TRIBUNALES - GALICIA

El sufrimiento de Ana Enjamio los meses previos a su asesinato

Asesino de Ana Enjamio
photo_camera Al acusado se le permitió la “asistencia virtual” por videoconferencia para evitar exponerse a los medios.

El acusado, que se enfrenta a penas de 27 a 33 años de cárcel, se obsesionó con la joven, que tuvo que cambiar de domicilio. Le instaló una aplicación en el móvil para controlar sus contactos y mensajes, y le asestó 28 cuchilladas hasta la muerte en Vigo 

El crimen a puñaladas de la joven ingeniera Ana Enjamio en diciembre de 2016 en un portal de la avenida de Madrid fue el desenlace de un “plan de hostigamiento” ideado por su presunto asesino y que se prolongó durante seis meses. Así lo cree la Fiscalía que acusa de asesinato con alevosía y ensañamiento, además de acoso al  que fuera ex pareja sentimental y compañero de trabajo de la víctima, César A. Solicita  para él un total de 27 años de prisión al añadir las agravantes de parentesco y género , así como el alejamiento de la familia de la fallecida por un periodo  superior en diez años a la pena de prisión y una indemnización total para los padres y hermano de 450.000 euros por daños morales.

La acusación popular, ejercida por la Xunta, va más allá y eleva a 33  los años de cárcel para el presunto asesino, al que también atribuye  los delitos de coacciones y vulneración de intimidad.

El relato de los hechos que incluye la Fiscalía en su escrito de acusación refleja cómo la joven de 25 años, natural de O Boqueixón, sufrió un auténtico calvario antes de ser asesinada, hasta el punto de ser controlada mediante una aplicación en su móvil.

Todo comenzó poco meses después de entrar a trabajar en la misma empresa que el ahora acusado, en diciembre de 2015. En ese momento fue cuando la víctima inició con su presunto verdugo una relación de pareja que les llevó  a vivir junto desde febrero de 2016 hasta julio de ese mismo año, momento en el que César A. abandonó la vivienda.

El Ministerio Público sostiene que el acusado no aceptó la ruptura y empezó a insistirle para que volviera con él al tiempo que trataba de evitar que ella retomara la relación sentimental con su antiguo novio, “llegando a obsesionarse completamente” con la joven  y confesando a algunos amigos y conocidos que él había roto su familia por estar con ella y si ella no estaba con él, tampoco iba a estar con  otro.
Dentro del calificado “plan de hostigamiento”, la Fiscalía atribuye al investigado una serie de hechos que demostrarían el mencionado control sobre la víctima.

Así, no sólo seguía, dice la acusación, a la víctima, llegando a hacerse con su móvil para enviar fotografías a un amigo de ambos juntos, sino que llegó a instalarle una aplicación con la que podía conocer los contactos que ella mantenía por teléfono y enviarle mensajes, vía whatsapp, SMS, etc, ocultando la procedencia de los mismos. Además, continúa el relato del fiscal, cuando se enteraba de las salidas de Ana con su exnovio, acudía luego a su vivienda para reprocharle esta relación.

Una noche de agosto, el acusado se presentó en su casa, “teniendo ésta que abrirle la puerta para trataar de evitar el escándalo de sus reproches a gritos”. Esta situación obligó a la joven a trasladarse a casa de su exnovio por temor. Estuvo allí dos semanas, “ya que temía vivir sola”, hasta que encontró una vivienda compartida en la avenida de Madrid.

Las situaciones de supuesto acosos se sucedieron en los meses siguientes. En agosto, la acusación relata cómo un día cuando la víctima salía de casa de su amigo para ir a trabajar, se presentó el investigado, colocándose delante de su vehículo, impidiéndole salir hasta que le diera las llaves del piso. El incidente obligó a Ana a hacer señas a una patrulla de la Policía Local que pasaba por la zona lo que hizo que el acusado se apartara, logrando así ella salir con el coche para irse a su trabajo. Pero el presunto asesino seguía molestándola, insistiéndole para que volviera, sostiene el Ministerio Público quien señala que llegó a inscribirse en el mismo gimnasio que ella para poder coincidir. Su último encuentro fue en la cena de Navidad.

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