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Un ourensano, confundido en Perú con un narcotraficante: "Fue un infierno"

Bárbara y Julio ayer en la plaza de Armas de Cuzco después de vivir una odisea burocrática.
photo_camera Bárbara y Julio ayer en la plaza de Armas de Cuzco después de vivir una odisea burocrática.

Julio Rodríguez, natural de Ourense, tuvo que vivir una situación desagradable cuando iba a pasar unas vacaciones con su novia

Un error burocrático convirtió las vacaciones de una pareja de gallegos en una verdadera pesadilla. Todo comenzó cuando él, Julio César Rodríguez, natural de Ourense y que en la actualidad trabaja en Panamá, llegó al aeropuerto de Lima con la intención de pasar unos días con su novia, la viguesa Bárbara Canedo. La joven se había desplazado a la capital peruana antes para esperar a su novio, con el que se iba a reencontrar después de seis meses de separación por motivos laborales.

Una confusión con la identidad de él, cuyo nombre coincidía con el de una persona que tenía una orden de búsqueda internacional por tráfico de drogas, le impidió entrar en el país andino y repatriado a Panamá. A partir de ahí ambos iniciaron una batalla contra el reloj y las barreras burocráticas para lograr “estar juntos y disfrutar del viaje que habíamos programado”. Ahora, una vez deshecho el entuerto y encontrarse disfrutando de sus vacaciones en Machu Pichu, ambos quieren que este percance “tenga responsables y no quede impune que se haya violado el derecho a la libre circulación sin que nadie parezca saber cómo, ni dónde ni por qué se produjo el error”, comentan más aliviados aunque aún enfadados por los momentos de angustia que tuvieron que vivir. 

La odisea comenzó el 1 de julio, día en el que julio Rodríguez aterrizó en Lima. En el control de pasaportes le informan de que hay una búsqueda internacional contra él y que no puede entrar en el país, por lo que le envían de regreso a Panamá sin permitirle hacer una llamada ni comprobar la veracidad de los datos. Su novia, que se encontraba en la puerta de llegadas esperándole recibe la noticia a través de una llamada que él logra hacerle desde el teléfono de otro pasajero. A partir de ahí inicia una aventura burocrática en la maraña de una ciudad como Lima.

“En la Interpol, que se supone que había emitido el mandato, no me dieron respuesta, ni en los Servicios Migratorios peruanos, cada uno se lanzaba la pelota de un tejado a otro”, recuerda.  Finalmente lograron que el servicio peruano de Migraciones "diera un permiso para que entrase en el país, pero advirtiendo de que la orden de busca sigue activa".  Para Julio toda esta experiencia la ha vivido como una conculcación de su derecho de libre cicrculación y "un completo abandono por parte de las diferentes administraciones. Era como hablar con muros", recuerda ahora desde Cuzco.

"He sufrido un verdadero mal trato, sin poder defenderme y sin que me dieran ninguan solución", asegurando que esta situación no sólo fue por parte de las autoridades peruanas como por la propia embajada de España en Panamá, donde le dijeron que "aquí no podemos hacer nada. Al final unas vacaciones de ensueño se convirtieron en un infierno".

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