A UN METRO

Videollamada desde la residencia

Un momento de la videollamada (SUSO ARJOMIL).
photo_camera Un momento de la videollamada (SUSO ARJOMIL).
"Habéis visto qué bien la he maquillado", comenta un auxiliar para tranquilizar a los hijos que llevan desde el día 14 sin ver a la madre

Pocos son conscientes del desasosiego que soportan los padres cuando un hijo sale a quemar la noche hasta que toca aguantar la vela detrás de la puerta. "¿Estará bien? ¿Qué estará haciendo? ¿Cómo se sentirá?", se preguntan ahora muchos hijos con los progenitores confinados en una residencia. El coronavirus se está cebando con el sector de la población de más edad y las noticias que aparecen de mayores infectados en las residencias alientan el pesimismo incluso entre los optimistas peor informados. Resulta imposible abstraerse cuando lees o escuchas que Galicia contabiliza 315 casos (235 residentes y 80 trabajadores) o que en la comunidad vecina de Castilla y León se acercan a esta cifra, aunque los datos varían con el paso de los días, a veces en cuestión de horas. 

La serie "A un metro" está resultando "cambiante" o "dinámica", términos que emplean los responsables del Gobierno al evaluar la evolución de la curva de afectados a la espera de llegar al ansiado pico que permita comenzar el descenso. Cuando ya estás con un pie fuera de casa para comprobar cómo ha afectado en el polígono de Sabón, donde se ubica la sede central de la multinacional Inditex, el cerrojazo de toda actividad no esencial que ha decretado el presidente Sánchez, unos gritos de júbilo te devuelven al punto de partida. "Me acaba de llamar mi hermano Paco, vamos a poder ver en unos minutos a mamá por videollamada". El reportaje no será a la distancia de seguridad de un metro, sino a centímetros. 

El alborozo no necesita justificante. Desde el pasado día 14 que se decretó el estado de alarma ninguno de los cuatro hijos ha podido acercarse a la residencia Santo Martino, situada en el centro de León, para evitar que el Covid-19 cruce por esa puerta. El contacto durante esta quincena se ha restringido a un par de llamadas al día para dar aliento a la madre, aunque también sirve para que los hijos mantengan la esperanza. El pasado martes los trabajadores realizaron un vídeo en el que aparecían los abuelos con un cartel para tranquilizar a los seres queridos. No hace falta prueba para detectar que el visionado de la grabación fue acompañada en muchos hogares de una llorera reconfortante.

En la residencia Santo Martino de León intentan que todos los internos vean a la familia por videollamada

A los pocos minutos del anuncio de la videollamada, la pantalla del móvil se divide en cuatro escaques que son ocupados por tres hijos, la mayor está en el tajo porque no puede teletrabajar y aparece en el decreto como servicio esencial, y la madre. "Pero qué guapa estas, mami", exclaman a coro. Mimi sonríe por la carantoña y muestra algo de sorpresa ante las ventanitas que la asoman a los churumbeles que trajo a este mundo. 

Carmen Libertad, como le puso su padre antes de caer en Asturias durante la guerra civil, inspiró un artículo en La Región que el periodista tituló: 'Los coquetos viven más'. "A mí la muerte me cogerá arreglada. Cuando me dieron los ictus venía de la playa y no estaba presentable para un asunto tan serio", bromeó mientras la llevaba a la peluquería en diciembre de 2017.  La coquetería no consiente que te entregues o te abandones. La voluntad para arreglarse y combinar colores también supone ejercicio físico y mental.

xzxa_resultado

"Me ha alegrado muchos veros, pero yo creo que esto ya está bien", dice para mostrar el hartazgo por el confinamiento


Coquetería


El Parkinson la ha amarrado a una silla de ruedas y limitado la movilidad, pero seguro que protestó cuando le comentaron que iba a ver a sus hijos a través del teléfono porque en la residencia la peluquería toca los martes. "Habéis visto qué bien la he maquillado", irrumpe Pepe, un auxiliar, desde una esquina de la pantalla. Mimi sonríe y llega con un gesto para comprobar el cariño que dispensan unos trabajadores que no siempre están bien valorados y soportan más sospechas de las que merecen. Él también tiene una historia para escuchar con pañuelo cerca. Hace unos meses le ofrecieron un trabajo en el que ganaba más dinero y se olvidaba de los turnos en fin de semana, pero renunció a la mejora económica y horaria porque "sentiría que los estoy abandonando". Gente así devuelve la esperanza en el ser humano. 

Sheila, la terapeuta, también se suma a la fiesta. Los tres hermanos les dan las gracias por los cuidados que están dispensando y la entrega. Es cierto que hay muchos tipos de familia. Tras cinco minutos, los hijos regresan al confinamiento con una sonrisa del tamaño de un buen abrazo. Ya por la tarde, porque la videollamada no anula la llamada telefónica, Mimi resumirá la escena: "Me ha alegrado mucho veros, pero creo que esto ya está bien; digo yo".

Te puede interesar