A ver con qué castigas hoy al lector, a tu único lector”, respondía hasta que se jubiló un compañero del periódico al recibir el artículo de cada día. La retranca va en el ADN en la tierra del depende, la morriña y la bruma, pero la doble intención bien afilada alimenta la duda desde la soledad del escritorio en vez de despejarla. ¿Y si tiene razón? ¿Y si el mensaje lanzado en papel de periódico como un deseo al mar en una botella no encuentra destinatario? ¿Estará al menos ese lector delante de la página?
El periodista busca información y engarza letras hasta componer una noticia para poder pagar la luz o no quedar de gorrón en una cafetería, pero también quiere ser leído, que se aproxima a ser valorado por su trabajo. No se trata de un pasatiempo de rentistas, sino de ejercer un oficio que sostiene uno de los derechos fundamentales de la humanidad y para el que no basta con registrar lo que sucede con la cámara del teléfono móvil.
Carlos Sousa, candidato socialista a la Alcaldía de A Merca, nacido en Alemania y afincado en la casa familiar de Pereira de Montes desde hace dos años tras recorrer varios países del planeta por su trabajo en multinacionales como Samsung, comentó durante el Foro La Región celebrado el 9 de marzo con Valentín González Formoso, secretario xeral del PSdeG, que madruga para poder leer el periódico en una cafetería de A Manchica desde que cerró el último establecimiento hostelero en la cabecera del municipio. “Como no llegue pronto está siempre ocupado”. La confesión inesperada como lector fiel fue tomada como una manera de agradar al periodista con el que compartía mesa, pero no faroleaba, como demuestra el estudio demoscópico “El periodismo en España” elaborado por Metroscopia, el Foro Periodismo 2030 y la Fundación AXA y que fue presentado en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Santiago de Compostela el 22 de marzo.
El día de la moción de censura planteada por Vox contra el Gobierno de Pedro Sánchez con Ramón Tamames de candidato, Conchi, una costurera de 86 años nacida en Matallana de Torío, localidad de la montaña central de León, preguntó por qué Galicia sigue dando tantos políticos y periodistas: “Dos gallegas como las vicepresidentas Nadia Calviño y Yolanda Díaz son decisivas para que otro gallego, Alberto Núñez Feijóo, no le quite la presidencia a Pedro Sánchez”. A continuación recitó de memoria una ristra de periodistas de esta esquina que ejercen en Madrid en medios escritos y audiovisuales: “Manuel Jabois, Cristina Saavedra, Xabier Fortes, Ana Pardo de Vera, Gonzo, Carlota Corredera, Xosé Hermida, Nacho Carretero...”.
Todavía no se conocían los resultados del mayor estudio sobre medios tras la pandemia, pero en la próxima clase de pintura Conchi tendrá una respuesta argumentada, aunque puede que antes se haya dado un garbeo por estas letras según el interés y el conocimiento del oficio. La encuesta, con 5.000 muestras nacionales de las que casi 300 se realizaron en Galicia, concluye que “los gallegos se sienten mejor informados que el resto de los españoles (86 frente al 83%), más interesados en la política nacional (77 frente al 69%) y los más interesados en la información local, que es la que más atención reclama a todos los españoles”. Para que una cantera consiga buenos resultados el interés resulta tan importante como el talento, ya sea en los deportes, en la política o en el periodismo. Aquí la política interesa mucho aunque el personal conteste depende.
No fabula Carlos Sousa al asegurar que en A Manchica hay cola para asomarse a La Región. “La lectura de periódicos de papel es la principal fuente de información para el 46% de los gallegos frente al 33% a nivel nacional”. El envejecimiento puede ser un motivo, pero también, según el estudio, “la existencia de periódicos de amplia tradición, centenarios, con una importante raigambre en las provincias gallegas, fenómeno solamente compartido con Castilla y León. Esto explica que los gallegos se decanten en un porcentaje notablemente mayor por los medios privados frente a los públicos, 28 frente al 23%, mientras a escala nacional es del 21 frente al 33%”. El lector gallego se siente bien informado y capaz de detectar las “fake news”. También está más dispuesto a pagar una suscripción. O el café en el bar para leer el periódico.
