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Feijóo, el "barón" más fuerte del PP que deja pasar el tren a Madrid

Líder de uno de los territorios con más peso en el partido, está por ver qué papel juega si hay guerra por suceder a Rajoy

Alberto Núñez Feijóo (Os Peares -Ourense-, 1961) nunca abandonó las "quinielas" madrileñas pese a sus proclamas de "militante de Galicia". Pero agotado el tiempo de reflexión, el político hábil capaz de suceder a Manuel Fraga con éxito, ha decidido cumplir el "compromiso" con su tierra que selló hasta 2020 y quedarse al frente de su territorio, como "barón" más fuerte del PP.

Con tres mayorías absolutas en su haber y el logro añadido de frenar a Ciudadanos (Cs) en la comunidad, muchas miradas se giraron hacia él tras el adiós anunciado por Mariano Rajoy, a quien fue leal y dio vidas políticas con sus victorias en las urnas. Renuncia al reto de encabezar la renovación de un PP en la oposición a golpe de moción de censura y marcado por la corrupción que señala la sentencia de la Gürtel.

Pero se hizo de rogar e incluso durante días, a la espera de ver el desarrollo de los acontecimientos, el compromiso con Galicia hasta 2020 había desaparecido de su discurso. Sus colaboradores insistían, ante el escepticismo de los periodistas, en que el "jefe" no había tomado una decisión. Que sus prioridades -superado el medio siglo de vida se convirtió en padre de un niño- habían cambiado y no había nada cerrado.

En su comparecencia esta tarde ante la Junta Directiva del PPdeG, visiblemente emocionado, hasta el punto de que la voz se le entrecortó en varias ocasiones, Feijóo proclamó: "Yo sin haber completado mi compromiso no puedo fallar a los gallegos porque sería también fallarme a mí mismo".

Líder de uno de los territorios con más peso en su partido, está por ver qué papel juega si hay guerra interna por suceder a Rajoy. En Galicia, si se hubiera presentado, había confianza ciega en un dirigente cuyo olfato político no defrauda a los suyos desde que en 2006, con 44 años, sucedió al fallecido Manuel Fraga. De su mano había regresado a Galicia después de la caída de Xosé Cuíña, eterno `delfín` del de Vilalba, con cuya carrera política se cruzó el Prestige.

Formalmente, este licenciado en Derecho que se ha esforzado en cultivar una imagen de tecnócrata afianzada por su paso por el Insalud y Correos, llevaba pocos años afiliado al PP cuando tomó las riendas del partido en Galicia. Pero su carrera en la Administración había empezado mucho antes bajo mandatos populares, a principios de los 90, cuando de funcionario raso pasó a ocupar cargos intermedios en la Xunta.

Su impulsor, primero en Galicia (como conselleiro de Agricultura y Sanidade) y después en Madrid (como ministro de Sanidad), fue José Manuel Romay Beccaría, uno de los referentes en su día del PP del `birrete`, y quien le reconoció, emocionado, como "hijo político", en julio de 2017, al recoger la Medalla de Oro de Galicia, la máxima distinción que concede el Gobierno autonómico y con la que Feijóo le había galardonado.


Sucesión sin prisas


Pero, al margen de mentores, con un equipo reducido y de máxima confianza, en el que el vicepresidente gallego, Alfonso Rueda, era entonces número dos, y en el que la ahora secretaria de Comunicación de la Xunta, Mar Sánchez, emerge como figura clave, Feijóo demostró su habilidad política desde el minuto uno: se hizo con el partido, lo unió y recuperó en 2009 la Xunta que, cuatro años antes, PSdeG y BNG arrebataron a un Fraga en sus horas más bajas.

Lo logró al primer intento contra todo pronóstico, poco más de tres años después de haber tomado las riendas del PPdeG. Y con él al frente, atrás quedaron "baronías" provinciales y luchas de "boinas" contra "birretes", recuerdos de un pasado no tan lejano cuyo regreso temen cargos del PPdeG conscientes de que tarde o temprano tocará renovar un partido marcado por el híper liderazgo de Feijóo. Él ha dicho que su relevo será "más fácil" que el de Fraga y, al no lanzarse ya a la política nacional, el calendario será más pausado.

