La crítica

“Adú”

El director, Salvador Calvo, compone una cinta que, más allá de sus características cinematográficas, se antoja una obra necesaria

En un intento desesperado por alcanzar Europa y agazapados ante una pista de aterrizaje en Camerún, un niño de seis años y su hermana mayor esperan para colarse en las bodegas de un avión. No demasiado lejos, un activista medioambiental contempla la terrible imagen de un elefante, muerto y sin colmillos. No solo tiene que luchar contra la caza furtiva, sino que también tendrá que reencontrarse con los problemas de su hija recién llegada de España.

Adú es una historia emotiva sobre emigración que combina diferentes puntos de vista y temáticas. En primer lugar, occidente que intenta frenar y canalizar el flujo migratorio, al mismo tiempo que manifiestan su interés por algunos problemas del continente negro y descuida otros más apremiantes; los africanos vienen después, víctimas muchas veces, obligados a abandonar su casa y familia, y presa de traficantes de hombres y de mafias sin escrúpulos.

En conjunto se trata de una obra interesante, sólida y sincera, un grito de solidaridad a la vez que una llamada a occidente para darse cuenta de lo que está ocurriendo. De buena factura, con una fotografía excelente y con un niño actor que interpreta a Adú, de origen beninés, que es un prodigio.

Es de interés el montaje de las tres tramas, que no se entremezclan, pero llegan a encontrarse en momentos puntuales.  Lo que vemos constantemente es un contraste de situaciones y de clases. Los que tienen y los que buscan tener, los que hacen y los que no mueven ni un dedo, los que ayudan y los que perjudican. La película está bien contemporizada aunque hay alguna escena cuya intensidad está bastante desfogada, sobre todo en lo que se refiere a dramatismo y duración.

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