medida, de sus envases. La aplicación de tecnología activa ha permitido atajar el deterioro oxidativo de grasas y aceites en los alimentos y, como consecuencia, evitar sabores y olores rancios. Además de mantener el valor nutritivo, interesa detener la contaminación microbiana a la que están expuestos ciertos productos; esto explica la incorporación de agentes antimicrobianos que eviten la degradación del alimento al inhibir el crecimiento de bacterias y moho superficial.

El Reglamento (CE) 1935/2004 define como envases activos ‘aquellos destinados a ampliar el tiempo de conservación, o a mantener o mejorar el estado de los productos envasados, y que están diseñados para incorporar deliberadamente componentes que liberen, o absorban, sustancias desde los alimentos’.

Estos envases, además de proteger los productos, reducen la presencia de conservantes. Mejoran las condiciones de procesado y conservación, sin que los alimentos se sometan a un tratamiento más complejo.

Anfaco también participa en un proyecto que promueve el uso de envases activos destinados a ampliar el tiempo de conservación. Baraja el ensayo de técnicas de análisis no destruc tivas que permitan reemplazar los análisis químicos, la aplicación de tratamientos con altas frecuencias (microondas y radiofrecuencias) como alternativa los procesos térmicos de conservación convencionales.

Las empresas del sector agroalimentario trabajan desde hace años para implantar técnicas no destructivas de análisis en sus líneas de producción para reemplazar los análisis químicos y otras técnicas destructivas que se aplican sobre un número determinado de pruebas. Los procesos con altas frecuencias minimizan las pérdidas organolépticas y obtienen unos niveles de calidad higiénica superiores a los tratamientos térmicos convencionales.


El futuro se percibe en la nanotecnología, las etiquetas biodegradables y las banderas de material reciclado


Un alto porcentaje de consumidores, al volver a casa después de hacer la compra, cambian de envase los productos cárnicos para poder congelarlos ocupando menos espacio en el frigorífico. Un mismo envase, bandeja y bolsa, le ahorra al consumidor tiempo y esfuerzo a la hora de congelar alimentos: las empresas también aumentan las ventas al ofrecer envases con porciones separadas. Inspirándose en esta realidad, la empresa Aer Bag lanzará en las próximas semanas un film-barrera sujeto a una bandeja de poliestireno, permitiendo que los dos elementos se separen con un simple movimiento.

Otra compañía puntera en el sector, Flor Fresh, ha desarrollado una combinación de malla-film para proporcionar una buena ventilación y evitar la condensación. Además de mejorar las condiciones de conservación, el polipropileno ofrece más posibilidades de presentación. Los champiñones y algunos productos avícolas ya se envasan en bandejas que incorporan polietileno de alta densidad reciclado; combinan el relleno mineral con un 50% de material procedente de desechos industriales y otro 50% de polipropileno virgen.

MACtac ha desarrollado un sistema para la fabricación de etiquetas biodegradables, recubiertas de adhesivo acrílico; sus creadores aseguran que son ideales para comida y productos respetuosos con el medio ambiente. Si se aplica en envases compostables y la etiqueta representa menos del 1% del total del peso del envase, cumple con la norma EN 13432.

Material versátil

La nanotecnología también ha encontrado espacios para el avance en este sector. Investi gadores de la Universidad de Warwick han desarrollado un proceso mediante el que se cubren pequeñas partículas de un polímero con nanopartículas con base de sílice. El resultado proporciona una gran versatilidad al material, que puede ser utilizado para fabricar envases inteligentes; se adaptan para que los niveles de agua y aire pasen en una determinada dirección.

La textura rugosa facilita la fabricación de láminas con polímeros con una superficie superior a lo habitual, permitiendo una interacción más eficiente con otros materiales.


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