Fernando González Laxe lleva un tiempo madurando la última lección que impartirá como catedrático de Economía Aplicada de la Universidade da Coruña en el mes de mayo. “Va a ser una clase bonita, la que me está costando más tiempo preparar”. Se trata de la despedida de la función docente del hombre que como presidente de la Xunta tomó la decisión de que existiesen las universidades de Vigo y de A Coruña. El rector Julio Abalde ya ha confirmado asistencia. El político que ha enseñado la manera de dignificar el papel de un expresidente espera en la cafetería de la Facultade de Economía e Empresa en la mañana del viernes.
Ayer en el Congreso se habló del 23-F, se repartieron acusaciones de golpismo, la imparcialidad del Constitucional está en entredicho, aseguran los cronistas veteranos que fue una de las peores sesiones de la historia pero en esta Facultad no se percibe tensión alguna.
No, porque el Congreso se ha aislado a sí mismo. Ya es una especie de teatro donde los dirigentes de los partidos políticos discuten un ámbito que solamente les compete a ellos y no son capaces de trasladarlo ni conectar con la sociedad.
¿Es la situación política actual tan preocupante como cuando su generación estaba construyendo la democracia?
Es distinta. La democracia se construye con un compromiso de todos Era una gran oportunidad de abrir las ventanas, de buscar la libertad. Y por tanto teníamos el gran compromiso de hacer y no fracasar. En este momento el compromiso es más débil, hay más individualismo, no hay un compromiso de sociedad. Y no se busca el máximo común denominador, el “win-win”, el ganador, ganador; se busca el yo gano y a ti te humillo. Creo que la generación que actualmente manda en España también tenía que ponerse en esa situación. Yo en clase hablo mucho de la responsabilidad y del esfuerzo.
¿Cómo ve a los universitarios de hoy? ¿Qué piensan de lo que está pasando o pasan?
Si tú les exiges, responden. Están preparados para responder, pero el profesor es el que tiene que ser exigente. Cuanto más exijas, mejor te responden. También hay un déficit de cultura, que cada uno estudie por su cuenta, el Plan Bolonia, no está dando buenos resultados.
Conoce bien a Feijóo, ¿le sorprende las equivocaciones que está cometiendo y que esté por debajo de las expectativas?
En Galicia casi nos conocemos todos, por tanto en las relaciones de fuerzas es muy fácil, una vez que las conoces sabes manejarlas. En Madrid y en Bruselas tienen mayor complejidad. El tránsito que hizo Feijóo de Galicia a Madrid fue muy rápido, de un día para otro, y creo que esa adaptación le ha provocado esos desajustes y esas declaraciones que en algunos momentos no fueron acertados.
No sé si Feijóo sería tan generoso con usted.
Yo soy generoso con todos los presidentes de la Xunta y del Gobierno.
¿Qué cree que puede penalizar más electoralmente a Pedro Sánchez: la situación económica, el independentismo o lo ve levantando los dos?
Afortunadamente la economía está bien. Si uno coge todos los indicadores y los analiza con detenimiento y seriedad, podemos decir que va bien. Sé que hay un porcentaje muy importante de ciudadanos que lo está pasando mal y de empresas que no tienen expectativas, pero en su conjunto la economía crece más que en otros países europeos y la situación interna es correcta. Somos el país que más dinero va a recibir de Europa, podemos llevar a cabo esas transiciones energéticas y digitales, podemos defender la cohesión y la igualdad de género, podemos hacer muchas cosas. En ese sentido yo creo que en el debate de la economía Nadia Calviño, una magnífica ministra, gana. La política está en eso que dijimos al principio, en la crispación. Está valiendo todo.
Respecto a la negociación con ERC, ¿es más de la crítica que hacen García Page y Lambán o piensa como Fernández Vara “y qué otra solución hay”?
Ha cambiado mucho la situación. Antes queríamos una Constitución cerrada, bien delimitada, donde esté toda la casuística para tener un vademécum, una biblia y hoy no es así; hoy el mundo es más líquido, más volátil, mucho más adaptativo. Estamos en la transición de una era tecnológica a otra y lo que para una generación el tope era los estatutos de autonomía, hoy para mucha gente el tope no es ese. Si yo soy el gobernante, digamos ya caducado, me anclaría más en lo que fue mi realidad, pero tengo que admitir que la situación actual es distinta. Y tengo que corregir, oiga, que no haya desmanes. La palabra clave en esta discusión es lealtad, lealtad institucional. Creo que ahí los presidentes de la Generalitat no actuaron con lealtad institucional y tienen que poner ese valor por encima de los demás.
¿Por qué muchos líderes socialistas de su época son muy críticos con Sánchez y usted prudente? No sé si es pro Sánchez.
No soy ni pro ni contra, es el secretario general de mi partido. Nunca verá una declaración mía agria hacia los presidentes de la Xunta o del Gobierno, soy condescendiente porque sé lo que sucede. Mi etapa en la Xunta fue un día muy largo.
¿Cómo evalúa el catedrático la gestión de Alfonso Rueda en el tiempo que lleva en la presidencia de la Xunta?
Todavía es pronto, no es posible evaluarla. En estos momentos tiene un gran reto que creo que debe reorientar y es la aplicación de los fondos europeos. Hay mucho dinero y hay que llamar a las empresas para que canalicen el proceso de transformación económico. No podemos sólo criticar o vender anuncios de posibles, futuras o previsibles inversiones.
Para que el PSOE encauce el regreso a la Xunta tiene que mantener el poder municipal y que Feijóo no llegue a la Moncloa. ¿Lo ve posible?
Yo creo que el PSOE va a tener un buen resultado municipal porque lo ha hecho bien. Y lo mismo puede suceder con las diputaciones. Por eso creo que el PSOE va a mantener el poder municipal. En segundo lugar, también están engrasados ya los gobiernos de coalición. ¿Qué va a suceder si cambia la correlación de fuerzas en España? Eso sí que tiene incidencia. Sin duda alguna porque son las elecciones anteriores a la autonomía. Yo no veo todavía a Feijóo como presidente del Gobierno, no lo veo. Evidentemente yo no lo voy a votar.
