ENTREVISTA

Javier Domínguez: “La gran dispersión de la población gallega dificulta la recogida y gestión de los residuos"

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photo_camera Javier Domínguez Lino, en el complejo ambiental de Cerceda.

El presidente de Sogama destaca que la sostenibilidad se basa en "reducir la producción de residuos, reutilizar los productos alargando su vida y separar los materiales"

Javier Domínguez Lino, presidente de la Sociedade Galega do Medio Ambiente (Sogama), se muestra optimista sobre la concienciación ecologista de los gallegos, al tiempo que subraya que la dispersión de los núcleos de población dificulta la recogida y gestión de los residuos generados.

¿Es el gallego un pueblo comprometido con el medio ambiente, o esa ancestral pasión por el terruño la dejamos sólo para la literatura?

El pueblo gallego siempre ha estado muy vinculado a su tierra y muy comprometido con su conservación. Pero si hablamos de gestión de residuos, hemos de tener en cuenta que la recogida selectiva  comenzó a implantarse y a desarrollarse hace unos años y lógicamente requiere un período de adaptación.  Poco a poco vamos mejorando, y poco a poco conseguiremos gestionar nuestros residuos de forma más eficiente y sostenible.

¿Salimos bien parados en concienciación medioambiental en comparación con otras autonomías y con la media estatal?

Desde la dimensión ciudadana, no es fácil establecer una comparativa entre comunidades con características geográficas, culturales e idiosincrásicas diferentes. Lo que sí puedo decirle es que, en Galicia, la gran dispersión de la población  dificulta y limita en muchos casos las labores de recogida y de gestión de los residuos. Fíjese que Sogama, para dar  un correcto servicio a los 294 concellos adscritos a su modelo, cuenta con una red conformada por 37 plantas de transferencia distribuidas por el conjunto del territorio gallego, valiéndose de una operativa logística, que yo calificaría modélica en Europa, en la que promueve el transporte de residuos por ferrocarril por sus  menores  emisiones de CO2.  Articular todo esto significa, sin duda, conciencia ambiental.

¿Podría relacionarnos los residuos de más complicado tratamiento?

Yo puedo hablarle de la labor de Sogama. Nuestra gestión se centra únicamente en dos fracciones de residuos: las latas, los briks y los envases plástico recogidos a través del contenedor amarillo, que clasificamos por tipologías para remitir a los centros recicladores, y la fracción resto recogida a través del contenedor convencional.  Respecto a esta última, también separamos los materiales susceptibles de ser reciclados (acero, aluminio y vidrio), y el resto lo convertimos en un combustible derivado de residuos (CDR), que valorizamos en una planta termoeléctrica para producir electricidad suficiente con la que abastecer una ciudad como Vigo.

Dicho así, parece todo muy sencillo. Ahora bien, si tenemos en cuenta las tecnologías utilizadas, el control exhaustivo del proceso, las novedosas técnicas de depuración de gases y, en general, todos los dispositivos de última generación que utilizamos para minimizar el impacto de nuestra actividad sobre el entorno, estamos hablando de un gran esfuerzo, tanto material como humano y económico. Que sea complicado o no, no es lo importante. Lo importante es que lo estamos haciendo. Y prueba de ello son nuestras bajas emisiones. Decir, por ejemplo, que en el caso de las dioxinas y furanos (ng ITEQ/Nm3), estamos muy por debajo de lo que marca la ley: 0,006 frente a 0,100, que es el límite legal.
A nivel individual, señálenos, por ejemplo, tres conductas que contribuirían a lograr un medio ambiente más sostenible.
Muy sencillo, las tres erres: Reducir la producción de residuos; reutilizar los productos, alargando su vida útil; y separar los materiales por tipologías para propiciar su Reciclaje, previo depósito de los mismos en los contenedores correspondientes.

¿Cuál ha sido su mayor alegría al frente de Sogama, y qué metas tiene pendientes en la cartera?

Afortunadamente, en mis dos años al frente de Sogama, hemos podido disfrutar de pequeñas y grandes alegrías, que en todo caso hemos logrado con mucho esfuerzo y trabajo. Por ejemplo, que la planta hubiese alcanzado máximos históricos de producción y eficiencia; que este año podamos congelar el canon aplicado a los ayuntamientos, a pesar de los 29 millones de euros de inversión directa que haremos en la ampliación de nuestras instalaciones; que los 17 concellos díscolos que se negaban a pagar el canon, hubiesen entrado en razón y que ya estén articulando las medidas para pagar sus deudas, y que la empresa tenga ahora unas cuentas saneadas y haya alcanzado estabilidad económica.

Respecto a las metas más inmediatas, pues lógicamente llevar a buen puerto la ampliación del complejo y cumplir con los objetivos previstos, es decir, incrementar su capacidad en un 81%, con lo que lograremos tratar en condiciones óptimas todos los residuos producidos en Galicia, multiplicar por cuatro nuestra aportación al reciclaje y disminuir el vertido a valores testimoniales, pretendiendo llegar al técnico cero o, esto es, depositando en vertedero, exclusivamente, la fracción que no se pueda reciclar ni valorizar material y/o energéticamente. 

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