"Me dijeron que en un año estaría curada y han pasado seis meses"

635528908720264478w
photo_camera Concha Velasco

Concha Velasco cumple 75 años pero no ha podido celebrarlo porque tiene función de teatro y porque no puede, por su enfermedad, tomar ni champán ni el vino blanco que tanto le gusta

Concha Velasco cumple hoy 75 años pero no ha podido celebrarlo porque tiene función de teatro y porque no puede, por su enfermedad, tomar ni champán ni el vino blanco que tanto le gusta. "Me dijeron que en un año estaría curada y han pasado seis meses. Creo que Dios me ayuda", dice a Efe.

Con un chal al cuello ribeteado de marabú que le acaba de regalar un miembro de su equipo y admirada de los farolillos y luces con el que han adornado su camerino -"ya lo dejamos para Navidad", se ríe- la actriz vallisoletana explica poco antes de salir a escena con "Olivia y Eugenio" que este cumpleaños se parece a muchos otros en que está en un escenario, el del Bellas Artes, pero en nada más.

Y ello es porque hay funciones de otras obras antes de la suya y después y no pueden quedarse celebrándolo: "hay que salir zumbando" según acaba, se ríe de nuevo.

Tampoco ha ayudado hoy a su disfrute que ha tenido que atravesar la calle Alcalá andando y luchando por abrirse paso entre la gente que acudía a la "Marcha por la Dignidad" convocada a esa hora en el centro de Madrid.

Admite que está cansada y que cuando acabe el primer contrato de la obra, que finaliza el próximo 25 de enero, tendrá que renegociarlo porque desde que empezó no ha tenido un día de descanso, ya que no quiere renunciar a seguir haciendo para TVE "Cine de Barrio", que graba en su día de "libranza", los lunes.

"En enero nos van a dar un premio a Juan Diego y a mí por haber sido los que propiciamos que los actores tuviéramos en el teatro un día de descanso. Como se enteren de esto me lo quitan", bromea.

Ha perdido doce kilos y cuatro tallas y la cara, asegura coqueta mientras la evidencia la desmiente, se le ha quedado "pellejito", aunque, "eso sí", como diría Pedro Olea -que la dirigió en el cine en varias películas-, "retrata" bien, es decir que da "muy bien" en la cámara.

Está un poco "molesta" con las informaciones que aseguran que lo que padece "o ha padecido" es "un linfoma extendido" y quiere aclararlo porque su médico "la regaña" cuando lo ve y además porque ella se queda "tocada" al leerlo.

"De lo que me operaron fue de una peritonitis que me perforó la pleura. Me dieron la extremaunción. Pero lo peor fue que un mes después, recién comida, tuvieron que volver a operarme y lo pasé muy mal. He tenido unos ganglios en el páncreas pero no eran malignos, no era cáncer linfático. Sí tenía dos malos en la vesícula, pero me los quitaron", enumera con energía.

Le hacen, afirma, pruebas "PEC-TAC" y controles constantes, pero no le han llegado a poner quimioterapia "sino unas pastillas" y reconoce que lo que es cierto es que tiene "el hígado muy tocado".

"Lo único malo que tengo es que sigo sin poder comer -su menú se compone de pavo y jamón york-. Estoy un poco triste y un poco 'depre' porque no puedo beber champán ni el vino blanco que tanto me gusta", se queja.

La actriz, que lleva 55 años actuando, reapareció el pasado 28 de agosto, en Mérida, tras un parón de cinco meses que comenzó con el proceso tumoral que empezó a "avisarla" cuando estaba haciendo "Hécuba", pero al que no quiso prestar atención hasta que se le declaró la peritonitis.

En ese tiempo se vino abajo y dejó de arreglarse y ocuparse de ella, pero desde que decidió hacerle caso a su doctor para volver "a ser ella", las cosas han cambiado.

"Me dijeron que en un año estaría curada y han pasado seis meses. Creo que Dios me ayuda", añade echando una ojeda a las muchas "estampitas" que adornan el espejo de su camerino, en el que también tiene un lugar preferente una fotografía de su nieto, Samuel, de seis años: "él me da la felicidad", resuelve. 

Te puede interesar