Pero si algo destacan todos en el PPdeG es la capacidad de Feijóo para ganarse a quienes en algún momento fueron catalogados como críticos o rivales internos. La excepción, aunque en el partido no se le da mucha importancia, es el "cabreado" exconselleiro Javier Guerra, quien ahora coquetea con Cs.

Está el contrapunto del "baltarismo" en Ourense, la única derrota interna del líder del PP gallego, quien de forma implícita -públicamente mantuvo la imagen de neutralidad- apoyó en su día al candidato alternativo a Manuel Baltar, hijo del histórico "barón" ourensano. Pasó página y convive ahora con el heredero del partido y de la Diputación ourensana, que ganó aquella batalla.


El currículum del "buen gestor"


Desde que entró en la Xunta en 2009, y en los comicios autonómicos de 2012 y 2016, en los que ganó y mejoró resultados hasta convertirse, en la última cita electoral, en el único barón autonómico con mayoría absoluta en España, ha recurrido a la capacidad de gestión y a su experiencia como caballo de batalla. Un argumento, acompañado de la proclama de que "a gobernar se viene aprendido", que ha empleado sobre todo contra las mareas y Cs.

Su primer mandato fue el de la "austeridad" para combatir la crisis, el del control del déficit, en el que Galicia se convirtió en la primera comunidad en fijar por ley un techo de gasto presupuestario. Pero también trajo uno de los "grandes fiascos" que le afean sus rivales políticos: la fusión de las cajas gallegas y su venta -dicen- "a precio de saldo".

De este proceso financiero sale una de las fotos más duras para el mandatario autonómico: su imagen en Monte Pío celebrando la fusión con los entonces directivos de Caixa Galicia y Caixanova, después foco de la polémica por su dudosa gestión e indemnizaciones millonarias. Pero Feijóo, con los floteles de Pemex por bandera, volvió a revalidar su mandato en 2012.

Y llegaron otras fotos, esta vez publicadas por "El País" en 2013, que la oposición también ha usado contra él: unas imágenes de los años 90 en las que Feijóo aparece con el histórico contrabandista Marcial Dorado, tiempo después condenado por blanqueo de capitales procedentes del narcotráfico. Su relación con `Pachi` Lucas, a quien se apuntó como conseguidor de la `Operación Zeta`, pero cuyo caso fue archivado, es otra de las "amistades" que le afean sus rivales.

En el hemiciclo gallego, con especial intensidad Luís Villares (En Marea), se le ha echado en cara este "currículum" y se le ha intentado vincular con la corrupción que salpicó a su partido en el ámbito estatal. Pero Feijóo, a quien su equipo define como un "trabajador incansable" y "un tipo honesto", volvió a ganar en 2016, tras una campaña marcada por el anuncio de su paternidad.


Mejor barón fuerte que correr riesgos


Años después de dejar atrás la gomina y reconvertirse de "pijo madrileño" a "rapaz de aldea", el vecino más famoso de Os Peares, cuya presencia en Madrid nunca ha cesado -célebre es la frase del exlíder del PSdeG, Pachi Vázquez, que le afeó andar "de plató en plató"-, ha decidido finalmente quedarse, aunque no puede ocultar que le apasiona la política nacional.

Y es que a Feijóo le gusta presentarse como hombre de Estado en Galicia y abordar desde ese papel asuntos como el conflicto catalán; y siempre ha actuado como un dirigente moderado que huye de radicalismos. También ha sabido marcar distancias con el ala más dura y conservadora de Génova. Lo hizo de nuevo esta semana, ofreciéndose a acoger inmigrantes del Aquarius.

Su entorno ha negado por activa y por pasiva que tuviese la ambición política de dar el salto a la política estatal y, aunque sus señales indicaban lo contrario, Feijóo ha preferido mantenerse como un `barón` fuerte en territorio gallego antes que jugársela en otra división. Podrá seguir proclamando "Galicia, Galicia, Galicia" en cada acto público porque ha dejado, nuevamente, pasar el tren a Madrid.

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